
Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Leamos al experto
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
De nuestros ratoncitos verdes, mejor no hablamos don Manuel
Seyde. Jugaron como nunca y perdieron en el último minuto, como
siempre.
Pero sí de los otros deportistas de la olimpiada del Japón.
Y nadie mejor para decirlo como un conocedor del deporte
nacional.
Nos referimos nada menos a un técnico en la materia. Leamos
su historia, sin escatimar espacio.
Nelson Vargas Basáñez nació en la Ciudad de México en 1942.
Estudió en la Escuela Nacional de Educación Física de 1958 a 1961,
año en que inició su entrañable labor como maestro y entrenador de
natación.
Considerado pilar de la natación en México, le respalda el
trabajo, esfuerzo y una enorme experiencia de más de 50 años
dedicado al deporte.
Por más de 20 años, ubicó al Instituto Mexicano del Seguro
Social como líder de la natación nacional en calidad de profesor.
Como entrenador nacional y director técnico acumuló, de 1962 a
1982, importantes triunfos en Juegos Olímpicos, Campeonatos
Mundiales, Juegos Panamericanos, Juegos Centroamericanos y del
Caribe, Copas Latinas, Campeonatos Centroamericanos y del Caribe,
entre otras competencias.
Alcanzó su momento cumbre como forjador de los mejores
nadadores de nuestro país en los Juegos Olímpicos de México 1968,
al lado del entrenador Ronald Johnson –quien para él fue el padre que
no tuvo-, con el histórico triunfo de Felipe “Tibio” Muñoz, quien es el
único campeón olímpico de la natación nacional, además de la
medalla de bronce obtenida por María Teresa Ramírez.
Fue presidente de la Federación Mexicana de Natación (1981-
1982); presidente de la Confederación Deportiva Mexicana (2000-
2005) y Director General de la Comisión Nacional de Cultura Física y
Deporte (2000-2006), etapa en la que México obtuvo cuatro medallas
olímpicas en Atenas 2004, por conducto de Ana Guevara (atletismo),
Belem Guerrero (ciclismo), e Iridia y Oscar Salazar (taekwondo).
Recibió el Premio Nacional de Deportes en tres ocasiones:
La primera, en 1978 como entrenador del equipo femenil de
natación que asistió a los Juegos Centroamericanos y del Caribe en
Medellín, Colombia. Después, en 1982, como presidente de la
Federación Mexicana de Natación.
Finalmente, en 2012 fue reconocido con el premio al Fomento e
Impulso del Deporte.
Luego de este preámbulo que nos autoriza a calificarlo,
insistimos en que llevamos pocos bronces y numerosos cuartos
lugares en la olimpiada de Japón.
Es un éxito, acotamos nosotros.
Y lo que nuestro amigo escribió en El Universal:
“Hay peores cosas que tirar unos uniformes, nos dice el que
sabe, así:
Ante la falta de medallas, ante la tristeza y frustración que ha
generado ver a varios atletas mexicanos quedar en la orilla del podio
olímpico, la atención se ha centrado, lamentablemente, en escándalos
que solamente desnudan la desunión y desorden que existen en el
deporte mexicano.
Así que, si lo piensan bien, escandalizarse por lo hecho por
algunas de las jugadoras de softbol que representaron a México en los
Juegos Olímpicos, resulta realmente ridículo.
Cuando hay otros que han robado, denigrado a los atletas,
entorpecido procesos e incrementando la corrupción en el deporte
mexicano y de ellos, ni una palabra por parte de las autoridades.
Ni de aquellos que incendiaron las redes sociales para exigir un
castigo ejemplar por tirar los uniformes a la basura.
Es en esos actos que tanto dañan al deporte nacional en los que
debería siempre estar la atención.
El último de estos: las publicaciones con las que se supo que
algunas integrantes del equipo tricolor de softbol, dejaron parte de sus
uniformes en la basura de la Villa Olímpica.
Y sí, se trata de una equivocación o falta de tacto de algunas de
estas jovencitas, quienes de por sí habían sido señaladas por su doble
nacionalidad (México-estadounidense), pero las críticas y el
linchamiento mediático (y en redes sociales) ha sido
desproporcionado, cuando en el deporte de nuestro país hay peores
cosas por las que se tendrían que hacer escándalos y muy pocos las
conocen o se atreven a publicar.
Es increíble que las autoridades deportivas de México se hayan
pronunciado casi de manera inmediata sobre el castigo a las
jugadoras de softbol (insisto, el acto se tiene que calificar como un
error), cuando en otras cosas mucho más graves han sido tan laxos a
través de los años.
Ojalá que nadie olvide, así como señalaron y reprocharon a
estas jovencitas sus actos, perseguir, investigar y castigar los
constantes actos de corrupción que han hecho, incluso, que los atletas
mexicanos vivan desunidos, debido a la desigualdad que viven en
algunos casos.
Que no olviden perseguir, investigar y castigar, a los directivos
que se han perpetuado en el cargo para buscar el beneficio propio
antes que el de su deporte y deportistas.
Que no olviden perseguir, investigar y castigar a todos aquellos
que han aprovechado su posición en una federación para hacerle mal
a aquellos que deberían apoyar.
El más claro ejemplo es el presidente de la Federación
Mexicana de Natación, quien ha aparecido con algunos mensajes para
contestar los reclamos de los nadadores mexicanos en Tokio.
craveloygalindo@gmail.com