Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
La ausencia de corrupción
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Si nos lo preguntaran a nosotros cómo quieres morir, tendríamos
una sola respuesta: de viejo.
La muerte sin fin es otra forma de matar al ser humano sin
juzgarlo
Los condenados a muerte, no son otros sino los que la sociedad
expulsó de sus dones, seres que se vengaron conscientes o
inconscientes de un sector que los orilló.
Los humanistas siempre han sostenido que la mejor forma de
eliminar el delito son la justicia y la igualdad.
Y, por supuesto la ausencia de corrupción.
Los millones de seres que en el mundo no han encontrado esos
factores, son también condenados, por la pobreza, las enfermedades,
el desprecio.
En México, los miles de muertes que produce el crimen son
parte de esa iniquidad y corrupción.
Con 70 millones de pobres que dejaron los anteriores gobiernos,
muchos de los cuales han caído en las garras del virus, otros fueron
condenados a muerte sin ser juzgados, por su propia condición
empobrecida.
La justicia no entra, pues, a través de la ejecución sea por silla
eléctrica, paredón o inyección fatal cuando se puede. Sino con
acciones que hagan equitativa la vida del ser humano.
Doña Teresa Gil, escritora genial, hace la siguiente crítica a la
terrorífica decisión que tienen los condenados a muerte en Estados
Unidos de escoger la forma de morir.
Brutal violación a los derechos, imponer la forma de decidir el
método para morir.
Es de lesa humanidad.
Junto con la pena de muerte que un estado al no ser dueño de la
vida de sus integrantes no puede aplicar, el decidir la forma de morir
es una burla brutal a todos los derechos humanos.
Esos seres están ante la vieja frase del poeta, si saltas pierdes y
si no, perdiste.
No hay salida para ellos, solo escoger lo que les acomode.
En un mundo en el que 56 países aplican la pena de muerte y 28
la han pospuesto, las doctrinas humanistas no han logrado penetrar
aún en el afán de venganza de gobiernos y sociedades, mientras
paradójicamente la muerte externa dolosa se agudiza cada día.
Es cierto que muchos países en el mundo han cancelado o
pospuesto la pena capital y que en Estados Unidos ya son 21 estados
los que se han reprimido.
Había en el mundo hace año y medio, con datos de CNN, 26 mil
600 condenados a muerte que esperaban su aplicación.
En el Caribe llama la atención que Cuba mantenga esa sanción
y que en las mismas condiciones estén todos los países de ese
entorno.
En América del sur, hay un bamboleo macabro entre los tipos de
delitos, por lo general graves, que ameritan su aplicación, según leyes
y juzgadores. México, que dejó de aplicarla desde 1961, la eliminó
constitucionalmente hasta 2005.
La opción que acaban de poner a los condenados el estado de
Carolina del sur para decidir la forma de morir, en la silla eléctrica o
pelotón, ha exhibido el bajo grado de humanismo que existe en los
países que se dicen democráticos como el del norte o que profesan
religiones muy acendradas como Irán.
Aparte de Carolina del sur, en Estados Unidos hay otros estados
que están presentando la opción de escoger como morir a sus reos. Al
contrario de Nueva Hampshire que abolió la pena de muerte por
cuestiones morales.
En un encuentro sobre el tema en 2010, la penalista Olga Islas
de González Mariscal, académica de la UNAM, hizo un recorrido sobre
esa pena en México dice que la de muerte, injusta, no ejemplar,
irreparable e innecesaria
Tratada en diferentes códigos penales de los estados, sobre
todo, el primero de ellos, en Veracruz en 1835 y puso énfasis en el
llamado código Juárez, federal, de 1871, en el que legisladores
consideraron la pena de muerte ilegítima injusta, no ejemplar,
irreparable e innecesaria.
Pese ello, por las condiciones que vivía el país, se introdujo en la
legislación. Lo mismo ocurrió con la Constitución de 1857.
Lo que llama la atención es la sensibilidad de algunos
legisladores al rechazar desde entonces ese mecanismo fatal, y
considerar lo poco que significa a la hora de desterrar el delito. Lo
mismo que ocurre con las penas muy altas.
Se consideraban en todo caso delitos muy graves como traición
a la patria en tiempos de guerra.
Los protocolos posteriores a los que se adscribió la ONU y que
también menciona la jurista, son tajantes respecto al uso de esa
sentencia y en muchos casos, incluyendo algunos que se crearon en
convenciones americanas y que tiene en su poder la OEA, son
determinantes al prohibir a “sus estados parte…” aplicar la pena de
muerte.
Al referirse a la muerte, sus muchos avatares y destino del ser
humano, irremediable, José Gorostiza, el poeta y diplomático
tabasqueño (1901-1973) lanzó su gran poema, Muerte sin fin en 1939
(Fondo de Cultura Económica, Edición Tezontle 2001).
Aquí, una de sus partes:
Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga
mentido caso,
por su radiante atmósfera de luces,
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire;
mi torpe andar a tientas por el lodo.
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