Libros de ayer y hoy
Cuando el actual gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, se desempeñaba (1997) como líder de la entonces Gran Comisión de la Cámara de Diputados, era priista y en ningún espacio de su oficina en el Palacio Legislativo de San Lázaro llegó a respirarse la austeridad republicana, invocada como acto de fe por otro tabasqueño ilustre de corte juarista, Andrés Manuel López Obrador.
Ambos salieron del cunero priista, se educaron priistas, se encumbraron priistas y luego se echaron a los brazos del perredismo cuando en el PRI no encontraron, junto con los fundadores del PRD, más espacios para sus ambiciones de poder.
Y no satisficieron esos apetitos, porque López Obrador quiere ser, a como dé lugar, presidente de México y, para el efecto, apuesta a ser candidato de un partido de su propiedad, el del Movimiento de Regeneración Nacional; en tanto Núñez disfruta del poder que se le negó cuando priista en Tabasco, como gobernador que no renuncia a los beneficios del cargo.
Empero, ambos tienen un factor en común: la demagogia o doble lenguaje, que para el caso es lo mismo, respecto de las características de sus vidas como políticos supuestamente austeros, juaristas en eso de la medianía y del vivir con lo que el pueblo les paga vía nómina en sus cargos, que no es cualquier bicoca.
Bueno, ya sabemos que Andrés Manuel usaba un Tsuru austero que manejaba Nico, su amigazo del alma, a quien le pagaba cualquier cosa, con cargo al erario público, más de cien mil pesos por manejar el automóvil en público, porque en privado, El Peje y sus críos usaban camionetas de lujo.
Y no habría nada de malo que, como responsables de un alto cargo, López y Núñez ganen un buen salario. Lo malo es que han usado ese factor de las altas remuneraciones a los altos funcionarios, para vender el discurso de la austeridad, la promesa de que se rebajarán el salario a la mitad. ¡Ajá! ¿Y los negocios?
Los recursos que obtuvo López Obrador para financiar su campaña permanente en busca de la Presidencia de la República, no salieron, con mucho, de aquellas aportaciones de diputados federales, senadores, asambleístas, diputados locales y funcionarios que de pronto se cansaron de alimentar al caudillo que en pública invocaba esa austeridad juarista, mas en privado se da vida de pashá.
Así es el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, quien durante su campaña en busca del máximo cargo de elección popular de aquella entidad, prometió reducirse el salario 50 por ciento, mas hace unos días nos enteramos que su cheque tiene la misma cantidad que cobraba su antecesor, Andrés Granier Melo, contra quien ha desatado una cacería para meterlo a prisión por corrupto.
Es muy posible que El Químico, como los tabasqueños conocen a Granier, se haya convertido en un pillo, camaleónica transformación de un político que hace seis años era respetado, y desde antes incluso admirado por su don de gentes y la proclividad de él y su familia de hacer el bien por la gente más necesitada.
Sí, Núñez Jiménez cobra mensualmente 152 mil 57 pesos, lo mismo que Granier. ¿Dónde, dónde Arturo, abandonó el discurso de la austeridad?
De acuerdo con información de la agencia digital Tabasco Noticias, Núñez no gana los 92 mil pesos mensuales como aseguró. No, gana casi 98 mil pesos mensuales, descontado el seguro de vida, gastos médicos, seguro de retiro y el ISR.
¡Peeero!, el señor gobernador Arturo Núñez Jiménez recibe un bono mensual extra bajo la denominación de “prestaciones adicionales”, por un monto de 43 mil 286 pesos. ¿Qué vehículo utiliza el señor gobernador? No nos vaya a salir con un sedán compacto. Sin duda, por su demagogia y doble lenguaje los conoceréis. ¿Austero, austero, lo que se dice austero? Digo.
QMX/msl