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Libros de ayer y hoy
EN LAS NUBES
Se acaban los viejos. No por el virus
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Siempre oportuno el escritor Jorge Herrera Valenzuela destaca:
Se acabó el mes que tuvo 4 domingos, 4 lunes, 4 martes, 4
miércoles, 4 jueves, 4 viernes y 4 sábados.
Este febrero está clasificado dentro la sincronía numérica y no es
ningún milagro bíblico como muchos lo considera.
Una situación similar se dará en los años 2027, 2038 y 2049.
Si Dios lo permite, a mis 90 años, veré el del 2027.
Sin duda alguna amigo y colega. Estás aún chamaco.
A su vez nos recuerda el compadre Raúl Basurto Morales, con
sus 99 años, y avecindado en su rancho de La Paz, BCS qué luego de
enero el 28 de febrero, se acaba el desviejadero.
El virus nos hizo los mandados
Como también a las viejas.
Ojalá y sea cierto.
Nosotros con casi 92, sabemos –sabia virtud de conocer el
tiempo– que el ser humano es inconformista por naturaleza.
Pero presumimos lo que nos responden los lectores.
Una de ellas doña María Teresa Guevara de Willy Calvillo se
excede, lo que nos sonroja, al decirnos:
“No me cabe la menor duda. Con ustedes aprendo más de
Historia que en la escuela. Y mira que yo me jactaba de saber mucho
Cada vez que leo sus escritos me doy cuenta que son erudito, y
al son que te tocan bailan.
No cabe duda, tu eres mi Héroe”.
O como nos explica la poeta Rusia MacGregor en torno a los
idos.
Carlos qué te puedo decir? La vida corre. Nos trae y nos lleva
por caminos insospechados.
Qué cosa vivimos y por qué
Sólo Dios lo sabe Carlos querido.
Recordemos con todo nuestro amor a quienes se nos
adelantaron. Siguen con nosotros en lo más profundo de nuestros
pensamientos.
Elizabeth Kübler, tanatóloga y psiquiatra, de quien seguramente
has oído hablar, dice en uno de sus libros que quienes ya nos dejaron,
llegarán a recibirnos cuando sea nuestro viaje al más allá.
Mientras tanto, a cuidarnos, a disfrutar de nuestra gente, sean
familiares o amigos.
Todo está escrito, dicen los herméticos.
Yo digo que los tiempos de Dios son perfectos. Nunca he creído
en un Dios que castiga, sino en uno muy amoroso y bondadoso, que
algún día nos recibirá en su Reino.
Mientras tanto, disfrutemos de lo que nos toque vivir en este
mundo y cuidémonos hasta donde sea posible.
Toda la razón encierra lo que afirmas.
Por ello, el afán de buscar y anhelar un futuro mejor, a menudo,
no nos permite deleitarnos con el presente y todo lo que eso
incluye: nuestra familia, amigos, profesión, y reírnos de los chistoretes
que nos platican y ahora, compartimos.
Una viejecita llega a la iglesia y va directo al confesionario.
Padre, perdóneme. He pecado”.
Hija, dime ¿cuáles son tus pecados?” –
Temo que la tentación se ha apoderado de mí”
¿Qué te pasó hija?
Padre, cada que hablo con un hombre siento algo en el cuerpo
que no puedo describirlo con palabras”.
Hija, pero si yo también soy hombre”
Por eso he venido con usted padre”
¿Qué es lo que sientes ahora?”
Que mi cuerpo quiere relajarse y quedarme tendida en el piso
hasta que se me pase la tensión, siento un calor que no se mejora con
nada y creo que lo único que puede ayudarme es el calor humano”
¿Y cómo puedo ayudarte con eso hija?” –
“Me ayudaría que un hombre como usted me estruje en sus
brazos y me brinde el alivio que necesito”
Perdóname hija, pero antes que nada tengo que saber tu edad”
Tengo ochenta años, padre.
Entonces puedes irte en paz,
lo tuyo son las REUMAS.
Y este otro
Un día se entregan tres cadáveres a la morgue, cada uno con
una sonrisa en el rostro.
El funerario examina a cada uno de ellos y dice quiénes son y la
causa de su muerte.
“Primer cuerpo, el francés, de 60 años, murió en la cama con su
amante, de ahí la sonrisa en su rostro.
En segundo cuerpo, el irlandés, de 30 años, ganó mil euros en la
lotería, se lo gastó todo en whisky y murió por intoxicación por alcohol,
de ahí la sonrisa en su rostro”.
El inspector luego pregunta:
«¿Qué pasa con el tercer cuerpo?»
El funerario dice:
«Ah, este es quizás el más interesante de todos.
Es Justin, de 65 años, un político. Fue alcanzado por un rayo».
«¿Por qué sonríe entonces?»
«Pensó que le tomaban una foto».
Uno más que nos recuerda una frase de nuestro compadre
Basurto. Vendía medicamentos a los galenos.
“Me encanta el olor a orina, dijo el facultativo”.
Luis está en una cafetería con un café en la barra, cuando llega
otro hombre y se sienta también a tomar un tecito.
Luis le dice al hombre “sabes amigo, tengo un trabajo muy
jodido”. – “¿Qué haces?” tu. Le pregunta el hombre –
“Soy repartidor de pizzas, y me encantan las pizzas, pero sabes
lo difícil que es ver una, olerla y no poderla comer”.
“Te entiendo perfectamente”, le dice el hombre. –
“A mí me sucede lo mismo”. –
“¿También eres repartidor de pizzas?”, le pregunta Luis –
“¡No mucho peor, yo soy Ginecólogo!”
No lo entendimos. Mejor a otro.
Un ladrón entra a un banco, apunta con el arma a la cajera y le
pide que le de todo el dinero. Una vez que obtuvo su botín, se da la
vuelta y le pregunta a uno de los clientes:
“¿Usted me vio robar?” – “Sí pero de reojo”, le responde el
hombre. El ladrón le dispara en la pierna y lo deja herido.
Después se voltea hacia otra mujer “¿Y usted señora me vio
robar?” – “No, yo apenas si vi su silueta”, le dice la mujer
El ladrón dispara nuevamente y la deja herida.
Por último, se voltea y ve a una familia y le pregunta al hombre –
«¿Y ustedes me vieron robar?
A lo que el hombre le contesta: –
“Mire le juro que yo no vi nada, pero mi suegra sí lo vio todo y hasta lo
grabó con el teléfono”.
Y agregamos como epílogo:
La felicidad y la alegría pueden significar cosas desiguales en
diferentes lugares.
De hecho, pueden simbolizar mucho para algunas personas.
Todos obtenemos alegría de diferentes cosas, pero puede que
se sorprenda de lo diferente que otras culturas conceptualizan este
ideal tan evasivo.
Se entiende, verdad.
Sí, la risa.
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