Mujeres mexicanas memorables (6)
Del escritor Julio Scherer García
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Encontramos su primer libro que, en 1965, publicó Era.
La Piel y la Entraña, la violencia y la ternura de David Alfaro Siqueiros, encuentran en Julio Scherer García al escritor capaz de rescatar la imagen de esta personalidad excepcional.
Emociones, recuerdos, fantasías se mezclan con la soltura que el tiempo adquiere en la memoria.
La infancia, los años de formación, los desastres de la guerra, los momentos de esa claridad que constituye la inspiración, se unen a las evocaciones de los grandes y pequeños personajes que Siqueiros ha conocido como pintor, militante y preso político.
Con estos materiales Julio Scherer García hizo un retrato libre y exacto del también llamado coronelazo.
Este libro que tenemos en nuestra biblioteca nos lo dedicó el 4 de septiembre de 1965 a Bety y a mí, sus hermanos. Textualmente copiamos de la primera hoja:
“Sept 4-65
Para Carlos y Betty con inmensa gratitud por su paciencia y por el atisbo de una hermandad que hoy percibimos Susanita y yo. Julio”
Escrito de su puño y letra.
Nos hace recordar que el nombre de Julio Scherer García es un referente para Andrés Manuel López Obrador. Periodista. Crítico. Amigo.
El presidente reconoce la aportación del periodista en su libro “Hacia una economía moral”, en cuyo epílogo cierra con un fragmento del fundador de la revista Proceso:
“Una nación quebrantada por su corrupción interna, su analfabetismo masivo, su inequidad brutal, su miseria vergonzosa, como es el caso de México, sólo puede fortalecerse en los valores”.
Además de que López Obrador y Scherer eran buenos amigos, para Andrés Manuel, sin duda, Julio Scherer es la referencia de lo que debiera ser un periodista
La amistad entre el político y el periodista ve sus ramificaciones hasta el día de hoy, pues Julio Scherer Ibarra (hijo de Scherer García) es una de las personas cercanas al presidente y consejero Jurídico de la Presidencia.
Y lo culpan de tener un inmueble.
En el discurso del presidente no sólo está el lugar que da a Scherer, también reconoce a Manuel Becerra Acosta, éste último fundador del diario Unomásuno (1977), tras renunciar a la subdirección de Excélsior.
Tal como hicieron muchos colegas el 7 de julio de 1976.
(Entre paréntesis Manue como le dijimos cuando nos apocopó Rave, fue despojado de Uno más Uno, que fundó y desterrado de México. Vivió en Paris, Bélgica y España, donde murió).
Además del trabajo del periódico La Jornada.
Tanto Proceso como el Unomásuno derivaron del golpe a Excélsior.
Obviamente cambiaron el rostro del periodismo en el país, como no se ha hecho hasta la fecha. Y la consolidación se vio en La Jornada y en Proceso por los siguientes años.
En esto tiempos, como antaño, políticos y periodistas se buscan unos a otros, se rechazan, vuelven a encontrarse para tornar a discrepar.
Son especies que se repelen y se necesitan para vivir. Los políticos trabajan para lo factible entre pugnas subterráneas.
Los periodistas trabajan para lo deseable hundidos en la realidad.
Entre ellos el matrimonio es imposible, pero inevitable el amasiato.
Platicaba Julio Scherer García a sus amigos Alberto Ramírez de Aguilar, Manuel Becerra Acosta y Carlos Ravelo Galindo, desde el balcón de su despacho de Reforma 18, como director general
del Periódico de la Vida Nacional.
Se inició en el periodismo como reportero de asuntos políticos, en el diario Excelsior, en 1951, del cual fue sucesivamente jefe de información, subdirector editorial y finalmente su director, de 1968 a 1976.
Nosotros, como presidente electoral del consejo de administración de la cooperativa, le dimos posesión.
Reemplazo a don Manuel Becerra Acosta, padre de Manue, a su muerte súbita.
Tras el «golpe» a Excelsior, orquestado por el entonces presidente Luis Echeverría, Scherer salió del periódico junto con un numeroso grupo de reporteros y colaboradores, entre ellos Vicente Leñero, Carlos Monsiváis, Manuel Becerra Acosta.
Muchos de ellos regresaron al Excélsior que dirigió 25 años Regino Diaz Redondo, del cual fue despedido por querer vender la cooperativa a Olegario Vázquez Raña, en mil millones de pesos.
Años después, con Vicente Fox como presidente, en 2003, con la ayuda de Marta Sahagún, se vendió a Vázquez Raña en 250 millones de pesos.
Los mil cooperativistas que sacaron a Regino de Reforma 18, como él hizo con Julio Scherer García, recibirían, no el millón, sino apenas 250 mil pesos. Y no todos.
Ramírez de Aguilar que lo acompañó como Gerente General. Murió de cáncer, en el IMSS en 1970.
Ravelo, con Bety, estaba en Europa.
Con muchos de ellos Julio fundó la revista Proceso, que dirigió entre 1976 y 1996 y de la cual fue presidente del Consejo de Administración y accionista principal.
Compartió el seudónimo de «Julio Manuel Ramírez», en una columna colectiva con Manuel Becerra y Alberto Ramírez de Aguilar.
Algunas frases que muestran la postura de Scherer sobre la profesión.
-«La modestia es moneda falsa en nuestro trabajo. No existe periodista sin su sueño de cabecera: La noticia o el reportaje que lleve a la historia. Así somos todos».
-«Al periodista lo avalan los hechos. Sin ellos está perdido».
-«La obsesión es un círculo, la voluntad una línea recta que rompe el círculo o se degrada».
-«En nuestro oficio sabemos que no hay manera de resistir un suceso. Es el vacío que se abre. Se traga al reportero, al cartonista, al escritor hecho en la tinta de la información»
-«El periodista escudriña, busca el diálogo, apela al testimonio».
-«La cirugía y el periodismo remueven lo que encuentran. El periodismo ha de ser exacto, como el bisturí».
-«La libertad es una lumbre que necesita de muchas lumbres para ser lumbre verdadera».
-«Suele decirse que Proceso nació para la estridencia. Ciertamente no somos moderados, pero el país no está para la crítica prudente a la que muchos se acomodan».
Julio Scherer García, periodista, destacó por sus libros de entrevistas y reportajes: La piel y la entraña, semblanza del pintor David Alfaro Siqueiros, a quien entrevistó cuando éste estuvo en la cárcel, retratando sus facetas de político, de artista y de hombre.
A partir de su propia experiencia como periodista, narra sus encuentros con los presidentes de México, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid, en Los presidentes, obra en la que resalta la personalidad de cada gobernante, así como las características del presidencialismo mexicano.
El poder. Historias de familia descubre los vínculos secretos de la familia gobernante y de un sector corrompido de la prensa, durante el sexenio de José López Portillo.
Estos años narra sus experiencias como director de Proceso durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, así como sus consecuencias, en Salinas y su imperio.
Aborda la corrupción carcelaria en nuestro país en la trilogía Cárceles, Máxima seguridad y Máxima seguridad.
Almoloya, Puente Grande.
Con Puente sin fin ha iniciado el recuento de sus memorias.
En Pinochet. Vivir matando, recrea la vida del dictador chileno, donde se oyen las voces de su hija y de sus compañeros de armas, pero al mismo tiempo la de Salvador Allende y los desaparecidos en el golpe de Estado de 1973.
Parte de guerra 1 y Parte de guerra 2, son relatos documentados de lo que vivió en el movimiento estudiantil de 1968.
Y lo seguimos aún en su extensa prosa, acumulada en sus libros.