El presupuesto es un laberinto
Oportunidad en la crisis
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
El mundo está caracterizado por constantes contradicciones. El bien y el mal ocupan un lugar en el todo.
El devenir es el principio en todas las cosas, la realidad es múltiple y cambiante, el universo está formado por contrarios en constante oposición.
Estamos inmersos en una realidad, un durísimo escenario la crisis sanitaria y la crisis económica, el panorama no es nada alentador.
El miedo a lo desconocido provoca ansiedad, coraje, parálisis, nos preparamos para correr o pelear. El impacto emocional se expresa en alteraciones de la conducta.
La forma de afrontar los eventos traumáticos y como los seres humanos se adaptan a las situaciones, depende de varios factores: la educación, la edad, la posición social, la tolerancia a la frustración que se aprendió en familia y en el entorno educativo.
Pasada la tempestad viene la calma, se vislumbra la luz. Es el momento de la resignación de poner los pies en la tierra y aprovechar la seguridad y confianza en nosotros mismos.
La crisis sanitaria creo pánico en todo el planeta, la recomendación fue refugiarse en sus casas.
Los meses de encierro compartiendo noticias alarmistas presentan un panorama desalentador, pocos de los que hospitalizan se recuperan.
El miedo debilita, altera las funciones cognitivas y la falta de confianza en sí mismo.
Muchos se quedaron sin ahorros, su negocio se fue a bancarrota, desesperados, no tienen idea que rumbo tomar.
La sensación es como viajar en un barco que acaba de librar una tormenta, a merced del viento.
La crisis nos ofrece la oportunidad para volver a nacer y renovar la concepción de nosotros mismos como personas.
Cuando elegimos el cambio podemos reconstruirnos a pesar de los malos augurios.
Aceptamos los consejos de la doctora homeópata y sicóloga doña Rosa Chávez Cárdenas cuando explica: Tomemos las enseñanzas de una cultura milenaria como la china.
La crisis para los chinos tiene dos símbolos opuestos: peligro y en el opuesto, crecimiento y responsabilidad.
En plena tormenta perdidos en el océano a punto de hundirnos solo vemos el peligro, nos invade el miedo, el instinto de conservación está en alerta, la lucha por la sobrevivencia nos enfrenta a situaciones extraordinarias. En el primer impacto solo se perciben tinieblas, no se vislumbra la luz y la angustia se apodera de nosotros. La crisis entraña un peligro y el ego se resiste al cambio.
Para recuperarse del impacto tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, no engañarse con: “aquí no pasa nada” permite el proceso: llora, reclama, siente la impotencia, la frustración; cuando te recuperes, suelta, deja ir lo perdido.
“Más se perdió en la guerra” es una forma de consuelo, pero este confinamiento fue una guerra anunciada ya habían advertido de la guerra con un enemigo invisible, parecía ciencia ficción, epidemias en ciertos lugares, pero no una pandemia.
Son tantas las especulaciones. No dice doña Rosa, entre las más acertadas: bajar la población.
Puesto en marcha el experimento, ya se dieron cuenta que funciona, no es necesario utilizar armas sofisticadas que causarían más daño al calentamiento del planeta.
Vamos no intenten luchar como Don Quijote contra los molinos de viento, solo conseguirán agotarse y los cambios siguen su curso.
Entre el fuego, el aíre, la tierra y el agua se efectúa el ciclo de transformación.
La tierra se vuelve agua. El agua, nube y aire. El aíre regresa al principio y se convierte en fuego.
Todo pasa, nada es permanente, la vida nace del fuego y se destruye por el fuego.
Las personas cambian por tres razones: aprenden demasiado, sufren lo suficiente o se cansan de lo mismo.
Confiar en lo que dijo Goethe:
“Si estas comprometido con tu meta, el universo conspira a tu favor para que aparezcan los instrumentos y personas que te permitirán lograrlo”
Para iniciar con el cambio, sal del encierro, ponte en contacto con la naturaleza, despierta los sentidos: que veo, que huelo, que siento, que escucho. No te desesperes, tranquilo, van a llegar las respuestas.