La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Los bárbaros
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Nosotros somos enemigos de utilizar el gerundio. Y recomendamos en un trabajo gramatical publicado en “Introducción a la gramática periodística, el despiporre intelectual”, respetarlo. Porque en muchos casos destruye la prosa.
El texto –páginas 95 a la 105– que aplicamos don Alberto Ramírez de Aguilar (+) y el suscrito, con el título “Para mejorar la ortografía y su utilización”.
El gerundio termina en ando, iendo o endo. Y es un derivado verbal que hace oficio de adverbio. Expresa coexistencia o anterioridad inmediata
(Andando los caballeros lo más de su vida por florestas… Los caballeros tendiendo por el suelo unas pieles de oveja, aderezaron su rústica comida)
El gerundio nunca puede denotar posteridad.
(Llegaron a su casa teniendo que retroceder)
Saber usarlo es de sabios, concluimos.
Sandro Cohen dice que, en materia de conocimiento del idioma, “hay muchos autores que lo son porque Dios es grande” pues no tienen estilo aunque aleguen que sí, porque “los vicios no son estilo“. Y señala que “los correctores tienen la obligación de saber más que sus corregidos”; y como “nadie es perfecto, los correctores de textos son necesarios.
Al respecto el literato y maestro en la corrección, el licenciado José Antonio Aspiros Villagómez nos informa que tienen 16 usos correctos los gerundios que Gabriel García Márquez llamó “bárbaros”.
Y nos lo explica así:
En el primer Congreso Internacional de la Lengua Española (Zacatecas, 1997) el premio nobel de literatura Gabriel García Márquez pronunció un discurso de 777 palabras, de las que sólo unas cuantas quedaron en la memoria colectiva y en el disgusto de los académicos: “Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna”.
El famoso escritor puso ese y otros reclamos en un amplio contexto y en “botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que le lleguen al dios de las palabras”. Desde luego no han llegado pero la ortografía sigue aterrorizando a los humanos, muchos de los cuales creen, por ejemplo, que si escriben todo con mayúsculas se salvan de poner acentos si no saben dónde van.
Aunque, a decir verdad, García Márquez no sabía hace 14 años que a los hoy adictos a las redes sociales lo que menos les importa es escribir con corrección y hasta han inventado un nuevo lenguaje con el pretexto de la velocidad y la brevedad. Eso sí, hizo el exhorto de que “asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir”.
Y recordamos aquel discurso, porque el novelista colombiano también propuso que “negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros”, esos que tanto temen unos y utilizan otros, generalmente mal (“estoy de viaje regresando el martes”; “aceptó los cargos pidiendo clemencia”), y el tema coincide con la clínica titulada ‘Penas y glorias de un gerundio en estado de sitio’, recién impartida.
En efecto, durante el primer Concilio Nacional de Correctores celebrado el pasado fin de semana, el escritor y profesor universitario Sandro Cohen resumió en dos horas sus varios años de estudios en torno a esa forma verbal -el gerundio- que, dice el Pequeño Larousse, “proporciona una especie de flexión al infinitivo”.
Ante un público formado por correctores profesionales de textos, el autor del libro ya en su sexta edición Redacción sin dolor citó 16 “usos legítimos” y, en contraste, unos pocos en los que se emplea mal -pero muy seguido- ese recurso de la gramática que también tiene “carácter adverbial” (DRAE).
Cohen -poeta, traductor y editor- dijo que el llamado gerundio de posteridad hay que evitarlo siempre a pesar de que es “el pan nuestro de cada día”, y agregó que “los abogados son los mayores perpetradores del crimen gerundiano”. Y con razón: escriben textos tales como “Téngase al promovente presentando escrito de oposición, desahogándose así la vista otorgada en razón del acta (…) haciéndose del conocimiento del promovente…”. Qué bárbaros.
Señaló asimismo que cierto uso del gerundio que abunda en los textos burocráticos y periodísticos, es considerado poco elegante por la Asociación de Academias de la lengua, incluida la mexicana “que es muy conservadora”, pero “basta esta observación para poner su empleo en tela de juicio”.
Recomendó revisar lo que indica sobre el tema el volumen dos de la Nueva gramática de la lengua española, que ciertamente dedica a ello las páginas 2037 a 2085 y termina con el señalamiento de que probablemente “esté influida por el inglés (…) la extensión de los gerundios” a títulos diversos como Esperando a Godot (teatro), Cantando bajo la lluvia, Durmiendo con el enemigo (cine) y otros.
Sin querer contradecir a nadie insistimos que saber usar los gerundios es de sabios. Por ello, casi siempre, los evitamos.