
Teléfono rojo
La congruencia de la izquierda
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
El embajador de Cuba en México, Pedro Núñez Mosquera,
definió como un signo de vergüenza y dignidad, que nos llena de
orgullo, el llamado que el presidente Andrés Manuel López hizo a
Estados Unidos para poner fin al bloqueo contra la isla.
“Que se abra la dictadura desde adentro y con un plan
premeditado, para el bien de los cubanos. Eso, me parece a mí, es la
única vía próvida en el horizonte.
“El experimento de la Izquierda dictatorial cubana se petrificó
hace ya tres décadas y desde entonces ha traído a la isla un gran
sufrimiento”.
Debemos solidarizarnos con la congruencia de la izquierda
cuando se refiere a la querida isla antillana de Cuba y a sus
habitantes.
Sobre todo, cuando una escritora de izquierda, como ella se
califica, describe la terrible situación, adjetivo nuestro, en la que se
vive allí.
Doña Sabina Berman, desde las páginas del Universal, que preside
nuestro amigo Juan Francisco Healy Ortiz, habla sin cortapisas en el
siguiente artículo que, con entusiasmo, compartimos:
No se puede quedar bien con Dios y con el Diablo. Tampoco se
puede quedar bien con el pueblo cubano —y su derecho a la libertad y
al bienestar—, y con la fallida dictadura de Cuba.
Los que conocemos ese régimen desde adentro y somos de
Izquierda, somos los que menos que nadie debemos intentar la tibieza
de intentar conciliar ambas cosas.
Los que conocemos las pláticas medrosas a media noche de los
cubanos hablando de la escasez, los que conocemos las fiestas en la
oscuridad de las playas de los cubanos y las cubanas gays, los que
conocemos las angustias de los universitarios cubanos ante un
horizonte cortísimo de oportunidades laborales, los que conocemos a
la Stasi cubana y sus comisarios de cada cuadra habitacional, con sus
odiosos reportes al gobierno de chismes de vecindario, los que
conocemos de primera mano a una nueva generación de artistas
cubanos que viven amordazados.
Esos que lo conocemos de primera mano, y además somos de
Izquierda, tenemos que reconocer lo evidente. El experimento de la
Izquierda dictatorial cubana se petrificó hace ya tres décadas y desde
entonces ha traído a la isla un gran sufrimiento —y casi nada más.
Así lo ha reconocido Luiz Inácio Lula da Silva, ex presidente de
Brasil:
—Yo creo que el pueblo cubano tiene todo el derecho de salir a
las calles, de pedir la libertad, tiene el derecho de pedir más comida en
la mesa y más energía.
Más explícitamente, el propio Nicolás Maduro, presidente de
Venezuela, reconoció que el bloqueo de Norteamérica a Cuba se ha
vuelto un mal “pretexto” para condonar el fracaso económico de la
dictadura y el consecuente dolor que inflige a los cubanos:
—Yo no acepto el bloqueo gringo como excusa —dijo
exasperado ante el micrófono. —A nadie le acepto esa excusa. A
nadie. Si a usted lo han puesto al frente de una responsabilidad, usted
tiene que parir resultados y parir soluciones.
Sí, la dictadura de Izquierda de Cuba se petrificó el siglo pasado
y desde entonces no ha sabido cómo entregar a los cubanos la
abundancia, la libertad y el bienestar.
Y digo que sobre todo somos nosotros, los que creemos en la
narrativa de Izquierda, los que debemos abogar por una apertura
pausada y premeditada de la dictadura, porque de no abrirse esa
dictadura desde adentro, lo que sucederá en Cuba será aún más
catastrófico de lo que ahora mismo ocurre.
La dictadura se abrirá desde afuera con violencia. La abrirá
Estados Unidos de América. O bien colapsará en el caos. Y entonces
una Cuba con un gobierno descabezado, será invadida por el
Capitalismo salvaje, y las enormes ganancias que le trajo la
Revolución, en cuanto a educación, igualdad y salud, serán
avasalladas.
Y Cuba volverá a ser el casino de los grandes capitalistas de
Miami. Como hongos brotarán los hoteles y los condominios en las
hermosas playas cubanas, y los isleños, así sean médicas, pintores,
abogados, filósofas, ingenieros, se volverán, como fueron otrora,
meseros, mucamas, guías de turistas, prostitutas.
Que se abra la dictadura desde adentro y con un plan
premeditado, para el bien de los cubanos. Eso, me parece a mí, es la
única vía próvida en el horizonte. •
El experimento de la Izquierda dictatorial cubana se petrificó
hace ya tres décadas y desde entonces ha traído a la isla un gran
sufrimiento.
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