Imperativo, estudio y reflexión sobre IA en la justicia: Guerra Álvarez
La Guerra de castas
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Fue permanente la resistencia de los mayas a la sumisión.
(En nuestra época predominan: La Casta Divina, la Casta Beduina. Y Huache, la tercera. Precisamos nosotros.
La maya ciento por ciento. La que nació con la llegada de los libaneses y la última con el asentamiento de gente de otros estados de México).
Comenzaron con el henequén y hoy, dicen, continuarán con la siembra de mariguana.
La antropóloga Norma Vázquez Alanís nos dice que ante la convergencia entre el mundo occidental y el indígena hace 500 años, los mayas decidieron conservarse como grupo social y preservar su cultura de muy diversas maneras: por medio de la resistencia pasiva, la evasión, el escape y el aislamiento.
Además de que huyeron de las encomiendas y misiones en un proceso de readaptación constante gracias al cual hoy en día son el segundo grupo étnico más fuerte y numeroso de México.
La resistencia armada fue también, por supuesto, una de las formas en que los mayas pudieron conservar su cultura. No hubo batalla en la que los mayas hubieran salido derrotados
De modo que la denominada ‘Guerra de castas’ no fue un hecho aislado, sino parte de una cadena de rebeliones que se dieron desde la conquista de la península de Yucatán, que tardó 20 años en consumarse a diferencia de la de Tenochtitlan que duró tres años.
En la península de Yucatán realmente nunca se consumó esa conquista por parte de los españoles pues había rebeliones indígenas continuas a lo largo de todo ese territorio, pero tampoco se logró acabar con ellas después de que la Nueva España lograra su independencia.
Doña Norma indicó que fue un acontecimiento regional de mucha importancia porque, a fin de cuentas, determinó la actual división política de la península en tres entidades, además de que fue la rebelión indígena de mayor duración del continente, que se prolongó 50 años.
Asimismo provocó una serie de reformas y de cambios tanto económicos como sociales significativos; propició la intervención directa o indirecta en el conflicto de las grandes potencias de la época, al tiempo que reforzó los lazos históricos, sociales y culturales que siempre había habido con la entonces colonia de Honduras Británica, hoy Belice.
Quintana Roo resultado de la Guerra de castas — zona oriental de la península –fue el último lugar que se integró al Estado mexicano, aunque en realidad estuvo fuera de la autoridad de Yucatán y del gobierno federal por varias décadas, pues estaba bajo el domino de estos mayas en rebeldía.
El conflicto se inició en 1840 en Valladolid, enclavada en la zona maya entre Mérida y Campeche, con una población que se sentía muy orgullosa de sus raíces, de su abolengo y contaba con algunas fábricas de hilados y tejidos.
Un proceso local de modernización empezó a provocar fuertes dislocaciones económicas y sociales porque no se dio de una manera homogénea.
Esto causó un desequilibrio muy importante porque surgieron muchas plantaciones azucareras con sus ingenios adyacentes y, como la producción de caña requiere mucha tierra, mucha agua y mucha mano de obra, los campesinos fueron cooptados, sus tierras fueron invadidas por las plantaciones y ellos se tuvieron que convertir en mano de obra para los ingenios.
Si bien los mayas eran ciudadanos con derechos, puesto que la Constitución de 1824 así lo consideraba, en la realidad no podían ejercerlos.
Tenían que pagar más impuestos civiles y religiosos de los que sufragaban antes de la Independencia, una carga tributaria muy alta. Además estaban sujetos a las haciendas, donde había una disciplina tremenda, férrea, y castigos corporales muy fuertes, señala el Departamento de Antropología en la Universidad de Quintana Roo.
En el siglo XIX, cualquier levantamiento indígena era considerado una ‘guerra de castas’ porque así los denominaban los políticos e historiadores yucatecos de aquella época, precisan.
Era ciertamente un enfrentamiento racial entre dos culturas muy diferentes; mayas cuyo objetivo era exterminar a la población blanca, o por lo menos expulsarla de la península, una guerra sin cuartel.
Finalmente pedían que los dejaran ser independientes, que no se metieran con ellos y les permitieran vivir en el oriente de la península. Estos mayas armados tenían la certeza de poder inclinar la balanza a su favor.
El levantamiento armado comenzó el 30 de junio de 1847 con ataques pueblo tras pueblo.
Esta guerra tan larga tuvo muchas etapas; se inició con una ofensiva relámpago y luego siguió la táctica de la guerra de guerrillas, tuvo sus altibajos y sus momentos de equilibrio para terminar medio siglo después.
Una bien organizada campaña militar lanzada en1895 al mando del general Ignacio Bravo y la creación de un territorio federal -Quintana Roo- para que el gobierno federal controlara desde el centro esa entidad, pusieron fin al conflicto armado de los mayas.
Y en la actualidad el señor de Palacio Nacional nos anuncia que la Península podrá recorrerse con un transporte ya denominado Maya, que, si se hace, será el “Tren, pita, pita y caminando”. Valga el gerundio, como la máquina que lo jale.