El presupuesto es un laberinto
De los españoles (uno de dos)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Leer las crónicas de la periodista y escritora Norma L. Vázquez Alanís es adentrarse en la historia. Y esta sobre los españoles aceptados por el Presidente Lázaro Cárdenas del Río, rebela perfiles desconocidos. Anteriores. Nos platica en su redacción lo que el historiador Ricardo Pérez Monfort dio a conocer. Coincidimos con ella que al hablar dela inmigración española a México, siempre se piensa en los refugiados venidos de allá durante la Guerra Civil que llevó al poder al general Francisco Franco. No fue así. Desde la segunda década del siglo XX hubo una entrada importante de españoles que no se ha estudiado tanto como la de los republicanos, y que es precisamente de gente perteneciente a la derecha, es decir, de los falangistas. Pérez Monfort, quien pertenece al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), abordó tres temas: los falangistas, los republicanos y el caso del yate ‘El Vita’ que, dijo, ha sido motivo de discrepancias, polémicas y conflictos entre españoles republicanos y falangistas, así como también de la sociedad mexicana que recibió a todos estos inmigrantes.
El primer punto a considerar, a juicio del ponente, es el arribo en 1939 de un gran número de refugiados españoles a Veracruz, a bordo de los barcos ‘Sinaia’ e ‘Ipanema’, que produjo en México una reacción doble; por un lado se les dio un caluroso recibimiento por parte de las autoridades y un amplio contingente popular mexicano los vitoreó y los acogió con amplias muestras de solidaridad, pero por otro, la oposición al régimen de Lázaro Cárdenas y algunos círculos de comerciantes, clases medias y líderes de opinión católica, aprovecharon la ocasión para atacar no solamente a los recién llegados, sino al propio gobierno que los recibía.
Pero sucedió algo inusitado: también los antiguos residentes españoles rechazaban a quienes formaban parte de la inmigración de 1939. Ello era resultado de la reconciliación de las relaciones de México y España durante la década de los 20 del siglo pasado, porque durante la Revolución hubo ciertos desencuentros pues la mayoría de los peninsulares radicados aquí pertenecían a la aristocracia española y con el levantamiento armado hubo muchas propiedades de terratenientes y comerciantes españoles que fueron afectadas; hubo muchas reclamaciones de España hacia los gobiernos revolucionarios.
En los años 20 el vínculo de México con España era más estrecho que con Inglaterra, Francia o Alemania, señaló Pérez Monfort, y por ejemplo, la Guerra Cristera durante la segunda mitad de esa década tuvo un impacto muy relevante en la prensa española; tanto los católicos como la gente de izquierda estaban muy preocupados por lo que pasaba en México; también el asesinato de Álvaro Obregón fue un acontecimiento que acaparó la atención de la opinión pública de Europa, especialmente de la península ibérica.
La llegada a México en 1936 de Félix Gordón Ordás, representante del gobierno de Manuel Azaña, presidente de la Segunda República, propició las mejores relaciones entre México y España, pues dicho personaje era un admirador de Lázaro Cárdenas, quien fue muy sensible a lo que estaba sucediendo en España. Sin embargo, al inicio de la Guerra Civil surgió una polarización de las posturas políticas tanto en la península como en México, donde la clase media estuvo con Francisco Franco, campeón del catolicismo y el anticomunismo, si bien el gobierno y la mayoría de los intelectuales se inclinaron desde el primer momento por la causa de la República.
La primera manifestación de la falange en México se dio en el Casino Español, que reunía a lo más granado de la colonia española y por lo tanto lo más conservador; este círculo hispano a la hora en que se dividió tan radicalmente la sociedad española durante la Guerra Civil se mostró claramente pro franquista y falangista.
Pero algunas asociaciones mexicanas asumieron también la bandera del franquismo rapidísimo, explicó Pérez Monfort -profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM- por ejemplo, la Confederación de la Clase Media Mexicana, la Asociación Mexicanista Revolucionaria, la Liga Pro Raza, la Unión Nacional Sinarquista y el Partido Acción Nacional (PAN) enarbolaron las consignas franquistas y como buenos conservadores siguieron estos lineamientos.
En septiembre de 1936, poco después de la sublevación de los franquistas, la Confederación de la Clase Media le escribió una carta al general Francisco Franco en la que señala: “Vivimos en México tiempos difíciles, semejantes a los que pasó la madre patria en los momentos anteriores al movimiento libertador, aquí como allá el partido de la demagogia quiere destruir todo lo que hay de noble en nuestras tradiciones, aquí como allá pugnan por implantar un régimen de barbarie, nuestro deseo al dirigirnos a vuestra excelencia es solo uno, que en España se sepa el clamor del México consciente que aplaude con júbilo la victoria de la hispanidad, el movimiento de liberación de España es nuestro en la misma proporción que nosotros tenemos sangre española”. Esa asociación la integraban unas 40 personas y su fundador era el ingeniero Gustavo Sánz de Sicilia, personaje que fundó el Partido Fascista Mexicano en 1922, que no fue importante pero sí escandaloso.
Entonces la Confederación de la Clase Media y la Unión Nacional de Veteranos de la Revolución empezaron a apuntalar algunas revistas mexicanas, pero con una connotación pro-fascista muy fuerte: ‘Vida española’ y ’El diario español’.
La falange en México se organizó en 1937 y tuvo constantes relaciones con un personaje de la embajada de España, Augusto Ibáñez Serrano, quien cooptó a los diez miembros de la legación, particularmente a uno de los secretarios, Ramón María Pujadas, quien tenía a su cargo el archivo de la embajada española, que los falangistas se robaron para llevarlo a la embajada en Portugal y desde ahí despachaban, aunque México no tenía relaciones con Franco, los asuntos relacionados con la España franquista y los ciudadanos españoles desde México; fue una historia bastante truculenta.
Estos personajes, que ya son -digamos- los primeros representantes de Franco dentro de la legación española en México, comenzaron a organizarse como falange y precisamente en el Casino Español llevaban a cabo cenas y reunían dinero para la causa. Hacían muchas cosas, pero eran pocos para armar escándalos, aunque sí lograron confrontar a los periódicos mexicanos y generar un proceso de polarización, apuntó el historiador.
Mañana, ocho décadas después.