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CIUDAD DE MÉXICO, 02 de octubre de 2017.- Las poblaciones de los municipios de El Salto y Juanacatlán son vulnerables no sólo a la contaminación del agua del río Santiago que cruza cerca de sus calles, sino por respirar un aire contaminado con micropartículas de metales pesados y pesticidas, además de estar expuestos a bacterias patógenas.
De acuerdo con una investigación realizada por Graciela González Torres, egresada de la maestría en Salud Ambiental, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), revela que en al menos 25 sitios de ambos municipios hay presencia de sustancias como arsénico, mercurio y plomo.
En el estudio, González Torres tomó muestras de la tierra en tres puntos de la cabecera municipal de Juanacatlán y 22 sitios de El Salto como en la colonia Obrera, Infonavit La Mesa, así como el Centro y algunas escuelas.
“Encontramos, en primer término, arsénico, en un promedio de 51 por ciento de la muestra; enseguida encontramos cadmio, mercurio, plomo, níquel y zinc; ese fue el orden de presencia según el porcentaje de peso atómico”, explicó.
Aunque las partículas de estas sustancias fueron encontradas en el suelo, la egresada dijo que la cascada de El Salto dispersa por el aire los contaminantes presentes en el agua del río Santiago, que luego se quedan en la tierra.
Felipe Lozano Kasten, académico del Departamento de Salud Pública del CUCS y codirector de la investigación de tesis, señaló que el agua del río se evapora y dispersa los contaminantes. “Cuando la cascada cae, el agua vaporiza y ese vapor lleva las partículas o los contaminantes que ahora viajan por el aire a la población o hacia las zonas periféricas a la cascada”, dijo.
Para el investigador, el estudio es un acercamiento inicial a un problema que podría provocar enfermedades en la población a largo plazo, debido a la penetración que las sustancias llegan a tener en el cuerpo mediante el alvéolo, una cavidad en los bronquios que realiza el intercambio de oxígeno con la sangre.
“Si van en el aire y son partículas menores a 2.5 pm (2.5 micras de diámetro) pueden penetrar en el sistema respiratorio, el alvéolo, y por ser tan pequeñitas entran a la sangre, y ya en el aparato circulatorio llegan al hígado, el riñón y pueden pasar al cerebro. Dependiendo qué metal, qué exposición se tenga y por cuánto tiempo, pueden empezar a estudiarse los daños”, advirtió.
González Torres, también miembro de la organización civil ambientalista “Un salto de vida”, explicó que además de los metales pesados, les sorprendió la presencia de cuatro bacterias patógenas, es decir, nocivas para el sistema respiratorio, las cuales están comúnmente presentes en los hospitales.
Estas bacterias son estafilococo aureus, streptococcus pneumoniae, klebsiella pneumoniae y pseudomonas aeruginosa, que producen enfermedades desde faringitis hasta neumonía, además de afecciones en la piel y los ojos como conjuntivitis, sobre todo cuando se trata de personas con un cuadro de defensas bajas o desnutrición, coincidieron González Torres y Lozano Kastens.
“Nos llamó la atención que la pseudomonas está presente en los 25 puntos estudiados y con un promedio de 4 a 8 bacterias detectadas por metro cúbico de aire. Eso nos pone en una vulnerabilidad, pues esta bacteria, junto con laklebsiella, se encuentran dentro de los hospitales y no tendrían que estar diseminadas en el ambiente en las cantidades en las que se encontró”, afirmó González Torres.
La investigadora aclaró que en México no hay normatividad que permita hacer una comparación con los resultados encontrados, por la manera en cómo se midió en el estudio, pues la que existe está determinada en miligramos de concentración de las partículas y no para porcentaje del peso atómico.
Lozano Kasten añadió: “Se encuentran en hospitales pero también en un medio ambiente contaminado, donde es propicio esto. El agua, cuando tiene cierta oxigenación y contaminación, puede venir en ella, pero también puede venir en los tiraderos como el que tenemos ahí a un lado (Los Laureles). No sabemos exactamente de dónde viene todavía, pero de que está, está. Eso no es normal y no debe existir”.
Esta investigación es la primera en explorar la presencia de sustancias tóxicas y contaminantes en tierra y aire en la zona de conflicto socioambiental de El Salto y Juanacatlán, en la que diversas organizaciones civiles han documentado la contaminación del agua por metales pesados.