Abanico
Se les defiende
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
En efecto nos confirma la escritora doña Norma Vázquez que los protagonistas ignorados de la conquista de Tenochtitlan fueron los soldados que venían con Hernán Cortés, según la particular visión del cronista Bernal Díaz del Castillo, quien en su ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’ expone lo que hacían y decían éstos en su vida cotidiana.
En su conferencia “Los otros conquistadores”, el maestro en Historia por la UNAM Guillermo Turner Rodríguez abordó el tema, basado en el texto de Bernal Díaz del Castillo, como parte del ciclo de charlas que con motivo de los 500 años de la llegada de los españoles a Tenochtitlan organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM).
Los soldados de la conquista procedían en su mayoría de Andalucía, León, Extremadura y Castilla la Vieja; pero no sólo llegaron españoles, también genoveses, italianos, portugueses, así como algunos griegos, una diversidad de individuos de regiones muy distintas y disimiles estratos sociales y culturales.
Había, relata Díaz del Castillo, personas de calidad e hidalgos que pertenecían a la aristocracia del nivel más bajo, residían en pequeñas ciudades o en el campo, donde sus parientes habían luchado en contra de los árabes y por eso habían ganado este rango, bellacos que era el nivel más bajo socialmente hablando, así como de gente de la mar, por la cual sentía un cierto desprecio porque tenían muy pocos conocimientos y cultura, o eran muy rústicos.
Contra lo que se pensaba, sólo un16 por ciento de los soldados de la conquista no sabía leer ni escribir, así que una buena cantidad eran letrados, a diferencia de quienes acompañaron a Cristóbal Colón y que tenían otro perfil, pero todos ellos venían en busca de beneficios que no tenían en sus lugares de origen, tierras y oro, precisó el investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.
Bernal Díaz del Castillo sabía leer y escribir por ser hijo de un regidor en Medina del Campo y llegó a América con 18 años, dijo Turner Rodríguez, de manera que es posible suponer que en algún momento hizo labores de amanuense como copista por su habilidad para escribir o que haya estado involucrado con cuestiones de comercio porque en su crónica se nota que tiene muy claro cuál es el valor de un arma, o de un caballo.
En “La verdadera historia de la conquista de la Nueva España”, Bernal plasma lo que él escuchó de otros soldados, más allá de lo que realmente vio, y menciona quiénes eran sus fuentes, un tal Juan de Herrera, o Juan de Guzmán o Cosme Román; también leía las cartas que llegaban adonde se reunían Cortés y sus demás capitanes, porque algunos no sabían leer y es posible que él haya sido uno de los soldados que debían decirles qué se escribía y qué información recibían escrita.
Precisó Turner Rodríguez que era una época en la que había muchas supersticiones. Bernal y otros soldados hablaban de varias caídas de caballos que eran interpretadas como algo de mal agüero; pero en todo momento Hernán Cortés se mostraba como alguien no supersticioso.
Díaz del Castillo habla de médicos, cirujanos, maestres, barberos, boticarios, matasanos y salvadores, y asegura que los matasanos cobraban muchísimo por curar. Un grupo de italianos manejaba los remedios más empleados en la época como sangrías y purgas o aceite caliente y sal, pero si no los tenían echaban mano de la grasa de los indios muertos, explicó el maestro Turner Rodríguez.
La obra de Bernal Díaz del Castillo revela que aquellos soldados eran un grupo heterogéneo que, a pesar de no tener los mismos elementos culturales, tenían las mismas experiencias de la conquista; los momentos de estar en peligro en las luchas contra los indios los cohesionaron hasta cierto punto, porque también había dificultades entre ellos.
Empero, dos elementos culturales estaban muy presentes: que de alguna manera seguían la religión católica y que se comunicaban en castellano, así supieran alguna otra lengua. Tales eran “los otros conquistadores”, concluyó Guillermo Turner Rodríguez.