Descomplicado
La Lupita de una sicóloga
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Cierto, nos faltó ayer informar que la Constitución de 1857 fue centralista hasta 1910 que Francisco I. Madero, como Presidente
—-reemplazó a Porfirio Díaz, que sale del país rumbo a Francia, en el Ipiranga— decreta el Sufragio Efectivo. No reelección.
Queda en la Constitución de Venustiano Carranza en 1917.
Carta Magna que, con un mil y veinte cambios, prevalece, hasta hoy en la que conocemos como Constitución Política de la República Mexicana.
Cada uno de los 32 Estados de la Federación, tiene la propia
Ahora sigamos con Lupita.
Así, sin más la doctora llama en su historia a una dama.
Tal como lo escribe lo repetimos. Sin quitarle un gerundio.
Pero antes nos dice doña Rosa Chávez Cárdenas:
“Estimado Don Carlos el que siempre anda en las nubes
“Hablando de cartas. Hago un paréntesis, me tiene tan traumada con el gerundio que cada que se me escapa tengo que negociar conmigo para no hacerles caso porque no encuentro otra palabra, voy a tener que asistir a terapia.
“Paso a contarles una historia muy cercana acerca de las cartas.
«La triste historia de Lupita y su madre desalmada»
Una amiga muy cercana, le llamaré Lupita, vivía en un pueblo cerca de Ciudad Guzmán. Tenía novio, el joven muy formalito y enamorado a los tres años de noviazgo le dijo que ya era tiempo de tener su familia, como muchos tomó la decisión de irse a trabajar al «otro lado» juntar unos dólares y regresar a casarse.
El novio enviaba cartas que Lupita nunca recibió, ella sin saber a dónde escribirle pensó que él se había olvidado de ella. Pasó el tiempo, él joven regresó, se hizo novio de una amiga de Lupita, como él ya estaba listo, el noviazgo no duró mucho.
Pronto anunciaron la fecha de la boda. Lupita no pudo rechazar la invitación a la ceremonia, no quería que su amiga se enterara que estuvieron a punto de casarse, ya saben que en los pueblos todos se conocen. Cuando Lupita felicitó al novio, él le reclamó:
-«¿por qué nunca contestaste mis cartas?» Ella sorprendida le dijo que nunca las había recibido.
-Te escribí cada semana, hasta que cansado de rogarte pensé que te habías olvidado de mí.
Lupita salió llorando del templo, fue corriendo a comprobar sus sospechas. Su madre que se había opuesto al noviazgo por ser de familia pobre, no quería que se casara con él. ella ambicionaba que su hija se casara con uno de apellido, hijo de alguna de sus amistades. La madre estuvo al pendiente del cartero para interceptar las cartas, así borró toda la evidencia del romance de su hija.
Lupita se deprimió mucho, pasó días llorando sin querer comer, luego vino el coraje contra su madre, fueron tantos sentimientos encontrados, pero, en lugar de enfrentarse a su madre, lo reprimió. Difícil entender en estos tiempos, guardar el sentimiento, el coraje, pero, los padres eran figuras de respeto, la obediencia era ciega, se hacía lo que ellos decían.
Sin pensarlo mucho tomó la decisión de ingresar a un convento, su padre se opuso, pero al verla tan decidida no le quedó de otra, pensó que su hija ingresaría al monasterio por verdadera vocación, «para servir a Dios» Ni siquiera se le ocurrió pensar que la decisión fue por una decepción amorosa.
El padre tuvo que desembolsar una fuerte cantidad para el dote.
30 años después, me conoció, estudiamos juntas, les confieso que yo fui la que ayudó a que se saliera, la confrontaba constantemente, me di cuenta que ya había terminado su ciclo, además me compartía lo difícil que es la vida entre mujeres, la obediencia, la represión, los chismes que también se sufren.
No se podía quejar de pobreza, la orden es de las que gozan de todas las comodidades, no cualquiera se hubiera animado a trabajar fuera para pagarse lo beneficios de los que gozaba.
Sus padres estaban divorciados, antes de salir habló con él de sus planes. Su aprobación fue muy importante.
-Que gusto me da que tomes esa decisión, sabes que nunca estuve de acuerdo con tu ingreso.
Han pasado casi 20 años de su divorcio, cada que llega el día de aniversario me llama con mucho entusiasmo
– ¡Amiguita, gracias a ti soy libre! Recuerdo que quería dar marcha atrás y tú me empujaste para salir del nido y abrir mis alas.
Pasó el tiempo y me daba cuenta que en algunos aspectos, seguía las reglas del convento que ya estaban muy introyectadas.
Un día observé que traía la argolla de compromiso. El día de su cumpleaños mí regaló fue otro anillo, le dije:
– Me doy cuenta que te divorciaste de tus cuñadas, pero sigues casada con Jesús.
Guarda ese anillo y ponte este, ahora estás casada contigo.
De inmediato siguió mi consejo.
Las personas que la conocían pensaban que se haría un novio y se casaría como otras de sus compañeras.
No fue así, su corazón quedó blindado, entre la decepción y el convento, nunca más encontró la llave.
Como extra entre tantas confesiones les comento que la congregación le regresó la dote. Rosa Chávez”.
Alguna otra pregunta sobre el Benemérito, le daremos puntul respuesta. Esperamos.