Libros de ayer y hoy
Gustavo Enrique Madero Muñoz, presidente formal del Partido Acción Nacional, ex senador por cierto y ahora alejado de lo que queda del poder presidencial panista en la persona de Felipe Calderón Hinojosa, fue a la Cámara de Diputados a anunciar el parto de los montes.
¿Dónde estuvo don Gustavo en los últimos 11 años con 10 meses y 23 días, es decir, durante el sexenio de Vicente Fox y la administración de Felipe Calderón, a punto de concluir?
Quizá Madero estuvo bastante ocupado en impulsar reformas de toda índole desde el Senado de la República para beneficio de la patria, e incluso debió solicitar licencia al cargo para operar la carrera de Josefina Vázquez Mota rumbo a Los Pinos y evitar que los priistas recuperaran el poder y volvieran a andar en malos pasos en perjuicio de la nación.
Tal vez por ello, por su acendrado patriotismo y en aras de no dejar mal parado el apellido, no se enteró de la corrupción que floreció en los gobiernos panistas ni se percató de la insultante riqueza acumulada por el matrimonio Fox-Sahagún; es más, seguramente consideró que eran puras fantasías y chismes las referencias documentadas de los dineros mal habidos de altos funcionarios del gobierno federal.
Seguramente, fiel a su praxis de descalificar a todo lo que se publique en los medios no afines al gobierno, consideró que las fotos publicadas de las residencias y caserones de, por ejemplo, Alejandra Sota, eran copy-page de revistas especializadas.
Es posible, empero, que harto de ser testigo de esa impunidad que priva entre funcionarios pillos, corruptos, de la agonizante administración federal panista, Gustavo Enrique Madero haya decidido poner su grano de arena para evitar que los priistas que van de retorno al poder, incurran en esas malas mañas y saqueen a las arcas nacionales mientras millones de mexicanos despiertan diariamente sin saber qué es eso que se llama futuro, porque les preocupa saber si habrá algo clasificado como alimento para llevárselo a la boca en las próximas horas.
Porque don Gustavo fue a la Cámara de Diputados, se reunió con los legisladores panistas y luego ofreció conferencia de prensa en la que se echó uno de esos rollos que suelen considerarse como el recurso de la justificación, cuando se ha perdido una batalla; o lo que es peor, para dar a entender que no hubo arreglos bajo cuerda con el vecino de enfrente, al menos en esto de la reforma laboral.
Madero dijo que la transparencia es fundamental en todos los aspectos de la vida política nacional y, por tanto, el PAN insistirá en avanzar en la democracia sindical contenida en la reforma laboral, para evitar que el malvado PRI siga perpetuándose a través de simulaciones democráticas.
Y luego fue al punto. Anunció la presentación de un paquete de iniciativas anticorrupción con las que se logrará un nuevo marco constitucional de responsabilidades y rendición de cuentas en el servicio público.
Frente a lo expuesto, fundamentado y anunciado por Gustavo Enrique Madero Muñoz, no me queda la menor duda de que en los últimos casi doce años ha vivido y grillado en otro país, o de plano se ha dedicado a vivir del presupuesto y, hasta la fecha, no sabe de la existencia de esa entelequia burocrática llamada Secretaría de la Función Pública, porque de otra forma ya habría pedido la desaparición de esta dependencia y que metieran a chirona a quienes han sido sus responsables, entre ellos el embajador Pancho Barrio.
Lo anunciado por Madero tiene todas las características de la ramplona demagogia de funcionarios públicos que consideran a los ciudadanos menores de edad y se alzan cómplices de los delincuentes de cuello blanco que saquean las arcas, negocian por encima de las leyes y se enriquecen sin rubor. Total, la ley es benevolente para estos ladrones sexenales.
Cuando Arturo Durazo Moreno y Jorge Díaz Serrano fueron encarcelados, margen aparte del motivo legal esgrimido para proceder penalmente en su contra, fueron emblema de la corrupción galopante en la administración de José López Portillo y Pacheco que fue veta de nuevos ricos.
Entonces, en la naciente administración de Miguel de la Madrid Hurtado, se creó la Secretaría de la Contraloría General de la Federación. Y su primer titular, Francisco Rojas Gutiérrez, no hizo nada ejemplar, que no fuera el cobro de facturas políticas, como hicieron sus sucesores en administraciones posteriores, hasta los papelazos de Pancho Barrio que no pescó ni charales. Y menos ahora con la Secretaría de la Función Pública que es un elefante blanco.
Por tanto, si Madero pretende convertirse en adalid de la justicia, lo primero que debe hacer es dejarse de baladronadas y anuncios populistas. ¿Por qué no demandar investigar a los nuevos ricos del sexenio de Felipe Calderón y a Calderón mismo?
Los días de la Secretaría de la Función Pública están contados, aunque se corre el riesgo de suplirla por otro ente que sirva de parapeto para dizque combatir a la corrupción en la administración pública, en los tres niveles de gobierno. Conste.
QMX/msl