Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Una hermosa anécdota
Gran parte de nuestro pensamiento es asociativo. Institucional, estudiantil: Una idea nos hace pensar en otra. No importa la lógica de su conexión.
Usemos esta habilidad para generar ideas.
Y, con ellas, con toda honestidad, hasta los ateos o que se dicen laicos, agnósticos y critican a quien gobierna, y bien, a nuestro país, deben tomarlas en cuenta.
Viene esta observación precisa para platicar una anécdota que acabamos de asimilar y que cae como anillo al dedo.
El que fuera presidente de los Estados Unidos, el republicano George Bush, sucesor de Ronald Reagan, refirió en cierta ocasión un viejo recuerdo de sus viajes a Moscú, Rusia:
“Quiero contarles una anécdota de la que fui testigo hace muchos años, cuando asistía a los funerales del líder soviético Breznev.
“La ceremonia se desarrollaba con tal precisión militar que se tenía una sensación de vacío y frialdad: soldados marchaban con sus cascos metálicos y la habitual retórica marxista. Ninguna oración o himno de consuelo. Ninguna referencia al nombre de Dios.
“Los dirigentes soviéticos habían ocupado sus lugares en las murallas del Kremlin, mientras la familia escoltaba silenciosamente el féretro hasta su última morada.
“Desde mi sitio pude ver a la señora Breznev acercarse al ataúd para darle su última despedida.
“Y allí, en el corazón frío y gris de ese estado totalitario, ella depositó, entonces, un crucifijo sobre el pecho de su marido.
“Me quedé impresionado. Ese sencillo gesto me hizo comprender que decenios o siglos de leyes antirreligiosas no pueden destruir jamás la fe y la fuerza interior en el corazón de todos los hombres”.
Bien por la poeta Rusia Macgregor que nos hace entender que el pasado ya se fue. El futuro no ha llegado. Porque vivimos el hoy.
Vaya, concluiríamos, que la vivencia y la historia, nos perpetúa lo importante que es la Fe.
Bien por la poeta Rusia Macgregor que nos hace entender que el pasado ya se fue. El futuro no ha llegado. Porque vivimos el hoy.