Abanico
Este martes 15 de enero, Rafael Moreno Valle Rosas rendirá su segundo informe de gobierno. A diferencia de hace un año y cuando hizo un corte de caja de los primeros cien días de su administración, el gobernador del estado de Puebla ya no cuenta con el respaldo de Felipe Calderón y algunos miembros del gabinete federal.
En un año sus escenarios cambiaron; su sueño de llegar a Los Pinos se ha convertido en pesadilla. Ya no tiene cómplices en el gobierno federal. Suma críticos.
¿Se le aparecieron sus fantasmas? Porque alguna información tendrá de primera mano paran adelantar que en la ceremonia de su informe llamará al presidente Enrique Peña Nieto para dejar de lado las diferencias ideológicas y privilegiar los intereses de Puebla.
Además dijo que destacará que su gobierno se mantendrá al margen del proceso electoral de este año, sin privilegiar a ningún candidato o partido, para evitar divisiones políticas en la entidad, de acuerdo con una nota de la colega Claudia Lemus, publicada en el portal e-consulta.
Lo del respeto al proceso electoral es el mismo rollo de hace más de un año cuando hubo elección de juntas auxiliares, donde metió la mano con sus operadores desde el Congreso estatal vía el PAN y el PANAL.
Al virrey poblano, en todo caso se le aplicaría aquello de que quien con leche se quema hasta al jocoque le sopla. Vaya, estas previsiones discursivas no son más que evidencia de las culpas que carga Moreno Valle y que justamente este martes 15 de enero se las recordarán integrantes de las marchas que se realizarán en la capital poblana.
Porque más que como gobernador del estado de Puebla, Moreno Valle Rosas se conduce como un virrey cuyos gustos deben ser y son cumplidos por su corte. Ha centralizado el poder en un puño a fuerza de amenazas y persecuciones, fabricación de delitos y pataletas que anteceden a la ira que acompaña a las decisiones palaciegas.
Mire usted. Hace dos años fui a Puebla a rescatar y dirigir a El Heraldo de Puebla. De las diferencias, subrayadas y que lindan en cobro de vendettas entre el virrey Moreno Valle y el empresario Ricardo Henaine Mezher, sin importar a ambos la suerte de trabajadores de las empresas de este personaje, sufrí las consecuencias de las rabietas del góber-virrey.
Decidí no sudar calenturas ajenas y me he desligado de Henaine y del diario, desde hace un año.
Pero periodísticamente sigo a Moreno Valle Rosas. Centralizó el poder, tiene a su servicio a jueces y magistrados, legisladores y alcaldes, dirigentes partidistas y políticos que se preciaban de críticos y opositores. ¿Por qué pedir a Peña Nieto dejar de lado diferencias ideológicas? ¿Tiene ideología el gober-virrey o lo persiguen sus fantasmas? Digo.
QMX/msl