Teléfono Roja/José Ureña
Dicen que el “hubiera” no existe. Pero vale bordar en torno de una tesis: ¿Qué habría pasado si el jueves de la semana pasada un agarrón a golpes entre diputados federales revienta la sesión en que se discutió y aprobó el dictamen de la iniciativa de reforma constitucional en materia de telecomunicaciones?
En efecto, dicha reforma constitucional estuvo a un tris de naufragar. Bueno, bueno, quizá habría prosperado, pero después de una larguísima discusión respecto de qué hacer con un diputado federal del PVEM que golpeó a una diputada federal del PRD y que luego se lió a golpes con otro legislador perredista y…
El escándalo, ¡válgame Dios!, en el que sin duda la diputada perredista Malú Micher se habría instalado en el protagonismo de subir a tribuna y pedir el cadalso para el agresor. Quemarlo en leña verde en pleno Zócalo por misógino e intolerante. ¡Ufff!
Quizá no habría faltado razón para juzgar al diputado por ese grave defecto de carácter que, iracundo, lo llevó a hacerse de palabras con una diputada del PRD. Y todo por una manta desplegada por integrantes del movimiento #YoSoy132 que irrumpió en uno de los balcones de invitados especiales del salón de plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro.
Veamos. La noche de ese largo jueves de la semana pasada no sorprendió que, apoyados por diputados federales del PRD y de Movimiento Ciudadano, integrantes del movimiento #YoSoy132 irrumpieran en la sesión plenaria de la Cámara de Diputados y desplegaran una manta que les fue arrebatada por personal de seguridad y un diputado federal del Partido Verde Ecologista de México.
Todo el mundo estaba atento a la intervención, en tribuna, del diputado federal priista Héctor Gutiérrez de la Garza, quien planteaba la postura de la bancada del PRI respecto del dictamen de la iniciativa de reforma constitucional en materia de telecomunicaciones, e incluso elevó la voz y dirigió la mirada hacia esa zona al poniente del salón de plenos, donde se jaloneaban la manta y las diferencias subían de tono.
Un grupo de diputados perredistas, petistas y emeceístas defendía a miembros del #YoSoy132 y reclamaba la devolución de la manta, cuando el diputado verde ecologista Enrique Aubry de Castro Palomino, ex secretario particular de su ahora compañero y coordinador de bancada, Arturo Escobar y Vega, reclamó severamente a la diputada perredista María de Lourdes Amaya Reyes.
La discusión subió de tono; la legisladora empujó a Enrique Aubry. Y vino el intercambio de palabras, bravuconadas de barriada en la que intervinieron otros diputados federales del PRD y de Movimiento Ciudadano (emeceístas), entre ellos Roberto López González, Hugo Jarquín, Sebastián Alfonso de la Rosa Peláez, Alejandro Carbajal González, José Luis Muñoz Soria, Hugo Sandoval Martínez, Javier Orihuela, Rodrigo Chávez Contreras, Ricardo Mejía Berdeja y Gerardo Villanueva Albarrán.
–¡No me empujes, sino esto va a valer madres!—espetó Enrique Aubry a la perredista Amaya Reyes.
Interviene Arturo Escobar y Vega. Firme, pretende alejar al joven legislador que para ese momento está severamente encanijado.
–¡Calma a tu perro!—le exige agresiva y molesta la diputada perredista Amaya Reyes.
El calificativo saca de sus casillas a Aubry, quien le grita: “¡Vas y chingas a tu madre!”, y pretende golpearla pero nuevamente se interpone Escobar y Vega.
–¡Si me pegas pierdes más!—bravuconea la diputada que, para ese momento, cuenta con el respaldo de sus compañeros de bancada e incluso uno de ellos que, en medio de la batahola se parece al diputado perredista Alejandro Carbajal González, reta a Aubry: “Te las ves conmigo, cabrón! ¡Nos rompemos la madre!”
Sin embargo, Escobar y Vega se alzó réferi y evitó que la sangre llegara al río. Logró apaciguar los ánimos y retiró a Aubry, aunque las mentadas de madre no bajaron de tono cuando ya era evidente que ese había sido pleito de comadres, bravuconería que, sin embargo, puso en riesgo la sesión en la que se aprobó el dictamen de la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones. ¡Vaya enésimo papelazo! Y luego se quejan de su mala imagen. Digo.
QMX/msl