ENTRESEMANA: Lo que diga la señora Marta…

27 de junio de 2012
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8:40
Moisés Sánchez L.

Tampoco sorprendió que el ex presidente se haya pronunciado a favor de Enrique Peña Nieto ni aquella aparición con Josefina Vázquez Mota, luego del extrañamiento y las críticas que le hicieron por sus primeras declaraciones favorables a la causa del ex gobernador del Estado de México.

Sorprendió que el alto mando panista, sin duda con anuencia y la orden de doña Josefina Vázquez Mota, haya dado manga ancha a sus pro hombres para encabezar el linchamiento público del ex mandatario, en niveles como los aplicados por el atildado ex priista y ex secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, quien luego pretendió disculparse con el Manual de Carreño.

Fue como un pleito de cantina, causado por dos mujeres.

Todo el mundo conoce los desplantes e improntas verbales de Vicente Fox Quesada; durante seis años los mexicanos, sin necesidad de hurgar en los subterráneos de la política, supimos que quien gobernaba era Marta Sahagún de Fox. “Lo que diga la señora Marta”, fue y ha sido la recurrente respuesta de Fox incluso ante temas de importancia nacional.

¿Por qué Josefina Vázquez Mota fue llamada a incorporarse al entonces naciente gobierno de Fox? Bueno, indudablemente Marta Sahagún pretendió construir un liderazgo femenino en el que pudiera poyar su sueño de ser la primera Presidenta de México.

Inteligente, relacionada con capitanes de empresa, de los dueños del dinero, debido a su formación profesional y laboral, e incluso a su tarea como secretaria de la Mujer de la Asociación (Política) Coordinadora Ciudadana, Vázquez Mota representaba un enorme baluarte de los sueños de poder de Sahagún Jiménez.

Por eso, primero fue postulada diputada federal plurinominal (LVIII Legislatura) y luego, muy temprano, llevada a las grandes ligas del gabinete presidencial como secretaria de Desarrollo Social. La intención era construirle figura de jefa de Estado a Vázquez Mota.

Pero igual, tempranamente fue evidente que Marta Sahagún quería jugar sus cartas y construirse la plataforma para ser la primera Presidenta. Luego le tocaría a Vázquez Mota, ocho años menor que Marta María, quien había comenzado el romance –que concluiría en boda—con Vicente Fox cuando gobernó Guanajuato, y de quien fue su vocera formalmente, para efectos de nómina y de acallar a las buenas conciencias de aquella entidad.

Marta echó sus cartas y formó una singular alianza con Vázquez Mota, que duró hasta el seis de enero de 2006 cuando renunció a la cartera de la Secretaría de Desarrollo Social para asumir la coordinación de la campaña de Felipe Calderón a la Presidencia.

Josefina demostró, entonces, qué tanto había aprendido en ese su paso por las grandes ligas y cómo se había cortado el cordón umbilical de Marta Sahagún. Porque la entonces, primero vocera de la Presidencia de la República y, luego, primera dama, pretendió siempre demostrar en el equipo foxista que ella era la que manejaba los asuntos relacionados con la Sedesol y a Josefina le dejaba los protocolos.

Vaya, reitero incluso el trato que, siendo vocera en aquellos primeros días del gobierno de Vicente Fox, le daba a la flamante secretaria de Desarrollo Social en las giras presidenciales por el interior del país, frente a demandas de ciudadanos. “Que los atienda Chepina. ¡Chepina, Chepina!, por favor toma nota de lo que quieren los señores y atiéndelos”. Ese era el trato. Y Chepina sabía que era el precio que debía pagar, el papel de asistente de la vocera, pero ya pareja sentimental de Vicente Fox, Marta María Sahagún Jiménez. ¡Ah!, qué tiempos de la acogedora cabaña en la residencia oficial de Los Pinos.

Sin embargo, Marta se quedó en el sueño de la Presidencia. El pasado mes de abril ha cumplido 59 años de edad y, sin duda, en el rancho San Cristóbal rumió la frustración de ver cómo su alumna, su protegida de aquellos días de gloria del foxismo, avanzaba a grandes trancos rumbo a la abierta posibilidad de ser la primera Presidenta de México.

Y Vicente Fox hace “lo que diga la señora Marta” para despojar a Chepina de un importante apoyo en tiempos de impronta propagandística. En esa línea, insisto, no sorprende que el ex Presidente se haya atrevido a correr por los linderos del linchamiento político en la plaza pública y hasta su expulsión del Partido Acción Nacional.

¿Alguien creerá que a Vicente Fox le importa lo que de él diga Javier Lozano Alarcón, quien antes le besó la mano y lo endiosó? Al guanajuatense le importa un pito que lo descalifiquen el mismo Gustavo Enrique Madero y Carlos Alberto Pérez Cuevas o el infumable Bruno Ferrari, incluso el presidente camaral Óscar Martín Arce Paniagua.

Lo dicho, dicho. A sus detractores, fiel a su praxis ranchera, les pintará un violín porque a Vicente sólo le interesa “lo que diga la señora Marta”. Digo.

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