El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Nunca Perder el Buen humor. Como hoy
Algo nos entristece hoy.
Un saldo de tres muertos deja al momento el atentado contra el secretario de seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch, confirmó la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum.
Los tres fallecidos son dos policías y una mujer civil que viajaba a bordo de un auto que se encontraba en la zona al momento del atentado.
García Harfuch tiene heridas leves y está estable en un hospital de la capital del país.
(Algo similar sucedió al general Renato Vega Amador, como jefe de la policía en el entonces DF)
Nuestro Angel de la Guarda, uno de los que nos cuidan. Se lo presentamos. A quienes se preocupan de los males
Nos recuerda al caballo del hortelano, que veía pasar a la yegua y se le saltaban las lágrimas.
Pero, nosotros, seguimos alegres y siempre de buen humor.
Como el colega Jairo Calixto Albarrán que califica a la—el—Boa como lombriz de cólon.
El ojo de la Providencia es un símbolo antiguo hecho de un ojo dentro de un triángulo que está rodeado por un halo de luz.
Todavía se puede encontrar en la moneda estadounidense.
Se cree que se basó en «El ojo de Horus», un antiguo símbolo egipcio del dios Horus, la deidad egipcia con cabeza de halcón.
El ojo se considera una defensa contra las fuerzas del mal y el daño.
Abrimos un paréntesis para saludar a don Jorge Bermejo que nos pregunta.
“Carlos, como has estado, hace mucho que no se de ti, aunque leo todas tus columnas, pero qué es de tu vida.
La verdad es que en mi celular no puedo escribir, siempre piso dos teclas y me la paso corrigiendo– valga el gerundio– lo que escribo, pero sí puedo leer.
Hoy me hice el propósito de escribirte para saber de tu vida, tu salud”.
Al igual que tú que buscas proteger a tus seres queridos y temes por ellos. Les brindas calidez, amabilidad y cuidado a las personas que se encuentran más cercanas a ti.
La tuya es una gran responsabilidad, y nadie lo puede hacer mejor. Eres el protector, el cuidador y el maestro. Si no has estado en estos roles hasta ahora, es posible que desees intentarlo”.
De esto son testigos Jorge Alberto, mi hijo.
Mis dos facultativos.
Y doña Dalia Martínez Serrano, doctora en fisiotepia. Que intenta re habilitarnos físicamente cada semana.
Tenemos presente lo que nos escribió don Teodoro Rentería Arroyave. Hace seis meses. Un trece de diciembre. Y que lo presumimos.
Seguimos vivitos y coleando, con o, según el dicho popular.
Y lo que respondimos sobre nuestra salud, aún quebrantada.
“A mi amigo-hermano-colega, licenciado Carlos Fernando Ravelo y Galindo, en su nonagésimo aniversario de una fructífera vida dedicada a servir a la sociedad.
Por su numen lúcido que a diario nos ilustra con su reconocida columna “En la Nubes” y por su ejemplo de valor y férrea lucha para enfrentar al destino. Salud, querido Carlos”.
No somos alcohólicos anónimos. Bebemos a la luz del día.
Querido Teodoro. Leer tu felicitación, estimula nuestro humor y espíritu, que con apoyos como el tuyo cabalga de nuevo. Pero con más calma.
Les comento, con presunción:
Por instrucciones médicas, del cardiólogo Pedro Iturralde Torres y el geriatra Miguel Angel Ceñal que bien conocen el corazón de este viejo, ya cansado y también su aún propietario.
Nos permiten un “chupito”, al día. Sin acumularse en la semana.
Nuestro hijo y apoyo Jorge Alberto, nos lleva a revisión, con Pedro Iturralde Torres, cardiólogo y el geriatra Miguel Angel Ceñal eminentes figuras médica.
A una pegunta del suscrito sobre la razón de nuestro mal nos responden:
Tienes muchos años y no funcionas tan bien como tu pensar y escribir. Y, luego de tomarnos la presión, el pulso y el ritmo cardíaco nos invitaron bajar nuestro cabalgar de vida.
Sobre todo, después del derrame cerebral que nos impide algunos movimientos.
Nos permiten seguir la costumbre de una a la una, todos los días. Y no hacerlo los domingos.
Con la mano derecha, porque la otra sigue dormidita y en paz.
Don Pedro nos trata desde hace treinta años. Y nos ha mantenido como coche de carreras. Al día. En aparador, sin uso.
Don Miguel Ángel nos ve desde hace cinco.
Pero ese maldito, pero, los años –y ya son bastantitos–no pasan en balde. Se acumulan.
Ambos nos recomiendan:
Los medicamentos deben continuar para tratar de desaparecer o al menos bajar la fatiga que nos acompaña, como una sombra.
En fin, veamos si podemos llegar a los otros noventa, al menos días.
Un abrazo a los amigos por quien brindamos hoy.
Con una a la una. Con la derecha, porque la izquierda hoy descansa.