Abanico
Hace unos días, Fernando Moreno Peña, delegado del CEN del PRI en Puebla, dijo que el proceso electoral en Puebla no lo había secuestrado el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas. No. Lo peor, acusó: tiene secuestrados a los órganos electorales.
En aras de modernizar a la capital poblana, el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas –con obligada anuencia del alcalde Eduardo Rivera Pérez– emprendió obras que su entonces secretario de Infraestructura, Antonio Gali Fayad, impulsó como parte de su basamento en busca de suceder a Rivera Pérez en la presidencia municipal de la Angelópolis, aunque ello implica ir a contracorriente del panismo tradicional poblano. Y luego apisonarse el terreno rumbo a la gubernatura.
A regañadientes, el alcalde Rivera Pérez dejó hacer, dejó pasar en su localidad. Pero, más allá de un sui generis autismo político, el munícipe permitió que Moreno Valle y Gali Fayad pasaran por encima de ordenamientos legales, por ejemplo prohibiciones explícitas del Instituto Nacional de Antropología e Historia para no construir puentes en zonas protegidas por su valor histórico y arquitectónico.
En la Angelópolis se han construido puentes innecesarios, obras de relumbrón que se erigieron antes de contar con la anuencia del Congreso local para la erogación presupuestal de ley. Y si se le hurga un poco, se encontrará que hubo carencia de licitaciones, de los necesarios concursos que despejan la sospecha del compadrazgo y el famoso diezmo (el diez por ciento de mochada por obra).
Bueno, pues Gali busca la presidencia municipal de Puebla abanderado por la alianza Puebla Unida, integrada por el PAN, el PRD, Nueva Alianza y el Partido Compromiso por Puebla, éste último de reciente creación por obra y gracia de Moreno Valle. Aunque éste es el paso obligado rumbo a la gubernatura, es decir, para suceder a su protector.
Así, con todo el respaldo de la estructura gubernamental, desplegada desde el año pasado cuando se decidió que fuera el candidato, Gali Fayad transita de ser un modesto empleado y comerciante de vez en cuando, a un político millonario que ha dedicado tiempo y poco esfuerzo, porque para eso tiene operadores, para dejar sembrado en el terreno de la contienda al doctor Enrique Agüera Ibáñez, candidato de la alianza PRI-PVEM a la presidencia municipal de la capital poblana.
Es cierto que en una contienda política llegan a olvidarse amistades, se sufre de ese especial autismo que aísla al que se imagina el seguro triunfador, del entorno de quienes le puedan recordar su pasado, no siempre para presumir.
En ese ánimo, el equipo de Gali ha recurrido a todo tipo de mañas propagandísticas para descalificar al doctor Agüera, quien por cierto no es una hermana de la caridad, mas no tiene esa carrera meteórica y de insultante enriquecimiento fast track, mucho menos el cinismo de negar lo evidente que es praxis del delfín de Moreno Valle.
Mire usted, dicen que en la contienda política el primero que lanza el puñado de lodo y excremento es el que tiene elementos para imaginar su derrota.
Quizá por ello es que este martes 18 de junio, horas antes de celebrarse el debate entre Agüera, Gali y el candidato del PT, Miguel Ángel Ceballos, en el diario Reforma apareció un trabajo que habla de propiedades de hermanos del candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla. En realidad se trató de una jugada de distracción, para sembrar dudas respecto del patrimonio de Agüera Ibáñez. Pero el tema fue de sus hermanos, no de él.
Y aquí recordamos que este martes, también por aquellas casualidades políticas, desde Durango el líder nacional del PRI, César Camacho, dijo que el tricolor quiere ganar con votos, no con descalificaciones.
Sin embargo, esa artimaña no prosperó. Vaya, por lo menos no logró calar entre el electorado contra el doctor Enrique Agüera. Porque, incluso, no prendió la provocación de Gali, quien durante el debate, amén de presumir esas obras de relumbrón hechas con dineros públicos, no suyos, por aquella de que en el exceso pretendiera pasar por filántropo y benefactor de la sociedad poblana, pretendió vincular a Agüera con el ex gobernador Mario Marín, en una amnesia de risa, porque Gali olvida a propósito cómo buscó al entonces góber precioso para que le diera una chamba.
Enrique Agüera Ibáñez, candidato a la presidencia municipal de la capital poblana por la coalición 5 de Mayo, salió más que bien de este debate. Sus propuestas son de elemental observancia en una ciudad donde hay desempleo y galopante corrupción en los estratos del gobierno estatal y el municipal, por supuesto.
Y es que, por la noche, concluido el debate, la empresa encuestadora Plane, Estrategia y Comunicación circuló el resultado del debate y, en términos generales, 56% de los encuestados cree que fue Agüera quien lo ganó, y a la pregunta de ¿para usted quién ganó el debate?, 67% respondió que fue él, en tanto a Gali le otorga 31% en la primera pregunta y 22% en la segunda.
Se ha dicho que las encuestas son como la foto instantánea, porque la que vale es la del día de la elección. Pero, como van las cosas en Puebla, se antoja difícil que el delfín de Moreno Valle sea el sucesor del panista Eduardo Rivera Pérez. Conste.
QMX/msl