Libros de ayer y hoy
Las mujeres de México y España
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Cuando aún México se estremece, mejor hablar de nuestra estirpe. Y nada mejor de lo que está de moda: la mujer.
Desde entonces, tras la Conquista, nativas y españolas crearon una cultura inédita.
La española era una mujer del Renacimiento que, si bien estaba bajo un régimen de sometimiento y negación de sus derechos civiles, la ley eclesiástica le otorgaba igualdad ante los hombres en los juicios inquisitoriales donde se establecía que, para igual pecado, igual castigo.
Además, en los conventos tenían muchas opciones y más libertad para dedicarse a temas que no eran los estrechamente vinculados con la actividad femenina.
Las mujeres, tanto españolas como indígenas, tuvieron un papel destacado en la conquista de México-Tenochtitlan.
Ellas decidieron una nueva manera de ser para su género e integraron las formas sociales, así como los hábitos, costumbres y usos de las dos culturas para crear una inédita.
Al cerrar el ciclo de conferencias que la Fundación Carlos Slim organizó por los 500 años de la llegada de los españoles a Tenochtitlan, la doctora Ricalde abordó el tema «Las mujeres en la Conquista», al que ha dedicado 25 años de estudio como investigadora y catedrática.
Y quien mejor para explicarlo que la antropóloga y escritora Norma Vázquez Alanís.
Las mujeres que intervinieron en esa empresa y en la colonización del territorio que ahora es México, desempeñaron importantes funciones, en especial la compañera conquistadora y la nativa aliada, pues dieron soporte y apoyo logístico de todo tipo. Fueron objeto de alianzas y de nuevas dinastías; hicieron la parte más importante del mestizaje, pues como Penélope modernas tejieron la sociedad, mientras los conquistadores prosiguieron su labor de ampliar más el territorio.
La supervivencia de tradiciones y costumbres se dio a través de españolas e indígenas que aportaron a la alimentación nuevas recetas con la mezcla de elementos de sus respectivas culturas.
También construyeron modelos familiares nuevos y distintos, el de los mestizos; introdujeron otras formas de educación para esos hijos y esas familias, impulsaron instituciones y procesos de occidentalización, de mestizaje y de arraigo para los pueblos.
Explicó Ricalde, quien es presidenta y socia fundadora del Centro de Estudios Históricos y Culturales de la Mujer.
Para entender a estas mujeres deben considerarse las diferencias que existían entre sus respectivos ámbitos de desarrollo.
Sus opciones de vida se restringían al matrimonio o al convento; estaban fuera de las labores productivas y su ámbito de acción era el hogar, y eran exaltadas como un objeto ideal, sobre todo en las clases superiores.
La educación la recibían en la propia casa o en el convento por parte de las monjas, se privilegiaba la formación basada en los valores del carácter: honestidad, piedad, laboriosidad, modestia de expresión. Las labores a que se dedicaban eran la cocina, el bordado y el tejido, además que recibían formación muy básica en matemáticas, lectura y escritura.
A finales del siglo XV, el reinado de Isabel la Católica (1474-1504) estableció un modelo femenino distinto muy interesante e importante, en el que la mujer apareció e interactuó en el ámbito público y no solamente en el privado, lo que le permitió desempeñarse abiertamente sin menoscabo de su honra, misma que tanto cuidaba e importaba.
Así, hubo virreinas, místicas, escritoras, músicas, fundadoras de órdenes religiosas, mujeres médicos y aventureras, gracias a Isabel la Católica, reina muy inteligente que creó un país donde unificó la lengua, la religión y el territorio, que expandió más allá del mar, porque fue quien financió la empresa de Cristóbal Colón.
También fue mecenas de un pequeño grupo conocido como ‘las mujeres sabias de la corte’, que se liberaron del peso de tener que ser ignorantes para poder ser virtuosas. Entre ellas destacó Beatriz Galindo ‘La Latina’, filósofa, poeta y maestra de latín de la reina.
Por su parte, las condiciones de la mujer de la Mesoamérica mexica eran muy distintas, pues la concepción femenina era ideológicamente diferente.
En la sociedad mexica se repartían las tareas de una manera equitativa: mientras los hombres realizaban algunas actividades, las mujeres tenían su propio ámbito de acción en la vida cotidiana, lo cual les daba una gran dignidad y una autoestima importante porque sabían cuál era su papel en esa sociedad muy bien organizada, y no se sentían sometidas ni por la estructura, ni por el hombre.
Aunque el entorno de acción varonil estaba en el mundo exterior y el de la mujer en el interior del hogar, ellas podían salir a educarse públicamente; había una política general e igualitaria para que los dos sexos pudieran estudiar; tenían el derecho y la obligación de una educación formal, muy relacionada con la formación humana del carácter: voluntad, fortaleza, disciplina, deberes, respeto y jerarquía.
En la sociedad mexica el matrimonio era favorecido y protegido. En las clases altas dominantes había matrimonios poligámicos muy importantes para las alianzas y la creación de linajes.
En las clases inferiores eran monogámicos, pero había también algunos matrimonios temporales para la reproducción.
Existía el divorcio y custodia para la madre, lo que no ocurría en España, precisó la conferenciante.
El trabajo femenino era algo sustancial para el producto interno bruto, pues las mujeres estaban integradas a la fuerza laboral, aparte del cuidado de los hijos y el manejo del hogar.