Poder y dinero
Y seguimos con Italia
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Nos dice la literata Beatriz Corona que quedan pocos, muy pocos como el gran Héctor Suárez.
Increíble (aunque no) que hayan sido amenazados a punta de pistola él y su familia durante la era EPN.
Más bien, lamentable…
Viva la poca libertad de prensa que queda. ¡Esperemos que sobreviva y reviva! Un saludo desde el Ajusco 😷Beatriz.
Y de otro colega:
“Según yo, la libertad existe solamente en las leyes.
Porque lo que vi, fue que pasamos directamente del control al libertinaje. Como los españoles cuando murió Franco. Desde luego, conozco y reconozco seres profesionalmente responsables dentro de nuestro ámbito, que usan con inteligencia -no con la víscera- la libertad. José Antonio Aspiros”.
Si, nosotros seguimos con otra república Mágica. Italia.
Pero antes la respuesta del señor que vive en Palacio Nacional, a quienes no acaban de entender la 4ª T.
“No lo entienden nuestros adversarios que protestan.
Quieren que yo dimita, que me vaya del gobierno.
Que no coman ansias.
Yo mismo establecí las reglas, porque soy un hombre de principios.
No voy a estar en el gobierno si el pueblo no me apoya. Si el pueblo no me respalda…
“En la elección de 2021, la ciudadanía puede votar para renovar el congreso y elegirá si quiere que regrese el conservadurismo, la corrupción y los privilegios, por lo que respetaré la voluntad popular: AMLO”.
Dejémoslo trabajar.
Si, nosotros seguimos con otra república Mágica. Italia.
Ravello, se encuentra en lo alto de una montaña, lo que le convierte en el mejor mirador de la Costa Amalfitana.
Se trata de un pueblo con una larga historia. Fue fundado en el siglo VI tras la llegada de nobles procedentes de la República de Amalfi, quienes eligieron el enclave precisamente por su situación fácil de defender en lo alto de una montaña.
Convertido en sede obispal, en el siglo XII fue cuando Ravello tuvo su mayor pujanza, alcanzando los 30.000 habitantes (ahora tiene unos 2.500).
Ya en los últimos tiempos Ravello ha tenido fama por ser visitado por importantes personajes, los músicos como Wagner, Peer Gynt, Edward Grieg, Leonard Bernstein y Mstilav Rostropovich, pero también Boccaccio, Virginia Wolf, Gore Vidal y Greta Garbo.
Ahora cuando visites Ravello, lo primero que debes hacer es asomarte a sus miradores, desde donde tendrás excelentes vistas panorámicas de Costa Amalfitana, y en concreto, el pueblo costero de Maori.
El principal monumento de Ravello es su Duomo, una basílica menor fundada a finales del siglo XI, en cuya fachada principal encuentras una gran puerta de bronce del año 1179, de las más destacadas que quedan en Italia.
En el interior, con tres naves, el suelo está inclinado para crear una perspectiva de mayor profundidad.
Pero, sin duda, el rincón más destacado es su precioso púlpito del siglo XIII, de la misma época del campanario.
Está en la cima de la costa Amalfitana cerca de Nápoles, y tiene, desde lo alto, frente al mar, un impresionante auditorio musical.
Después de somera explicación, que nos solicitaron, seguimos con la Bota Itálica y parte de su historia
Lorenzo Boturini Benaduci fue uno de los primeros en promover la coronación de la Virgen de Guadalupe.
Con fervor a todos de la Bota Itálica seguimos con parte de su historia.
Y pedimos a la escritora e historiadora, nos platique más sobre los italianos que llegaron a México.
Primero, nos dice doña Norma Vázquez Alanís, Los que destacaron en la vida pública de México.
Uno de los italianos más destacados del periodo novohispano fue el lombardo Lorenzo Boturini Benaduci, quien llegó al puerto de Veracruz en 1736 con el encargo de cobrar las rentas de la condesa de Santibáñez, pero luego empezó a fascinarse por los documentos precolombinos.
Boturini se dio a la tarea de ‘rescatar’ anales y códices, aunque sus detractores dijeron que más bien los saqueó, porque tomó “prestados” documentos de la biblioteca de Carlos Sigüenza y Góngora y nunca devolvió, sino que los integró a su propia colección, hoy llamada Museo Histórico Indiano.
