Abanico
El árbol que costó un imperio
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Nos platicó don Octavio García que el Tlapalizquixochitl fue el árbol que costó un imperio. Y lo explica con su prosa clara y precisa. Involucra a Alberto –un seudónimo periodístico—para convertir la historia en ameno cuento. Nos honra reproducirlo: La ciudad de Mexhtli-Tenochtitlan, fundada en 1325, y que según la profecía de Huitzilopochtli había de “ser reina y señora de todas las demás de la tierra”, tuvo una gran expansión gracias a reyes estrategas que lograron extender las alas del águila mexicana de mar a mar y prolongando su vuelo a través de Anáhuac hasta la actual Centroamérica. Tizoc y Ahuizotl sentaron las bases para un extenso imperio cuyas provincias proveían de riquezas de todo tipo a los mexicas, consolidado por Moctecuhzuma Xocoyotzin que sometió a mixtecos y zapotecas, en la región de la actual Oaxaca. En 1502, la ciudad de México se distinguía por sus fastuosos templos y edificios, cada vez de mayor tamaño. Escuelas, mercados y centros de diversión para las castas nobles y sacerdotales aparecían con lujo, entre ellas, un zoológico, una colección de hombres contrahechos y en uno de los palacios del emperador Moctecuhzuma, el primer jardín botánico en el continente que conocemos hoy como americano.
Aquí empieza la historia de Tlapalizquixochitl, el árbol que costó un imperio, y que la imaginación de Alberto convirtió en un cuento.
Ameyalli, una de las favoritas del emperador, era la encargada de cuidar las plantas y árboles procedentes de todo el reino. Para muchas de esas plantas se habían adaptado espacios con tierra traída de su región, otras eran sometidas mediante diversos cuidados y otras más mantenían su independencia. La colección era exorbitante, decían quienes conocieron el lugar.
-Mi señor Moctecuhzuma he cuidado este jardín desde que te dignaste destinar la parcela para solaz de tus ojos –Dijo la bella princesa. Como verás, tenemos los más hermosos árboles y las flores exóticas con los más vivos colores y aromas que se puedan imaginar. Ver el jardín –añadió- es tener el arco iris en tu vista.
El emperador, con su penacho imperial y una capa tejida con plumas de las aves de todo el reino, recorrió los caminos de fino tezontle. Una discreta guardia le seguía a distancia. De vez en vez tocaba alguna planta, viendo de reojo a la princesa. Si ella fruncía el ceño se alejaba esbozando una sonrisa. Ahora, acercaba la nariz para oler el perfume de flores exóticas y más adelante sentía con el torso de la mano la suavidad de los pétalos multicolores. La chica, de piel color del bronce y bellos ojos oscuros, le daba a probar el dulce de alguna de las flores mientras escuchaban el viento que serpenteaba entre los árboles. Sus cinco sentidos de la pareja estaban alertas en ese remanso.
Para el emperador, la belleza de Ameyalli y en especial su sonrisa, eran suficientes para concederle lo que pidiera.
-Veo que todo el imperio está en este jardín—dijo el emperador. Las flores y plantas de todas las regiones son representadas aquí—añadió.
-Sin embargo, mi señor, he sabido de la existencia de un árbol de hermosas flores que crece en el reino de Tlachquiahuaco, en la Mixteca, del cual no tenemos un solo ejemplar. Estoy segura de que su poder es tan grande que el rey de ese lugar no se negará a entregároslo.
Moctecuhzuma, prendado por la bella Ameyalli, ordenó de inmediato (1,503 D.C.) que una delegación diplomática acudiera a visitar a Malinali, rey de Tlachquiahuaco, le llevaran ofrendas y solicitarle un ejemplar del codiciado árbol.
-Mi señor el emperador de todos los mexicanos, Moctecuhzuma, envía sus saludos y estos presentes, así como la solicitud de que le sea entregado un ejemplar del Tlapalizquixochitl -expresó el embajador tenochca.
-Malinali, es tan gran rey como el de México. Mixtecos y zapotecos le tenemos como enemigo y si quiere el árbol tendrá que venir por él –expresó el soberbio rey.
La negativa de Malinali fue suficiente para que el invicto emperador mexicano Moctecuhzuma descargara toda su furia contra los ejércitos de quien había osado no acceder al deseo de Ameyalli de tener el bello árbol mixteco.
Malinali, rey de Tlachquiahuaco, hoy Tlaxiaco, Yucuañe, Yucundá, Chalcatongo y Malinaltepec y otros pueblos, sufrió su más grande derrota y sus ejércitos masacrados por los caballeros águila y perdió la vida durante la batalla a manos de los tenochcas.
Una mañana, Moctecuhzuma acudió al jardín botánico de Mexhtli-Tenochtitlan.
-Hermosa princesa Ameyalli, está dispuesta una comitiva que te acompañará hasta Yucuañe (cerro de las Ánimas) para que personalmente tomes el Tlapalizquixochitl y lo traigas a la capital del imperio.
Así, esa misma mañana la princesa partió al destrozado imperio mixteco para recoger algunos ejemplares del codiciado árbol. Éstos fueron plantados en una de las esquinas del jardín y formaron parte de la colección botánica de los tenochcas.
Se dice que el rey acudía con regularidad a ese lugar donde Ameyalli le platicaba cómo eran las tierras de los mixtecos y zapotecos. Sus montañas y cañadas llenas de bosques y plantas multicolores, ejemplares que había traído al altiplano de Anahuac.
Hasta aquí la historia tal como la imaginó Alberto.
Gran parte de esto fue real y varios cronistas, entre ellos Sahagún, así como los códices Florentino y Talleriano, dan cuenta de la guerra que causó un árbol. En su lámina 685a del códice Florentino representan al Tlapalizquixochitl como un árbol de flores con puntos y rayas rojas. Por su parte Barbro Dahlgren señala que “es muy posible que el rey de Tlaxiaco tuviese jardines en Yucuaño, que es de buen riego y de clima más benigno y que, en todo caso, también fue conquistado por Moctecuhzuma”
Pervive la leyenda de que en uno de los patios interiores de Palacio Nacional queda un ejemplar del árbol que costó un imperio y que trajo Ameyalli a Tenochtitlan. También –dicen- se les escucha platicar en náhuatl a Moctecuhzuma y a la hermosa princesa entre los ornatos de un moderno jardín de la actual ciudad de México.
Bibliografía:
Fray Diego Durán.- Historia de las Indias
Fray Bernardino de Sahagún.- Historia General
Barbro Dahlgren de Jordan.- La Mixteca, su cultura e historia prehispánicas