Abanico
Sería imperdonable
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Hoy somos dueños de la palabra. Todo menos el silencio que padecimos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró hoy que las conferencias matutinas no constituyen acciones de propaganda.
El mandatario recordó que el objetivo de las mañaneras es sólo el de informar a la sociedad.
Por su parte, el titular del INE, Lorenzo Córdova, respondió que no se propuso cancelarlas.
“Ante la desinformación difundida sobre la transmisión de las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, hay que aclarar a la opinión pública que nadie ha propuesto suspenderlas o cancelarlas”, declaró.
Coincidir con lo que expresan los colegas, es manifestar nuestro punto de vista.
Hoy somos dueños de la palabra, de una palabra que confronta cada mañana al poder presidencial.
Por eso quienes más perderíamos con la pretensión del INE de silenciar las mañaneras seremos los mexicanos que hemos asumido la libertad de expresión con ruido, con estridencia, con vocablos tabasqueños, con críticas y hasta ofensas.
Coincidamos con la periodista, escritora, Isabel Arvide, quien nos brinda su punto de vista desde el consulado que atiende, allende el mar.
Habla, con propiedad y tino de “las mañaneras” a las que todos los mexicanos, los que aplauden y los que despotrican, estamos pendientes.
Nos enteramos de lo que queremos saber y no publican diarios, no todos, o dicen en radio o televisión.
En Sin gafete/ Isabel Arvide/Quadratín. México, escribe:
¿Callar a López Obrador? Cada palabra, cada acto, cada intención, incluso cada pronunciación equivocada, es un ejercicio de comunicación política en Andrés Manuel López Obrador.
Es el mejor comunicador que hemos conocido en la historia moderna del país. Un hombre que maneja empatía, autenticidad, discurso. Que convierte en imágenes lo que dice, que hace que millones de mexicanos vean lo que enumera, y que, sobre todo, provoca esperanza en millones de mexicanos que fueron marginados de toda realidad por los gobiernos que lo antecedieron.
Pretender callar al presidente que dice, que dice cada instante de su día, que dice a cada paso que da, es un sacrilegio. En todas las acepciones del vocablo.
La intención del INE, del cuestionado titular, Leonardo Córdoba, de silenciar las “mañaneras” es inaceptable.
Primero porque significa una infinita falta de respeto a las mayorías que cada mañana están pendientes de los dichos presidenciales, que siguen estas conferencias de prensa a veces hasta con reverencia, como quien va a misa.
Esos millones de mexicanos existen. Y su voluntad es importante.
Por respeto a la investidura presidencial, al gobierno que encabeza López Obrador. Jamás se hubiesen atrevido con anteriores mandatarios a estas acciones, ni siquiera intentaron investigar todas las ilegalidades mil veces señaladas, que van desde aquellas tarjetas rosas repartidas a votantes hasta infinidad de cochinadas que llenaron páginas y páginas de todos los diarios.
¿Qué instituciones queremos los mexicanos?
Esta decisión arbitraria, que no deberá progresar, obliga al análisis sobre la existencia del Instituto Federal Electoral como lo conocemos, incluyendo los altísimos salarios de sus protagonistas.
¿Realmente son garantía de imparcialidad y legalidad en las elecciones?
¿Es que no podemos, como sociedad, cuidar nuestras elecciones sin su interesada participación?
¿De verdad, seguimos como niños que deben ser vigilados por sus mayores?
En su momento el INE significó una opción de cambio necesaria. En su momento, hace muchos años.
La soberbia con que Lorenzo Córdova, con leyes a modo, dictamina que millones de mexicanos somos tontos e influenciables, que escuchar al presidente de la República obliga a un voto contra toda razón, es un agravio que no merecemos.
Las “Mañaneras” son, han sido, la invaluable oportunidad de cuestionar al gobierno, al mismo presidente de la República.
Son el mejor ejercicio de libertad de expresión, aprovechado o ignorado por periodistas y medios de comunicación.
Son, han sido, la mejor expresión del cambio político que vivimos al poner de cara a los críticos al primer mandatario.
Me consta la inmensa libertad que existe en ese espacio de diálogo, y la oportunidad inmensa de confrontar al poder político con la realidad.
Así fue por unos días, silenciar lo que ahí se dice, lo que todos, periodistas y presidente, ahí dicen, es un retroceso inaceptable.
Hemos caminado muchos años en silencio, sin oportunidad de preguntar, denunciar, cuestionar, puntualizar las acciones, los faltantes del gobierno en turno.
Ese silencio es, todavía hoy, una tributación que nos pesa.
Fuimos sumisos a los gobernantes en silencio, y quienes nos atrevimos a romper el silencio pagamos precios muy altos.
Hoy somos dueños de la palabra, de una palabra que confronta cada mañana al poder presidencial. Por eso quienes más perderíamos con la pretensión del INE de silenciar las mañaneras seremos los mexicanos que hemos asumido la libertad de expresión con ruido, con estridencia, con vocablos tabasqueños, con críticas y hasta ofensas.
Tiene toda la razón:
Todo menos el silencio que padecimos.