Genio y figura
Nada ha cambiado
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Todo es cíclico, «exigencia a la repetición» del libro «Cartas del diablo a su sobrino», de C. S. Lewis, el autor cristiano de las Crónicas de Narnia.
El libro que se publicó en 1942 nos lo comenta, al platicárnoslo, la doctora Rosa Chávez Cárdena.
Parece escrita la misma historia en este 2020.
Nada ha cambiado, insistimos.
“¿Y cómo lograste llevar tantas almas al infierno en aquella época?
-Por el miedo.
-Ah, sí. Excelente estrategia; vieja y siempre actual. ¿Pero de qué tenían miedo? ¿Miedo a ser torturados? ¿Miedo a la guerra? ¿Al hambre?
-No. Miedo a enfermarse.
-¿Pero entonces, nadie más se enfermaba en esa época?
-Sí, se enfermaban.
-¿Nadie más moría?
-Sí, morían.
-¿Pero, no había cura para la enfermedad?
-Había.
-Entonces no entiendo.
– Como nadie más creía y enseñaba sobre la vida eterna y la muerte eterna, pensaban que solo tenían esa vida, y se aferraron a ella con todas sus fuerzas.
Incluso si les costaba su afecto (no se abrazaban ni saludaban, no tenían ningún contacto humano durante días y días). O su dinero (perdieron sus trabajos, gastaron todos sus ahorros, y aún se creían afortunados impedidos de ganarse el pan).
Su inteligencia (un día la prensa decía una cosa y al día siguiente se contradecía y lo creían todo).
Su libertad (no salían de su casa, no caminaban, no visitaban a sus parientes…
¡Era un gran campo de concentración para prisioneros voluntarios!
Aceptaron todo, todo, siempre y cuando pudieran superar sus vidas miserables un día más.
Ya no tenían la más mínima idea de que Él, y sólo Él, es quien da la vida y la termina.
Fue así, tan fácil como nunca había sido».
Del libro «Cartas del diablo a su sobrino», de C. S. Lewis, el autor cristiano de las Crónicas de Narnia. El libro se publicó en 1942.
Sí, insistimos nosotros: Nada ha cambiado.
Como prefacio a lo que publicó en 2013. Hace siete años, nos platica lo que aparecerá en su próximo libro, a punto de editarse:
“En cuanto al homicidio de don Manuel Buendía, pienso que cuando fallezcan los sospechosos gruesos que todavía estén vivos, comenzará a saberse la verdad sobre los motivos y los autores intelectuales, aunque ya las suposiciones bien fundadas campean desde hace tiempo en el medio.
El asesinato ocurrió en una época en que el gobierno de MMH tenía dificultades con el de EEUU por el asunto del narcotráfico, en el que -si recuerdo bien- los gringos involucraban hasta a miembros del gabinete.
Salud. Y te reenvío un artículo que escribí hace siete años y está en mis próximos Textos reunidos sobre comunicación y periodismo. A”
Buendía: otro aniversario y más victimados fue el título que dio a su comentario José Antonio Aspiros Villagómez el19 de mayo de 2013
“Durante el siglo XX fueron asesinados en México al menos 97 periodistas, según datos encontrados en el acucioso seguimiento que hace Teodoro Rentería Arróyave para los informes del Club Primera Plana, la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos y la Federación Latinoamericana de Periodistas.
En la lista figuran nombres como los de Ricardo Flores Magón, Héctor ‘El Gato’ Félix, Linda Bejarano, Elvira Marcelo y, el más sonado de todos, Manuel Buendía Téllez Girón, de cuya muerte se cumplirán 29 años este 30 de mayo.
Los homicidios de periodistas -impunes casi todos- han sido motivo de inquietud en la medida que pudieron haberse cometido por lo que publicaron o dejaron de publicar.
Eso constituye -sostienen las organizaciones gremiales- un ataque a las garantías constitucionales de libertad de prensa y expresión.
Ya en el siglo XXI varios periodistas mexicanos amenazados han tenido que esconderse, aceptar escoltas o pedir asilo en otro país, mientras que los muertos igualan o superan en estos escasos 13 años a los de la centuria anterior.
Claro que hay quienes, aun del gremio, disienten del enfoque.
Por ejemplo, en su columna Cristalazo (11-02-2013) Rafael Cardona calificó de “truculencia” o “al menos una exageración”, “eso de equiparar un ataque a las personas con la vulneración de un derecho humano, como la libertad de expresión universal y la garantía de información pública”.
Como sea, Buendía fue muerto por lo que iba a publicar sobre un funcionario amigo suyo al parecer involucrado con el narcotráfico, José Antonio Zorrilla Pérez, quien sigue en prisión como autor intelectual de ese homicidio.
El autor material, Rafael Moro Ávila, está libre desde 2009 y Zorrilla, condenado a 35 años, en su intento de lograr la libertad anticipada obtuvo en marzo pasado un “amparo para efectos”.
Como Zorrilla desapareció los archivos de Buendía, persiste la duda sobre si éste tenía datos de otros altos funcionarios tal vez vinculados con el narco y también iba a divulgarlos, en cuyo caso habría otros autores intelectuales del crimen.
La sospecha es añeja y fue sembrada desde Estados Unidos.
Cuando el periodista Miguel Ángel Granados Chapa falleció en octubre de 2011, dejó inconcluso un libro que finalmente fue publicado con el nombre de Buendía, el primer asesinato de la narcopolítica en México (Grijalbo, 2012).
A pesar de su nombre tan comercial y su portada de color sangre, es una investigación seria sobre el autor de la muy leída columna Red privada.
En un artículo titulado ‘Tras el rastro del veneno que abatió a Granados Chapa’ (fundacionmepi.org), Marco Lara Klahr dice, que según Guadalupe Bringas, quien “trabajó durante décadas con Miguel Ángel”, éste puso tal empeño en terminar su obra sobre Buendía, “que fue lo que lo agotó; trabajó demasiado, mucho más allá de lo que debía, y eso lo llevó al hospital”.
Tal vez en dos semanas más hubiera terminado, acota por su parte Tomás Granados Salinas, hijo de Miguel Ángel, en la ‘Nota editorial’ del libro.
Pero como lo dejó inconcluso, sólo fue posible incluir textuales las preguntas y respuestas de un cuestionario que Granados presentó en 2011 a Manuel Bartlett, quien era secretario de Gobernación cuando fue asesinado Buendía.
No alcanzó a analizarlas”, pero “la argumentación de Bartlett no aclara ni despeja las dudas que lo han perseguido desde 1984”, dice Tomás Tenorio Galindo, quien escribió 39 de las 286 páginas de esa obra para “mitigar algunos vacíos” en la misma.
Se percibe en el libro cierto empeño en aclarar que Manuel Buendía no era “de oposición, pues también abordaba causas del gobierno”, y que cuando publicó su columna en Excélsior no tuvo tratos con el director de este diario Regino Díaz Redondo (el del golpe echeverrista contra Julio Scherer), pues la Red privada llegaba al periódico a través de un servicio externo: la Agencia Mexicana de Información.
El 30 de mayo habrá en el país diversas ceremonias en memoria de Buendía.
Ante los atentados, amenazas, homicidios, desapariciones y falta de seguridad para ejercer el periodismo pese a leyes, fiscalías y comisiones, desde años antes se han convertido en asambleas de denuncia”.
Y, como ahora, no pasa nada. Frase sabia en el pueblo.