Teléfono rojo
En la ruta crítica hacia la elección más importante del PRI, de las 14 a celebrarse el próximo siete de julio, Fernando Castro Trenti tiene la enorme responsabilidad de recuperar un bastión entregado al PAN hace 24 por años, en acatamiento de una de esas veleidades políticas que inauguró el periodo de la concertacesión; luego vendría Guanajuato.
A Margarita Ortega de Villa, entonces, literalmente se le fue la vida con la derrota preparada, auspiciada desde la cúpula del poder político en México. Fue enviada a una campaña en busca de la gubernatura de Baja California como candidata del PRI, frente al panista Ernesto Ruffo Appel, quien no puede presumir de un buen gobierno.
A Ramón Aguirre Velázquez sólo le quedó rumiar la orden que, vía Manuel Camacho Solís y Jospeh Marie Córdova, le enviaron desde el alto mando para no rendir protesta como gobernador electo de Guanajuato, y entregar la plaza al interino Carlos Medina Plascencia que luego operó la elección que abrió las puertas del Palacio de Gobierno de Guanajuato a Vicente Fox Quesada.
En casi un cuarto de siglo todo pasó en México. La izquierda irrumpió con mayor presencia en el Congreso de la Unión y en gobiernos estatales, alcaldías y un buen número de diputados locales. El PRI se perdió entre las revanchas de Ernesto Zedillo contra su antecesor Carlos Salinas de Gortari, y perdió la Presidencia de la República. La principal concertacesión.
El mosaico político cambio con un electorado cada vez más politizado e influyente en los comicios, menos propenso al engaño y la manipulación, factores en los que, sin embargo, la izquierda fundó sus modus vivendi y operandi que hoy explota con el PAN como aliado en la anunciación del fraude que nunca demuestran.
Por supuesto ninguno es imagen de hermana de la caridad porque las chapuzas no son privativas del PRI, menos del PAN y del PRD, aunque se han sofisticado las formas de hacer fraude, de engañar con la verdad.
En fin, el caso es que en Baja California llegó el momento de decidir si continúa panista o se vuelve a vestir tricolor.
El electorado bajacaliforniano, con encuestas serias, tiene su voto dividido. Buena parte considera que los panistas han hecho buen gobierno, mas otra parte no menor y en cambio influyente y participativa como el sector magisterial, estima que es tiempo del cambio y, en Enrique Peña Nieto, cifran la expectativa de nuevos tiempos, del otro PRI, del incluyente y decidido a combatir la corrupción, la delincuencia de cuello blanco que se enriquece con fondos públicos.
El PRI tiene la convicción de que puede recuperar el bastión bajacaliforniano. Y Fernando Castro Trenti está en esa posibilidad frente a Francisco Kiko Vegad de Lamadrid que nomás no levanta como se esperaba. ¿Será por ese doble lenguaje de aparecer redentor y modesto cuando tiene una insultante riqueza de factura poco clara?
Por supuesto no se trata de descalificar o entrarle a esa campaña de lodo que el PAN y el PRD han operado en Baja California contra el PRI. César Camacho Quiroz, dirigente nacional priista, junto con Manlio Fabio Beltrones Rivera y once gobernadores de 18 de filiación priista, además de Emilio Gamboa Patrón e integrantes de la dirigencia nacional tricolor fueron a Tijuana a instalar y sesionar en la Comisión Política Permanente, a cerrar filas en torno a Castro Trenti.
Hoy, Fernando Castro Trenti ha comenzado a transitar en esta ruta crítica en pos de recuperar la plaza perdida hace 24 años. No hay, en el horizonte ni en el ánimo presidencial –como anotaba en el entresemana del viernes último—la inclinación por reeditar las concertacesiones.
Castro Trenti está arropado por el PRI. Y el respaldo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) le dio, este domingo 16, su respaldo. Dígase lo que se diga, el SNTE es una especie de fiel de la balanza. Conste.
QMX/msl