Libros de ayer y hoy
Ahí vienen los chinos de China. Sí, como lee usted. Mexicanos que somos con nuestros asegunes, dirán que incurro en el pleonasmo; en el mejor de los casos.
Veamos. Hay chinos de Estados Unidos, chinos peruanos, chinos de Baja California, chinos de Chiapas, chinos de la calle de Dolores, chinos le dicen a los rizos, El pelo chino le decían a Luis Donaldo Colosio, el desaparecido comediante Chino Herrera, el chino de la cafetería de la avenida Morelos, por cierto a dos calles del Reloj Chino.
Y el chino que se instala en la estación Candelaria del Metro y vende rollos primavera, galletas de la suerte y yakimeshi. Los vendedores ambulantes que se instalan a su lado en la vendimia próxima al subterráneo, le juegan bromas por su forma de hablar y ofrecer su mercancía, especial manera de vender una muestra de la cocina china.
Pero este chino que suele ir acompañado de uno de sus hijos, seguramente se ha de reír de sus compañeros ambulantes cuando, temprano y con buenas ganancias levanta su enseres y se despide cortésmente y entre genuflexiones de éstos que se quedan hasta noche en la tarea de vender lo mismo tamales de elote que máscaras del Santo y lámparas… made in China.
Bueno, este martes 4 de junio de 2013 llegó a México, en visita de Estado, el presidente de China, Xi Jinping. ¿Qué tiene de especial esta visita? Para el desarrollo económico de México es una prioridad el acercamiento con esta potencia económica, tanto que en semanas recientes se desplegó una singular fiebre informativa en la que se ponderó, sobremanera, al desarrollo económico de China.
Hubo excesos, incluso de aquellos supuestos críticos del sistema, como Lorenzo Meyer, en quien se despertó especial admiración por China que lo hizo olvidar al autoritarismo que gobierna a aquella nación donde la libertad de expresión no existe.
¿Y qué de Dragon Mart, el proyecto que ha enfrentado a priistas y perredistas en Quintana Roo? Inversionistas chinos fueron satanizados y elevados al rango de invasores, por pretender levantar una especie de ciudad comercial, de productos chinos por supuesto, en Cancún.
Ese asunto se quedó en el archivo, mientras en varios medios de comunicación se observó la mano del gobierno federal en el impulso de reportajes, notas informativas y entrevistas todas relacionadas con China.
El presidente chino, vino a México a impulsar algo más que las buenas relaciones entre su país y el nuestro. Por de pronto con el presidente Enrique Peña Nieto, firmó sendos acuerdos comerciales, algunos de ellos que estaban pospuestos desde las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, como el acceso de carne de cerdo al mercado chino, la exportación de tequila y uno relativo a solucionar problemas en el ramo de la industria textil y del vestido.
Sin duda se pondera que se abra el mercado chino a las exportaciones mexicanas. Pero… ¿qué viene de China si al mercado mexicano lo han inundado con todo tipo de productos, muchos de pésima calidad, otros de abierta competencia desleal que ha llevado a la ruina o por lo menos la crisis a industrias como las del juguete y el calzado?
Sí, bienvenidas las inversiones, bienvenida la apertura comercial en este mundo globalizado en el que México no puede ser ínsula de proteccionismo. Pero… ¿se aplicarán mecanismos de equidad en la planta productiva de exportación?
Los chinos llegaron a México desde hace rato y, en tiempos recientes han demostrado que vienen no sólo a competir por un mercado, sino a apropiárselo mientras personajes de influencia cultural y política se embelesan con un régimen que del comunismo capitalizado ha hecho un modo de vida en la competencia económica mundial, convirtiéndose en potencia por encima de los elementales derechos humanos.
Sin patrioterismos y menos posturas xenófobas, hay que evaluar la incursión del capital chino en la economía mexicana, en la justa medida de impulsar a la inversión nacional y hacer más competitiva a la planta productiva doméstica, dotándola de capacidad e infraestructura suficiente para competir de tú a tú con gigantes como los chinos. ¿O seguiremos negados a jugar en las grandes ligas de la economía mundial?
Los ambulantes del Metro Candelaria se burlan del chino por la forma en que ofrece su mercancía. Pero éste vende todo y temprano se va a su casa. Sin duda riéndose de los que no venden ni la mitad de lo que él se embolsa en una media tarde. Ahí vienen los chinos de China. Conste.
QMX/msl