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Libros de ayer y hoy
EN LAS NUBES Del despiporre intelectual 9 (nueve)
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
A todos los que se sientes papás. Al menos hoy.
El primero indiscutible del humorismo popular en México,
aparece en el siglo XVIII en la persona de José Vasconcelos, El
Negrito Poeta, improvisador inigualable y personaje cuyo
pintoresquismo y cuya popularidad no han sido superados hasta la
fecha.
El Negrito Poeta se desenvolvió en una época y en un medio
social adversos a toda liberalidad del intelecto, ya que la Santa
Inquisición era dueña absoluta de mentes y de cuerpos, y las audacias
del pensamiento se frenaban con escarmientos las más de las ve-ces
mortales.
José Vasconcelos, sin embargo, logró burlar con su ingenio las
barreras que la censura eclesiástica ponía a su paso.
Debido a ello varios ensotanados, heridos en su autoridad por el
desenfado del versificador y celosos de su ingenio y popularidad,
trataban a toda costa de ponerlo en manos del terrible organismo
encargado de la represión espiritual.
Este era el caso de un fraile dominico, enemigo gratuito del
poeta que en cierta ocasión le espetó, frente a numerosos testigos, el
siguiente pie:
“Jesucristo en una mierda……
Otro se hubiera santiguado ante la blasfemia.
El Negrito Poeta salió airoso del innoble ardid con este
desplante:
A proposición tan lerda
sólo acierto a replicar:
Jesucristo en una mierda
la boca te ha de clavar.
Durante una procesión en honor de Santo Domingo, el mismo
cuervo eclesiástico se le acercó a importunarlo con su malignidad.
Esta vez le sugirió al oído:
Santo Domingo es un perro….
El improvisador completó el pie así:
En esta opinión no hay yerro
ha visto usted bien mirado,
pues lo tiene a su lado
Santo Domingo, es un perro.
En esta forma, largando pie tras pie al paso del ingenioso
rebelde, los ensotanados no perdían la esperanza de hacerlo al fin
tropezar:
Renegar de Dios es bueno.
Poeta:
Azotes, mordaza y freno
tiene nuestra santa fe
para quien dijere que
renegar de Dios es bueno.
Pie:
Dios en la punta de un cuerno……
Poeta:
Con su saber sin segundo
y su poder tan sempiterno
bien pudo formar el mundo
Dios, en la punta de un cuerno….
Pero en cierta ocasión, sin necesidad del acicate de los frailes, el
incorregible versificador compuso ante una imagen de la Virgen y
en presencia de testigos, la siguiente cuarteta:
A ésta lo que más le abona
es el haber concebido
sin saberlo su marido
y por tercera persona.
Para tomarlo en falso lo conminaron a repetir los versos blasfemos.
El poeta, que ya los había olvidado improvisó otros:
Aunque a ese niño ha parido,
siempre Virgen ha quedado;
fue por milagro engendrado,
no por obra de marido.
Más no solo con curas lidió el Negrito Poeta.
Gente de todas las clases sociales, atraída por su fama de
improvisador genial, se atropellaba por importunarlo.
Así, a una vieja pordiosera que en son de burla le pedía un par
de medias viejas, le contestó:
¡Pobre de ti que te quejas
a mí, para tu remedio!
que te partan por en medio
y tendrás “dos medias viejas”
Francisco Sandoval, un ricachón que gustaba de escuchar al Negrito
Poeta, lo reto cierta vez a encontrar una consonante a Cristóbal,
ofreciéndole un puñado de monedas si lo conseguía.
Naturalmente, las monedas fueron a parar a los bolsillos del
improvisador:
Pues usted, señor Sandoval
(Sandoval quise decir),
me da, sin más lejos ir,
un consonante a Cristóbal.
A un boticario que le tendía un peso a cambio de que completara
este pie: Los cabellos penden de, le dijo.
Ese peso lo gané,
si mi saber no se esconde:
quítese usted, no sea que
una viga caiga, y donde los cabellos penden, dé.
Una pispireta trató de burlarse de su raída chaqueta y le soltó:
Con tu raída chaqueta
¡Adiós, negrito poeta
vestido de tafetán,
taralán, tan, tan!
A lo que el aludido, furibundo, replicó
Cuando nuestro padre Adán
Se comió la primera fruta
Ya te tenía por puta
Y amante del capitán
Taralán, tan, tan
Un pedante quiso humillarlo con este comentario.
De médico, poeta y loco
“El Negrito Poeta “, sonriente, le espetó:
Acaba el verso, animal;
di, para que sea cabal,
todos tenemos un poco.
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