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CIUDAD DE MÉXICO, 14 de abril (Quadratín México).- Al reconocido cantante español, Raphael, le bastaron unas 40 canciones desgranadas a lo largo de 2 horas con 35 minutos, para describir a través de un viaje nostálgico, lo que han sido 52 años de carrera sobre los escenarios.
Puntual, a las 20:00 horas, el llamado “Divo de Linares” inició la víspera su periplo con el que hizo pasar momentos de pasión, romanticismo y nostalgia, a casi 10 mil fans en el Auditorio Nacional en la primera de sus dos presentaciones en la capital mexicana como parte de su gira, “Mi Gran Noche 2013″.
Raphael combinó 40 de sus éxitos, aquellos que marcaron los inicios de su carrera hasta los que incluye en su más reciente disco que lo han convertido en el preferido del público de México y gran parte del mundo durante más de medio siglo.
“El Divo de Linares” dejó muy en claro que sigue siendo “aquél”, el de la voz maravillosa y de movimientos atrevidos de cadera, que provocaba desmayos de sus seguidoras y escandalizaba a la conservadora sociedad de los años 60.
Para una voz como la de Raphael no hace falta una gran producción, ni una gran orquesta y un coro, sólo él, su talento y cinco músicos, que lo acompañan y ponen de pie (una y otra vez) a un público compuesto en su mayoría por sus contemporáneos, pero igualmente por jóvenes que terminan por sucumbir ante el tamaño del gran cantante que tienen enfrente.
Portando un elegante traje negro y corbata de lunares blancos, el español inició su “Gran Noche 2013″ con una introducción de “Yo soy Aquel”, el primer Hit de su exitosa trayectoria para dar pie a “Si ha de ser así” que reservó los calurosos aplausos para el siguiente de los temas: “Mi Gran Noche”.
“No Tiene Importancia”, “Los Amantes” y “Despertar al Amor” fueron las siguientes canciones con las que llenó de nostalgia la mente del público que poco a poco se le entregó por completo, celebrando, además de su canto, sus gestos, sus bailes y desplantes, además de su sonrisa.
A punto de cumplir 70 años de edad, el próximo 5 de mayo, Raphael parece un jovenzuelo que inicia una carrera, tratándose de comer el mundo a puños, de ganar fans entregándose al mil por ciento y más en el escenario.
Tema a tema, desborda energía, baila, sonríe, disfruta y hace disfrutar al público que cada vez aplaude más, se pone de pie, le lanza piropos, y cumplidos.
El Auditorio, podría decirse casi lleno en su aforo de 10 mil espectadores, goza más con su interpretación de temas como “Digan lo que Digan”, “Poco a Poco”, “Hoy Mejor que Mañana”, “Cuando Tenga mi Años” y “Ella ya me Olvidó”.
La altura de la Ciudad de México y su trasplante de hígado parecen inexistentes, no le hacen mella en su desenvolvimiento en el escenario, ni parece que ya entró en una etapa “mayor”, ante los alcances de su potente voz.
Además del derroche de energía que evidencia a través de canciones como “La Canción del trabajo” y la arrolladora “Provocación”, hasta el reencuentro con “Cuatro estrellas”, “Eso que Llaman” y “Sexo sentido”.
“Está muy claro, que en mi vida, hay un antes y un después de México, gracias, los quiero”, señaló contundente antes salir unos segundos del escenario para despojarse del sobrio saco y la corbata y llenar una vez más el escenario con su habitual look: pantalón y camisa negros, para lucir menos formal.
De su garganta saca “algunas joyas de la corona”, es decir un compilado de sus canciones, las más queridas por el público, entre ellas “Estuve enamorado”, “Cuando tú no estás”, “Desde aquel día”, “Maravilloso corazón” y “Me gustaría pensar en ti”.
Con acompañamiento, casi sin música o a capela, el español aún corta el aliento del público que termina cobijándolo con carretadas de aplausos.
El paso de Raphael por América ha sido impresionante, es por ello que en este tour quiso hacer un homenaje interpretando temas como “Adoro”, el sentido bolero de Armando Manzanero y “Nostalgias”, el gran tango de Gardel.
De Manuel Alejandro, no podían faltar “En carne viva, “Que sabe nadie”, “Como yo te amo”, “Cuando tú no estás” y “Payaso”.
Con un Auditorio Nacional de pie, “El Divo de Linares” sucumbió y, por primera vez en la noche su voz se le escuchó entrecortada, con emoción, agradeció las enormes muestras de cariño que México le ha dado a lo largo de toda su carrera.
La ovación ensordecedora parecía no dejarlo ir del escenario, aunque en realidad también él estaba engolosinado, quería dar más, mucho más, y fue así que lo hizo con “Escándalo” que el público coreó de principio a fin; “Ámame”, “Balada triste de Trompeta”.
Luego intentó irse, pero los aplausos lo hicieron regresar y entregar más temas, entre ellos un clásico: “Como yo te amo” con la que aprovechó para manifestar una vez más su amor por este México que considera su segunda patria.
De nueva cuenta en el escenario, antes de irse definitivamente, el espectacular cierre de su espectáculo llegaría con su clásico “Yo soy Aquél”, es así que Raphael sigue siendo aquél, el de la primera Gran Noche que tuvo, cuando debutó en México en 1967.
Cabe señalar, que hoy domingo, el cantante cierra sus actuaciones en el Coloso de Reforma para seguir con su gira por unas 20 ciudades de la República y algunas más en Estados Unidos.
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