Abanico
De Carlos Mc Gregor
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Pero antes una reflexión sobre la pasión. Una historia intensa, dramática y viva que no deja de pasar. Es humana y divina, en la que se entretejen los sentimientos más negros y las actitudes más blancas. Es una historia que da paso a una nueva historia. De mucho sufrimiento, de mucho sentimiento y con un final feliz. Resume todo el pecado de los hombres. Y sus mezquindades. Descubriríamos, como en la actualidad, sin duda cobardías, traiciones, injusticias, crueldades. Ambiciones. Mentiras, codicias. Cegueras y alucinaciones. No serían pecados solamente de ciertas personas, grupos o pueblos. Sino de todo el mundo. Sí, es una historia de dolor. Que nos la recuerda la Cruz que como El Señor. También cargamos. Y como final feliz nuestro trabajo también nos permite presentar, con gusto, estas policromías mexicanas que son del poeta del mundo, nacido en Campeche, Carlos Mc Gregor. No abundemos más. Mejor leamos su poesía.
“ESTAS son las mañanitas”. Se desgrana
la voz sin tono de un tenor barato,
y el gendarme de guardia, da al silbato
un sonido de seis de la mañana.
La música de cuerdas, se engalana
con canciones rancheras, por un rato,
para luego volverse garabato
de danzones al pie de la ventana.
En tanto que la banda sopla y grita,
suena el nombre de alguna rancherita…
Y en la boca de un hombre que de nada
se asusta si hay tequila y habanero,
se oyen frases que dicen “yo te quiero”
y hay olor de limón y madrugada.
Las COPLAS ofensivas se provocan
en los labios nerviosos de rancheros,
que en segundos, en bajos y en primeros,
cantan al son que las guitarras tocan.
Hay miradas que viéndose, dislocan
el rubor de la luz de los mecheros
de petróleo, que enciende sus luceros
como potros de sol que se desbocan.
“Y hasta el amor bebo en jarro”. Por fuera;
cuando escucha las coplas, la ranchera,
brinda al aire el doblez de su rebozo…
Y se pierde una música de ensueño,
que al son del “pajarillo barranqueño”
gritó con las guitarras su alborozo.
SARAPES de Saltillo. – Nacionales
colores vivos de algodón caliente -,
que en la franca alegría del ambiente
ponen sus hilos como pompas reales.
Sus tejidos engarzan los rituales
de una vieja inquietud, – canción demente -,
que estalla en las gargantas de mi gente
como un trueno de barro y de cristales.
Es iris de sus rayas, la alegría
que marcha paralela en la poesía
de sus varios colores y su brillo,
si a la mujer que se adoró sin tregua,
se le rapta en el lomo de una yegua
envuelta en un Sarape de Saltillo.
El CIRCO nos llegó de madrugada.
Y el domingo, debuta el trapecista
con la guapa mujer contorsionista
y una pantera por la voz domada.
Los carteles del circo en algarada
de colores, se miran en la arista
de la esquina, con un equilibrista,
anunciando la próxima jornada.
Al circo iremos…Y como antes,
miraremos leopardos y elefantes,
escuchando algún chiste que no alienta
al payaso que a Bell tiene olvidado…
¡Y de nuevo pondrán en el tablado
la pantomima de la Cenicienta…!
JUEGOS pirotécnicos: de colores
viste el cielo su falda en el tejado;
con su lumbre, los cohetes, han dejado
una lluvia de estrellas como flores.
Es de noche y hay fuegos: los amores
hacen cálido el clima, saturado
de la añeja tristeza del poblado
que quema en los “castillos” sus dolores.
Columpios y caballos de madera,
rifas y volantines… y en la acera,
con luz de pirotecnia se han quedado
como rasgos de patria en el ambiente,
mil jícaras de Uruapan y el valiente
perfil de los sombreros galoneados.
Agradecemos a la colega, su hija, Rusia Mac Gregor el habernos permitido compartirlas.