Dijo también que Boturini fue uno de los primeros en promover la coronación de la Virgen de Guadalupe.
Había debates teológicos muy enconados al respecto y el arzobispado de la ciudad de México veía con desconfianza que un italiano estuviera metiéndose en asuntos dogmáticos, por lo que se procedió a expulsarlo de Nueva España.
En retribución a su obra, el rey lo nombró cronista de las Indias, pero no permitieron que le enviaran sus documentos y muchos de ellos se fragmentaron o se perdieron, otros están actualmente en la Biblioteca Nacional de Antropología.
Boturini murió sin ver coronada a la virgen de Guadalupe y sin publicar su tratado, pero dejó un pequeño bosquejo de las líneas que seguía con su ‘Historia general de la América septentrional’.
Uno de los militares que participaron activamente en la vida política fue Vicente Filísola (Ravello, Italia,1784), invitado por el ejército español a servir en la causa realista contra la insurgencia en Nueva España.
Fue comandante de la División Protectora Mexicana, donde conoció a Agustín de Iturbide, a quien siguió en el sueño imperial.
Con la llegada de los jesuitas a Nueva España en 1572, comenzaron a establecerse colegios para indios, como el del Espíritu Santo en Puebla, o el de San Ildefonso la ciudad de México, que se caracterizaron por la impresión y traducción de materiales para la catequesis, así como textos para la universidad de los sacerdotes que se formaban en Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo en la capital novohispana.
Entre los jesuitas italianos llegados a la Nueva España ya en el siglo XVII, figura Juan María de Salvatierra Visconti, quien estudió en el colegio de Parma e ingresó al noviciado en Génova en 1675, fue enviado al virreinato donde concluyó sus estudios teológicos e impartió clases de retórica en los colegios de la Compañía en Puebla.
Misionero diez años con los rarámuris de Chihuahua.
Fue rector de los colegios jesuitas de Guadalajara y Tepotzotlán.
En 1697 recibió permiso para ir en la expedición a las Californias -ese siempre fue un sueño de los jesuitas- y fundó la primera misión en esos territorios, la de Nuestra Señora de Loreto.
Giovanni Battista Schiappapietra, originario de Liguria, llegó al Nuevo Reino de León, hoy Nuevo León, para participar en la pacificación de “las oleadas chichimecas” y escribió la primera historia del lugar de 1650 a 1790.
Pero, sin duda, uno de los más famosos fue Eusebio Francesco Chini, o Kino, natural del Tirol y ordenado jesuita en Austria.
Él había pedido a su rector espiritual ir como misionero a China, pero la Compañía lo envió a la Pimería Alta (tierra alta de los pimas) como se le llamó a Sonora y Arizona, donde fundó las primeras misiones.
Los italianos que llegaron en siglo XIX fueron principalmente artistas y militares, como Pietro Gualdi, quien realizó el álbum de litografías ‘Monumentos de Méjico’.
Contiene dibujos de muchos edificios de la ciudad capital, de los que no habría memoria si no fuera por sus litografías.
Otro fue Claudio Linati, quien con ayuda de José Gracida, Carlo Satanino y Luigi Brotti de Scagnello, fundó el diario “El iris”, donde publicó la primera litografía que conocieron los mexicanos en su edición del 4 de febrero de 1826.
El más conocido de los italianos en el siglo XIX fue Adamo Boari, ingeniero civil cuyas obras destacadas fueron la parroquia de Matehuala en San Luis Potosí, el templo expiatorio de Guadalajara y en la ciudad de México los palacios de correos y de Bellas Artes.
Cuando Porfirio Díaz llegó a la presidencia en 1880, entre 1881 y 1883 se establecieron seis colonias de italianos en la república mexicana: La Ascensión en la ciudad de México, la Díez Gutiérrez en San Luis Potosí, la Manuel González en Veracruz, la Porfirio Díaz en Morelos y las Carlos Pacheco y Fernández Leal en Puebla.
Por la cantidad de dinero que gastó el gobierno de Díaz en el proyecto se supondría que el presidente tenía la intención de que tuvieran éxito y se desarrollaran, pero -en parte por la corrupción- fracasó y en menos de diez años las colonias desaparecieron.