Corrupción neoliberal
Imploración a María Teresa
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Todos.
Bueno casi todos, solo invocamos a nuestra mamá el 10 de mayo, o cuando fraternalmente, para bien o para mal, nos hablan de ella.
Quiero aplicar, contra nuestra costumbre, la primera persona para platicarles.
Vaya. Repetir una súplica, una imploración, que leí hace tiempo y elevo a diario a ella. A María Teresa, mi mamá.
Compartirla es un honor.
“Madre mía, en el comienzo de este día bendíceme. Que tu amor y tu oración maternales me acompañen a lo largo de toda esta jornada.
“En las dificultades del trabajo, ayúdame. Si flaqueo en mis buenos propósitos, anímame.
“En las dudas y decisiones, guíame. En la obscuridad, ilumíname. En cuanto me desprecien u olviden, ámame.
“En las tentaciones y peligros, defiéndeme.
“En las ansiedades y angustias, cálmame. Si desfallezco y me faltan las fuerzas, fortaléceme. Si cayese en pecado, sálvame.
“Si me olvido de ti, piénsame.
“Y si muriese en este día, llévame en tus brazos a gozar, como tú, del cielo. Junto al Creador. Allá En las Nubes”.
En efecto es una plegaria que nos hace reflexionar y acudir a quien nos dio la vida. Nos ve, nos oye y nunca se separa de nosotros, seamos o no creyentes.
Gracias por leerla.
Y como recompensa, sigue la lectura:
“Aceptar la vejez por lo que es. Reconocer los límites del cuerpo a medida que envejece. Y no luchar contra ellos”.
Si, lo escuchamos de otro experto, que nos platica:
Durante un chequeo a una pareja de noventa años, ambos con problemas para recordar cosas, el médico les dice que están físicamente bien pero les recomienda empezar a escribir las cosas como método para recordar.
Ya en casa, mientras ven la televisión, el hombre se levanta de su silla: «Voy a la cocina ¿Quieres algo? pregunta a su esposa.
«¿Me traes un helado?»
«Por supuesto.»
«¿Crees que debes tomar nota para recordarlo?»
«No, tranquila que puedo recordarlo.»
«Bueno, es que también me gustarían algunas fresas en la parte superior.»
Él contesta: «Puedo recordar eso; quieres un tazón de helado con fresas.»
«Y también me gustaría crema batida. No lo olvides, anótalo anda» ella insiste.
Irritado el marido replica: «No necesito escribirlo, lo recuerdo ¡helado con fresas y crema batida! Lo tengo, por el amor de Dios.»
Después de 20 minutos, el viejo regresa y le entrega a su esposa un plato de tocino y huevos.
Ella se queda contemplando el plato por un momento. Y pregunta:
«¿Dónde está mi sándwich?»
Una pareja va a cenar a casa de unos amigos… Después de comer, las esposas se levantan de la mesa y van a la cocina.
Los dos caballeros hablan animadamente:
«Ayer por la noche fuimos a un restaurante nuevo y fue realmente genial, te lo recomiendo encarecidamente.»
El otro hombre pregunta: «¿Y cuál es el nombre del restaurante?»
El primer hombre piensa y piensa y finalmente pregunta, «¿Cómo se llama esa flor que le das a alguien que amas?
Ya sabes, que normalmente es de color rojo y tiene espinas.»
«¿Te refieres a una rosa?»
«Sí, ¡justo esa!» responde el hombre que se levanta corriendo hacia la cocina y grita,
«Rosa, ¿a qué restaurante fuimos ayer?»
Este hombre visita al médico para un chequeo. «Señor. Hernández, está usted en muy buena forma. ¿Cómo lo hace?», pregunta el doctor.
«Bueno. Ni bebo, ni fumo y Dios me cuida.
Fíjese, que últimamente cada vez que voy al baño en medio de la noche, él enciende la luz para mí.»
Un tanto extrañado el médico va a buscar a la señora Hernández a la sala de espera y le explica lo que su marido le ha contado.
«¡Oh, doctor!
No creo que haya nada de qué preocuparse», responde ella. Cuando abre la puerta se enciende, automáticamente, la luz del refrigerador, y se hace pipí en la nevera.