Descomplicado
El mecánico
Pero antes un regalo de la doctora Rosa Chávez Cárdenas, que agradecemos.
Es un poema de su amiga María Dolores Ara Díaz, venezolana, catedrática de literatura. Emigró a España en donde afortunadamente vive con su hija. Lejos del avatar que se padece en el Sur:
“La noche forzada estalla en látigos negros
Embarran el aíre gritos puntiagudos.
Lágrimas trituradas contra los cristales.
Todos jugamos a no morirnos antes de que no nos maten”.
(15 Marzo 2019).
La perseverancia gratifica. Y este ejemplo pudiera servir a nuestros empeñados políticos y no políticos, para aprender algo.
Y luego de este lamento. Nuestro festivo comentario.
Vayamos al grano
Después de 20 años de trabajo, un exitoso ginecólogo cansado de los seguros de mala praxis y del papeleo, decidió buscar una nueva carrera para ganarse la vida.
Con la esperanza de probar una carrera en la que sus manos hábiles serían beneficiosas, decidió convertirse en mecánico de motocicletas.
Trabajar en un garaje siempre pensó que podía ser bueno.
Fue a la universidad técnica local, se inscribió en clases nocturnas, asistió diligentemente y aprendió todo lo que pudo.
Cuando se acercó el momento del examen práctico, el alumno se preparó cuidadosamente durante semanas y lo completó con una habilidad tremenda.
Al recibir la calificación, los resultados, se sorprendió al descubrir que había obtenido una puntuación del 150%. Y no de 100.
Al temer un error, llamó al instructor y le dijo:
«No quiero parecer desagradecido por un resultado tan sobresaliente, pero me pregunto si hay un error en el grado».
El instructor dijo:
“Durante el examen, desarmó el motor a la perfección, lo que representó el 50% de la calificación total.
Vuelve a armar el motor perfectamente, lo que también vale el 50% de la marca».
Y los otros cincuenta, por qué, preguntó el médico.
Después de una pausa, el instructor agregó:
«Te di 50 extra porque lo hiciste a través del tubo de escape, algo que nunca había visto hacer en toda mi carrera».