Escenario político
Me llamo Leona y quiero ser una fiera libre
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Bien dice nuestro compadre el abogado de Camargo, Chihuahua Ismael Villa Salcido, con permiso de Cecilia, su esposa de siempre, en torno al Mañanero:
“Y sigue siendo, valemos el gerundio, pésele a quien le pese, el REY
Acabamos de leer también en Candelero del colega Abraham Mohamed Zamilpa.
“Felicitaciones nos acaba de reclasificar la Organización Mundial de la Salud, así:
1- Menores, de 0 a 17 años
2- Jóvenes, de 18 a 65
3- Edad Media, de 67 a 79
4- Viejos, de 80 a 99 y
5- Mayores de larga vida. Después de los 100 años”.
Como don Fausto, con 103, añadimos con integridad, y con brindis a la una con una. Amen.
Y seguimos con esa frase. Una frase de su infancia la define cabalmente:
“Me llamo Leona y quiero ser una fiera libre
Fueron muchas, no sólo dos, las heroínas en las filas insurgentes y doña Norma Vázquez Alanís, historiadora impar nos platica con su amenidad del conversatorio ‘Mujeres de la Independencia de México’ convocado por el Centro de Estudios sobre la Mujer de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), patrocinada por la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿Qué hacemos nosotros ahora por México, para que resurja?
El ser académicos nos obliga a difundir la otra visión de la historia de México.
El rol femenino en ese movimiento insurgente, ha sido poco estudiado pero muy importante porque ellas formaron una intensa red de correos y es necesario recuperar sus historias.
A esta red perteneció Leona Vicario, quien se convirtió en Benemérita Madre de la Patria.
Nacida en la capital de la Nueva España, participó en tertulias literarias, su objetivo fue que la sociedad pensara, y su actuación en el movimiento fue por su infinito anhelo de tener una patria libre.
Su misión también fue proporcionar noticias sobre los insurgentes a sus esposas.
Simultáneamente, Leona comenzó a colaborar en periódicos con artículos sobre política, asunto del que sabía mucho porque era una persona ilustrada y es considerada la primera mujer periodista de México, aunque sus textos los firmaba con seudónimo.
Siempre fue una ciudadana intachable y una defensora férrea de la causa libertaria con una inteligencia intuitiva. Una frase de su infancia la define cabalmente: “Me llamo Leona y quiero ser una fiera libre”.
Un episodio casi desconocido del periodo independentista fue relatado por la maestra en derecho Elizabeth Rembis Rubio, presidenta de la ANHG.
Tres mujeres amigas de Leona Vicario que participaban también en el movimiento, llevaron a cabo la proeza de sacar de la ciudad de México una imprenta completa desarmada escondida en sus vestidos; posteriormente metieron las piezas en melones y sandías para hacerlas llegar a José María Morelos y Pavón.
Otras participantes en la insurgencia fueron Petra Arellano, quien financió con su herencia al movimiento y contribuyó directamente en las fugas de algunos combatientes mediante recursos para que sobrevivieran.
Así como Rita Pérez, la esposa de Pedro Moreno, quien junto con sus cuñadas e hijos siguió a su esposo en la lucha armada.
Contribuían a cuidar enfermos y heridos, y preparaban la comida. Rita participó en el sitio del Fuerte del Sombrero en Guanajuato.
Rembis Rubio expuso que el Congreso de la Unión tiene registradas 212 mujeres que participaron en la lucha de Independencia, muchas de las cuales estuvieron presas en conventos o en las llamadas Casas para Recogidas.
Entre las protagonistas de la gesta independentista se encuentra Manuela Molina, ‘La capitana’, una indígena de Taxco que formó un grupo para unirse a Morelos y fue partícipe del Sitio de Cuautla.
Se le concedió el cargo de capitana y logró poner en fuga a los realistas.
Asimismo, están Tomasa Estévez y María Luisa Martínez, quienes escondían a los insurgentes en sus casas y eran espías con los realistas para dar información a los alzados.
Martínez fue acusada de llevar noticias, víveres y recursos a los líderes del movimiento y fue fusilada en Michoacán.
Contrario a lo que podría suponerse, la contribución de las integrantes femeninas en el movimiento libertador fue copiosa, aunque sólo algunos nombres han sido rescatados por los investigadores, apuntó la presidenta de la Academia Nacional de Historia y Geografía.
La esposa del coronel insurgente José María Rivera, María Fermina Rivera, acompañaba a su marido a los campos de batalla; ahí tomaba el fusil de algún herido y abría fuego con la misma valentía que el mejor soldado.
Murió en acción en Chichihualco al lado de Vicente Guerrero.
Por su parte, Manuela Herrera, huérfana de madre, quemó su hacienda para que los realistas no encontraran recursos y alojó a Francisco Javier Mina en el rancho El Venadito donde ambos fueron hechos prisioneros.
El compromiso del segmento femenino de la población indudablemente contribuyó al triunfo de la causa independentista.
Altagracia Mercado formó una división y fue la cabeza al enfrentar a los realistas.
En uno de los combates fue encarcelada, pero el coronel que comandaba la aprehensión ordenó dejarla libre porque -dijo- «mujeres como esas no merecían morir».
Guadalupe Rangel de García atacó un convoy realista para quitarle las armas y también un grupo de mujeres de Miahuatlán, Oaxaca, asaltó un cuartel realista para llevarse el arsenal, mismo que hicieron llegar a los insurgentes.
¿Qué hacemos nosotros ahora por México, para que resurja?
Nos obliga a difundir la otra visión de la historia de México.
Y transmitirlo a las nuevas generaciones.
Como hacemos con su ayuda doña Norma.