Ráfaga
Respetable, sin duda, es la opinión ajena, como respetable el estado de ánimo que provoque la opinión contraria. Pero, qué decir cuando un político del nivel de Manlio Fabio Beltrones Rivera ironiza, reprocha molesto y emplaza a los reporteros a no ser superficiales, amén de culparlos de mal interpretar sus declaraciones.
Políticos chicharroneros hay muchos. Diputados y senadores inexpertos e incultos, desinformados y valemadristas abundan; cada legislatura ha tenido a sus prietitos en el arroz. Sin duda los ha habido ingeniosos y dicharacheros, como Félix Salgado Macedonio; o irresponsables del nivel de Gerardo Fernández Noroña.
¿Será que cada sociedad tiene los legisladores que se merece? Bueno, eso es posible porque al final de cuentas buena parte de ellos son elegidos por nosotros, los ciudadanos equis en las urnas. Y se vale que en el proceso formativo, haya quienes meten la pata y equivocan frases y luego hasta desconocen fundamentos de iniciativas propias.
Sí, sin duda, la carrera legislativa no es fácil. Hay que aprender a comer sapos sin eructar. Por eso, entre los reporteros, vaya, entre quienes nos dedicamos a este oficio hecho profesión que es el periodismo, entendemos los niveles, capacidades y hasta cambios en el estado de ánimo de ciertos políticos.
Por eso, y valga el largo prefacio, llama la atención que Manlio Fabio Beltrones Rivera haya abusado del sentido común de los reporteros y hasta culpado del fondo de ese desaguisado que lo enfrentó con el gobernador de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre Rivero.
Ambos son harto conocidos. No hay nada nuevo bajo San Lázaro y la Bahía de Santa Lucía. Incluso hasta el diputado federal priista Manuel Añorve Baños, primo y ex contrincante de Aguirre Rivero por la gubernatura de Guerrero, hizo mutis y evitó subirse al ring, pese a que él es el motivo del desencuentro de Beltrones con el ahora hijo predilecto de Ometepec, por los rumbos de la Costa Chica guerrerense.
En fin, el caso es que el mal humor de Manlio, evidenciado este jueves en entrevista con reporteros de la fuente de la Cámara de Diputados, sin duda obedeció a aquella reconvención, podríamos citar hasta como llamada de atención que, desde Centroamérica, hizo el presidente Enrique Peña Nieto a Manlio y a Ángel Heladio, para que dejen de andarse peleando discursivamente.
A Beltrones se le requirió opinar acerca del llamado presidencial a la prudencia, que algunos han interpretado como un jalón de orejas. Es posible que este término haya incomodado al coordinador de los diputados federales del PRI, porque su respuesta fue en la pretensión del “aquí no ha pasado nada”: “(…) no hay ni enfrentamiento, ni menos una reconvención del tema”, atajó.
Luego negó que haya emplazado a renunciar a los gobernadores que no puedan garantizar la seguridad de sus gobernados. Y culpó a los reporteros de mal interpretar. “Nunca me he referido, de la manera como ustedes desean una respuesta. Yo no soy quien deba decirla quienes fueron electos democráticamente, si deben renunciar o no”. Bueno, eso dice Manlio, pero la versión estenográfica de sus declaraciones de principios de semana lo desmiente.
Y de la propuesta de senadores del PRD para legalizar a los grupos de autodefensa, de plano pidió a los reporteros que si alguno conoce del trema “les rogaría que lo pusiera a mi disposición”. Regaño presidencial, reconvención o como se quiera entender al llamado de Peña Nieto a Manlio y Ángel Helado, lo cierto es que puso de mal humor al sonorense. Y el que se enoja pierde.
Vaya, como cualquier ser humano, Manlio no está exento de pasar por ese estado de ánimo. Pero, no es cualquier ser humano. Tiene una importante responsabilidad y los deslices verbales han tumbado hasta a gobernantes. En fin, en la paráfrasis del filósofo de San Pancho, los reporteros diríamos: ¿Y nosotros por qué? Conste.
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