
De norte a sur
La familia se celebra, idealiza, es vista como refugio, base de valores, aunque puede ser todo lo contrario: epicentro de violencias.
Por eso este 15 de mayo, Día Internacional de las Familias, es vital recordar y atender que en millones de hogares del mundo no hay abrazos sino violencia familiar, una de las formas más extendidas e invisibles de agresión. Ocurre en la esfera privada, se calla, no se denuncia, se justifica y normaliza.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja. En América Latina, en el 58 por ciento de los feminicidios el perpetrador fue un familiar o pareja íntima.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), dos de cada tres mujeres han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida, y la cifra negra de este delito supera el 90 por ciento.
Frente a este panorama, las líneas de emergencias 9-1-1 y *765 para violencia contra la mujer son puertas de entrada al sistema de atención y justicia para quienes viven atrapadas en un entorno violento. Este año, por estos canales operados en el C5, hemos atendido más de 23 mil reportes de violencia familiar, el 80 por ciento agresiones físicas y el resto verbales.
El reto no es solo atender la llamada, sino detonar asistencia jurídica y psicológica, a través de la canalización a diferentes organismos —como el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la CDMX— para contribuir a la ruptura del ciclo de violencia. Un ecosistema impulsado por la política pública de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada.
Aunque lo primero es visibilizar lo que durante décadas se ha considerado “asunto privado”. Eso implica cambiar narrativas profundamente arraigadas. La violencia familiar no es un problema doméstico ni un malentendido de pareja, es un delito. El hogar puede ser un espacio de riesgo.
La erradicación de la violencia familiar requiere intervenciones múltiples y estructurales: educación con perspectiva de género, transformación cultural, inversión sostenida espacios para el empoderamiento de la mujer y responsabilidad social: creerle a quien denuncia, no justificar el control, celos, gritos ni golpes.
Implica romper con el estereotipo de familia idealizada y con mecanismos de encubrimiento disfrazados en frases como “la ropa sucia se lava en casa”, “no hay que meterse en lo que no es de uno” o “los problemas de pareja se arreglan entre ellos”.
Este 15 de mayo, además de felicitar a las familias que se aman, es fundamental mirar de frente a las que sufren. Así podremos celebrar a las como espacios donde nadie teme ni necesita marcar el 911 o *765 para sobrevivir.