Corrupción: un país de cínicos
Amistad es hacer el bien
Cierto José Antonio, recordar es vivir. Y comentarlo un estímulo al pasado glorioso:
“Estimado amigo. Luego de leer tus Nubes de hoy, y de recordar las experiencias de un primo mío en el Colegio del Aire (militarizado, en Zapopan), agradezco que mi abuelito-tutor no me haya inscrito en la Academia Militarizada México, como era su deseo.
La disciplina castrense no es para mí; como también lo constaté cuando hice el Servicio Militar Nacional a los 15 años. Los superiores humillan mucho a sus subalternos, algo que yo no soporto.
Por lo demás, mientras que tú trabajaste en un taller de herrería a los 13 años, yo lo hice a los 16 en uno de cerrajería y radiotécnica (en ese tiempo hice un periódico mural y dos impresos), y si luego laboraste en el Banco General de Capitalización, yo fui mensajero en el Banco Capitalizador de América (Av. Juárez) antes de cumplir los 17 (cuando ya escribía artículos y notas).
Con esos trabajitos ayudaba a mi abuelita, ya viuda, a solventar al menos algunos de los gastos que hacía conmigo porque ya estaba estudiando periodismo y había que erogar para colegiatura, libros y pasajes.
Como en la escuela pedían los trabajos a máquina, mi abuelita erogó la fortuna de 500 pesos para comprarme una Remington 12, usada.
Y como verás, en estos relatos de mi pasado nunca menciono a don F. Él sólo fue progenitor. Salud. A”.
Demos también la bienvenida a don Domingo Beltrán por elocuente comentario:
“Pues sí, el machismo predomina en la mayoría de las culturas ancestrales y actuales, las mujeres pueden preciarse de controlar al género opuesto porque sus metas, prejuicios, medios, sensibilidad, percepción, etcétera, son totalmente diferentes al de los hombres.
Sin embargo, el sistema está diseñado para ser administrado y ejecutado por hombres.
Mis respetos por siempre a la mujer como ser, como persona, como profesionista, como madre, como pareja.
Tuve madre, conocí una abuela, tengo pareja desde 1978, tengo hermana, primas, sobrinas, hija y bastantes amigas con las que compartir y debatir los alcances del matriarcado oculto. Saludos desde el charco de Tuxpan Guerrero”.
Nosotros en honor a ellas, nos atrevemos a publicar unas redondillas de Sor Juana Inés de la Cruz.
Habla, con elocuencia de ambos géneros. Ellas y ellos.
Cuánta razón de la décima musa, como se le conoció, conoce y conocerá, por la profundidad de sus pensamientos sabios.
Ella murió muy joven.
“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis:
Si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el niño que pone el coco y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis.
Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada
Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas.
Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído.
O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar.
Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Y luego de esta armonía.
Con apego a todo un arte. Veamos con prudencia algunos ejemplos a seguir y crear la simpatía.
Aprender el nombre de las personas. Estudiar los gustos ajenos. Pensar bien de todo el mundo. Tener la manía de hacer siempre el bien. Sonreír con ganas o sin ellas.
Multiplicar el saludo. Visitar a los enfermos. Prestar libros, aunque se pierda alguno. Hacer favores y concederlos antes de que nos pidan. Olvidar las ofensas.
Soportar a los pesados y a los que nos caen mal. Tratar con antipáticos. Responder los correos. Animar a los viejos o muy grandes –ojo—de edad. Y ponderarlos. No contradecir en las reuniones, sin razón sólida.
Acudir puntualmente a las citas. Mandar en tono suave y no gritar nunca. Dar buenas noticias. No contradecir por costumbre -ojo-y platicar de cosas buenas.