Abanico
Al PRD le hace daño el PRD, como al PAN ocurre en la lucha por el control del partido y en su momento enfrentó el PRI en la atomización provocada por ausencia del jefe máximo.
El problema, empero, lo tiene el Partido de la Revolución Democrática desde su nacimiento que validó la conjunción de fuerzas progresistas del PRI con la izquierda y los comunistas de recalcitrante fundamentalismo. Y esa mezcla ha dificultado los acuerdos para llegar al poder.
Sí, el PRD es gobierno en Guerrero, Morelos, Tabasco y en la ciudad de México, en varias alcaldías y tiene representación importante en los congresos, aunque de recurrente disminución en altibajos que son muestra de los disensos, de las disputas domésticas entre sus tribus.
Pero, esa es la realidad perredista, los gobernadores –salvo Graco Ramírez, en Morelos—son de nacencia priista o, como ocurre con Miguel Ángel Mancera, un ciudadano que aceptó un cargo en el gobierno de Marcelo Ebrard –de origen cien por ciento priista–, como procurador general de Justicia del Distrito Federal, y luego asumió la calidad de delfín rumbo a la candidatura perredista para contender por la jefatura de Gobierno de la capital del país.
Los orígenes priistas de los prohombres del PRD incluido Andrés Manuel López Obrador, chocan con los izquierdistas que se han ido agotando en la lucha por el poder. Diputados federales, locales, senadores, alcaldes, integrantes de ayuntamientos, los hay con currícula sustentada en tareas de izquierda, mas al asumir los cargos olvidan los principios doctrinarios del comunismo y del socialismo para transitar por más y más poder.
Perder la identidad ideológica no cuesta mucho cuando el poder los engolosina y marea.
Pero, bueno, en el entramado ideológico del perredismo hay cabida para todos, sin menoscabo de las capacidades y convicciones de quienes de pronto consideran que en el PRD está su espacio natural de oposición, aunque nunca serán bien vistos o vistas por esa estructura de poder que opera en las tribus.
Tal es el caso de Purificación Carpinteyro, que de destacada subsecretaria de Comunicaciones, en la administración de Felipe Calderón, con quien tenía amistad, pasó a ser perseguida a raíz de su postura crítica y de haber denunciado debilidades sentimentales de quien fuera su jefe en la SCyT, Luis Téllez.
Hoy, en la bancada del PRD en la Cámara de Diputados, Purificación se enfrenta a una nueva persecución, debido a su postura crítica, a que procede natural y no disciplinada con tribu alguna. Su compañero de fracción, Roberto López Suárez, la llama nefasta. Y las tribus de Nueva Izquierda y Foro Nuevo Sol (los amalios) le preparan espacios de linchamiento.
Purificación se ha vuelto una diputada incómoda y, fiel a sus convicciones, puede hacer maletas e irse a otro partido donde sus capacidades no provoque prurito en pieles fundamentalistas. ¿Otro frente abierto en el esquema de Silvano Aureoles? Lo dicho: no entienden. Conste.
QMX/msl