Corrupción: un país de cínicos
Lo que nos platican
Es costumbre arraigada compartir las respuestas que nos envían, como estas que las repetimos íntegras.
“Estimados amigos:
Muchas gracias por su tiempo y atención a mis escritos. Me siento halagado en verdad contar con ustedes como lectores.
Saludos afectuosos, Leandro Arellano”.
Tal cual la del abogado Jorge Alberto Ravelo Reyes:
Estimado Embajador Antonio Pérez Manzano
Buenos días
Esplendida narración de los trenes.
Este articulo me recuerda tramos muy alegres de mi vida pues recorrí en dos ocasiones la Europa occidental, bajo el patrocinio de mis papas y en compañía de mi hermano Luis y después con Paco mi amigo ya fallecido recientemente, en 1976 y 1979 respectivamente.
Desde España hasta Noruega, Inglaterra, países bajos, Italia, Alemania en ese entonces la occidental, algunos principados.
Crucé el “paso de Calais” en barco casi cuarenta años después lo hice con mi esposa Marta Alicia Barba por el túnel subterráneo sin bajar del vagón del tren.
El viaje mochila al hombro por Europa fue muy formativo pues nos encontrábamos dentro del tren a estudiantes de todo el mundo con la alegría de descubrir nuevos países y costumbres ignorados por todos.
Mis hijos hicieron esos viajes mochila al hombro cuando salieron de la prepa y en otro la familia completa un viaje pintoresco y totalmente turístico en un tren rustico en un par de horas que bordeaba la parte más al sur de Alaska y se introducía a Canadá.
Me recordó, también, un tramo muy especial e impresionante por su distancia y recorrerlo bajo una tormenta de nieva, Moscú a San Petersburgo.
En un tren de alta velocidad.
El tren favoreció la lucha revolucionaria de México y después detuvo su avance lamentablemente.
Toda familia mexicana tenía un pariente que trabajaba o había trabajado en los ferrocarriles Nacionales de México, tuve un tío abuelo, Luis Estrada que orgullosamente laboro en los ferrocarriles.
Despedíamos como una gran celebración familiar en Buenavista a mi abuela materna, Conchita, que viajaba seguido al Monterrey y de ahí a Laredo Texas.
Mis abuelos paternos, Guillermo y María Teresa, hicieron su viaje de bodas de oro en tren hasta la ciudad de Oaxaca y sus 12 hijos e hijos políticos y nietos casi cien de familia los despedimos en Buenavista.
Con mis papas Bety y Carlos Fernando y mis tres hermanos Carlos, Luis y Arturo viajamos en tren categoría pulman a Guadalajara.
El tren es parte de nuestra historia familiar y de nación.
Pronto, estoy seguro, poder viajar, por el que se construye “El Maya”, con mil y pico de kilómetros, en la península Yucateca.
Fueron muy formativo esos viajes y pienso desde entonces la necesaria construcción de trenes en nuestro país, indispensable labor actual.
No se olvide de enviarme su revista es muy codiciada su lectura.
Saludos JARR.
Y lo que, con guante blanco, le contesta el embajador emérito en retiro, don Antonio Pérez Manzano:
Estimado licenciado Jorge Ravelo, el artículo de nuestro amigo Leandro Arellano, da pie a platicar sobre el asunto que aborda y de nuestras propias experiencias.
El tren o ferrocarril provoca en los pasajeros sensaciones especiales, que no se experimentan en los aviones, en un buque, o por carretera.
Yo también recuerdo de mi niñez los viajes de México a Guadalajara -pasando por Ocotlán nuestro pueblo natal-. Después de años, cuando terminaba la carrera magisterial en la Escuela Nacional de Maestros, nos enviaron en viaje de prácticas pedagógicas (dos semanas con grupos de alumnos veracruzanos) al Puerto de Veracruz.
El viaje lo realizamos en el tren que desde Buenavista hasta nuestro destino ocupó entre 8 y 10 horas. Pero el ambiente estudiantil con el que inundamos el transporte fue excelente e inolvidable.
El último viaje que realizamos por este medio fue ya en los años ochenta, de México a Oaxaca y de regreso.
Toda una noche de chaca chaca, pero fueron experiencias importantes, aunque ver que de México a Puebla tardaba 5 horas, parecía demasiado.
En Europa es una delicia viajar por tren, aunque con mal tiempo llegamos a experimentar la necesidad de efectuar muchos transbordos para llegar a nuestro destino.
Gracias por compartir sus experiencias. Reciban un abrazo y la inolvidable recomendación: A seguirnos cuidando. Antonio Pérez Manzano”.