El presupuesto es un laberinto
El Batallón de San Patricio
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Pero antes les platicamos a nuestros amigos queridísima Bety.
Ayer día 11, en Mérida, Yucatán, nuestra nieta Mariela Estefanía
Ravelo Goff esposa del arquitecto Ricardo Traconis, dio a luz a su
primer hijo. Se llamará Mariela, porque es mujercita.
Nos hizo, les presumimos querida Bety, bisabuelos por undécima
vez. Conste que ya tenemos diez nietos.
La maestra Mariela es hija de nuestro primogénito ingeniero
Carlos Fernando Ravelo Reyes y la administradora Mercedes Goff
Ailloud de Ravelo, quienes recibieron a su décimo nieto.
Parte del árbol genealógico.
Y a otra cosa mariposa. Engrosemos la egoteca.
La escritora doña Rosa Chávez Cárdenas, desde Guadalajara,
Jalisco.
“Este mensaje es para felicitarte por seguir como las palmeras
por más que los vientos las mueven, siguen de pie.
Así te encuentras a tus 91 años y 75 en el periodismo.
Sigues en lo que te gusta, escribir, transmitir y compartir lo que
otros escriben.
La escritura es tu mejor vitamina, cumples con las tareas de la
felicidad: alguien a quién amar, a tu querida Bety que sigue en tus
recuerdos y algo que hacer; la labor de la que no te jubilas, escribir
todos los días.
Que sigas transmitiendo lo que te gusta, de esa manera no te
alcanzará ese señor alemán al que tanto le tememos, no le abras la
puerta. Al señor Alzheimer. Abrazo con cariño Rosa
Chávez Cárdenas”
De don Domingo Beltrán. “El hecho de leer la narrativa de su
evento en el que figura como respetable protagonista, me estimula sin
par.
Imagino la emoción generada si hubiese sido presencial. Mis
felicitaciones sinceras gran señor de las nubes. Gracias, muchas
gracias por responder”.
De doña Rusia MacGregor, desde Colima. Querido hermano y
amigo Carlos, muy merecido reconocimiento.
Eso y más te mereces por tu trayectoria en el ambiente
periodístico de México, sobre todo por tu integridad y entrega a una
Libertad de Expresión que todos confunden.
Es para mí un gran regalo de Dios que tanto nuestra queridísima
Bety, a quien sigo recordando con mucho amor y tú, formen parte de
mi vida.
Abrazo, a los dos con mucho amor y mi amistad entera y eterna.
R”.
“Mi querido y admirado Carlos, por razones de fuerza mayor no
pude “asistir “a la ceremonia en la que nuestro querido Club Primera
Plana reconoció tu larga, fructífera y exitosa carrera periodística
Como siempre, a tus órdenes. Desde Colima, Roberto
Guzmán “Universidad de Colima”.
Y doña Esther Gómez Cobián: Querido padrino. Te escribo antes
de que tu correo se sature con las merecidas felicitaciones por tu
reconocimiento y homenaje por tus 75 años en activo en el
periodismo.
Estoy orgullosa de ti y de mi por haberte conocido desde
pequeña.
Siempre has sido un punto de referencia y honor por tu vida, tu
trayectoria, tu intachable desempeño como periodista y ser humano.
Felicidades con todo mi amor. Gracias por estar en mi vida”.
Respuesta simple a una pregunta, continua. “Don Carlos y de
sus enemigos, qué”.
No nos aguantaron el ritmo. Ya todos murieron.
Mejor un Viva México.
El Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones
de México publica en el Diario Oficial de la Federación que edita la
secretaría de Gobernación que el 12 de septiembre, hoy,
conmemoramos la gesta heroica del batallón de San Patricio.
Agradecemos al abogado Jorge Alberto Ravelo Reyes
recordarnos que el 12 de septiembre de cada año, mexicanos e
irlandeses residentes en nuestro país, se reúnen en la plaza de San
Jacinto, en San Ángel, Ciudad de México, para honrar a aquellos
hombres valientes y heroicos, que unidos en el Batallón de San
Patricio, defendieron a México de la agresión del norte.
Esta es la historia oficial:
En 1847 desde el establecimiento de relaciones diplomáticas
entre México y Estados Unidos, los representantes diplomáticos de
este país intentaron comprar territorio nacional.
En 1836, Texas se independizó al establecerse la república
centralista, seguidamente se anexó a Estados Unidos en 1845 y el
vecino del norte alegó que la frontera texana estaba delimitada por el
Río Bravo y no por el Río Nueces, como consta en los Tratados
Adams-Onís, suscritos en 1821.
En enero de 1846, el presidente de Estados Unidos, James K.
Polk, intensificó su política agresiva, e invadió el territorio mexicano.
El general Zachary Taylor avanzó con sus tropas hasta las orillas
del Río Grande, —o Río Bravo—.
El 26 de abril de ese año, las tropas mexicanas se defendieron
ante la invasión y atravesaron las márgenes del río, donde entablaron
batalla con los invasores.
El 12 de mayo, el Congreso norteamericano aprobó la
declaración de guerra contra México.
Iniciada la campaña, hubo muchas deserciones en las filas del
ejército de Estados Unidos, provocada, entre otras cosas, por el
maltrato que recibían los soldados de origen irlandés por parte de los
soldados nacidos en territorio norteamericano, quienes los
menospreciaban por ser inmigrantes y católicos.
Muchos de los desertores simpatizaron con la causa mexicana y
decidieron ingresar a las filas de nuestro ejército.
Como consecuencia de ello, uno de esos desertores, el irlandés
John Riley organizó una compañía de 48 compatriotas.
En agosto, ya contaba con 200 hombres, entre los que había
algunos mexicanos nacidos en Europa, alemanes, polacos, y sobre
todo irlandeses.
Riley cambió la denominación del escuadrón, que era conocido
como la Legión de Extranjeros, al de Batallón de San Patricio.
Adoptó una bandera de seda, verde esmeralda, bordada en
plata, por un lado, con la imagen del santo patrono, así como de un
trébol y un arpa del otro lado.
Las tropas estadounidenses avanzaron por el territorio nacional
y, a mediados de agosto de 1847, llegaron a los linderos de la Ciudad
de México.
El día 20 se libró la batalla del Convento de Churubusco, en la
que los integrantes de las compañías de San Patricio tuvieron una
destacada participación defendiendo el suelo mexicano.
Acorralado por las fuerzas de Winfield Scott, el ejército mexicano
comandado por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya
resistió con valentía; sin embargo, la falta de parque provocó la
derrota.
Los setenta y dos sobrevivientes de las compañías de San
Patricio fueron aprehendidos, encarcelados en San Ángel y en
Mixcoac, y sometidos a consejo de guerra.
Después de soportar humillaciones y malos tratos, la mayoría
fueron condenados a muerte y colgados como criminales, pues no les
concedieron el “honor” de ser fusilados.
A los pocos que lograron salvar la vida, John Riley entre ellos, se
les impuso la pena de cincuenta azotes y se les marcó en la mejilla la
letra D con un hierro candente para exhibir su deserción.
Los primeros dieciséis fueron ahorcados en San Ángel, el 10 de
septiembre de 1847; la ejecución de los restantes sucedió el día 13, en
Mixcoac.
Después de la guerra y antes de que el gobierno mexicano
firmara el tratado de paz, los soldados de las Compañías de San
Patricio que sufrieron los azotes y las marcas de hierro fueron puestos
en libertad.
Día de luto y solemne para la Nación. La Bandera Nacional
deberá izarse a media asta.
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