Frente a la guerra/Felipe de J. Monroy
Despertó atinado
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Dos apreciables colegas nos hablan sobre cómo tratar a quienes se ofenden por lo que uno escribe. Mejor dicho, responden.
Pero antes bella historia.
Una mujer acompañaba en el hospital a su marido, que salía del coma en el que había estado desde hacía varios meses después de un accidente.
Ella, había permanecido a su lado todos los días, en espera de su recuperación.
Cuando finalmente volvió en sí, él le pidió que se acercara y con lágrimas en los ojos, le susurró:
Querida: has estado conmigo siempre en las malas.
Cuando fui despedido estabas ahí para apoyarme,
Cuando quebró mi empresa, estabas ahí también,
Cuando me dispararon, tú continuaste ahí,
Cuando perdimos la casa, seguiste a mi lado,
Cuando me detuvo la policía, no me fallaste
Cuando mi salud comenzó a mermar estuviste a mi lado, también cuando paso el accidente.
Sabes qué
Dime mi vida, contestó la mujer.
No serás tú quien me trae la mala suerte.
Y Sobre lo que escribimos en nunca discutas.
Coinciden en que la apertura intelectual y que cada uno de nosotros tenga opiniones diferentes, inevitablemente conduce a malentendidos y desacuerdos entre las personas.
Muchos de los colegas a los que leemos, copiamos y compartimos, demuestran lo que se afirmó.
Pero hay otros retrógrados, los menos, que se empecinan, no en corregir, sino ofender.
Ustedes tienen la virtud de comprobar lo que nosotros damos conocer. Y cuando diferimos, lo hacemos con pulcritud, como les consta.
Doña Rusia MacGregor, nos dice:
De acuerdo en todo mi querido Carlos.
Alguna vez alguien se molestó porque no estuve de acuerdo en lo que decía. Simplemente le comenté que era mi opinión personal, pero que respetaba su opinión y eso no significaba que estuviera en su contra. Se dan casos hermano. Y besos.
Y el filólogo don José Antonio Aspiros Villagómez:
Estimado amigo: muy interesante tu tema de hoy.
En mi caso puedo comentarte que no me interesa cambiar la opinión de nadie acerca de nada, aunque no coincida con la mía, y en caso dado recurro a justificar mi postura sobre los temas polémicos, con sustantivos y no con adjetivos.
Y con datos factuales y casos empíricos.
Es decir, recurro a la información con que cuento sobre el tema, obtenida de documentos, investigadores serios, fuentes primarias, publicaciones acreditadas, juicios de expertos, etcétera.
En todo eso baso mis ideas, además de mi relativa experiencia personal.
En mis textos difundo lo que descubro y me interesa compartir, con un tratamiento ciertamente subjetivo como lo es todo en el relativismo que vivimos, pero también lo más aséptico posible
De modo que cada quien según su madurez, filias, fobias y nivel de conocimientos, se haga bolas con lo que no entienda o acepte.
Saludos muy afectuosos. A.