ENTRESEMANA: Reforma educativa y la maestra como Johny Walker

21 de diciembre de 2012
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9:50
Moisés Sánchez L.

Aterrizar la reforma educativa, la primera de carácter constitucional del presidente Enrique Peña Nieto, implicó damnificados. Y desató a la jauría política en pos de la presa que no es la maestra Elba Esther Gordillo Morales, sino las propias ambiciones de quienes desde hace rato salivan la caída de la lideresa.

Fue, indudable, una operación limpia que debió salpicarse, por aquello de las dudas, de ciertas resistencias de contexto, consecuencia de una negociación previa, indudable como marca el manual en estos menesteres, acuerdos específicos y carentes de salvoconductos porque dudar de la habilidad y experiencia política es faltar al respeto al sentido común.

No, no se trata de una defensa a ultranza de la presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; vaya, eso del sentido común es básico en las percepciones políticas y, en el caso de la Reforma Educativa que se cocinó, negoció y aprobó en menos de una quincena, es absolutamente aplicable.

Porque, mire usted, no se requiere de una reforma constitucional para defenestrar a la maestra Gordillo de la máxima dirigencia del SNTE. En los corrillos políticos, incluso, se ha planteado que no hay quién pueda suceder a la lideresa, como cuando en 1989 ella relevó en el cargo al potosino Carlos Jongitud Barrios.

Veamos. Para tumbar al entonces poderoso líder magisterial, el presidente Carlos Salinas de Gortari no requirió de una reforma constitucional y menos de consultar a las bases sindicales. No, simple y llanamente consultó con su equipo de operación política y tomó la decisión de efectuar el relevo mediante un mecanismo de supuesta democracia sindical.

Para el efecto llamó a la maestra Gordillo, conocedora profunda de la vida interna del SNTE y le informó de su nueva encomienda que ya ha durado 22 años. Y nadie se rasgó las vestiduras ni tomó las calles en defensa del profesor Jongitud.

La maestra, desde hace unos meses, ha deslizado la idea de  la jubilación, del retiro. ¿Qué más puede desear la maestra como política? Sin duda, el poder es el poder. Y lo ha disfrutado en los niveles que usted quiera y mande, pero al final ha sido dueña y señora en sus escenarios.

A dos presidentes –Fox y Calderón–los tuvo en un puño y no le fue necesario asumir la cartera de la Secretaría de Educación Pública para tener el control de esa dependencia. ¿Alguien lo duda?

La relación de Enrique Peña Nieto y la maestra Gordillo trasciende a esta Reforma Educativa. No se debe olvidar que fue precisamente en el estado de Hidalgo, en el último informe de gobierno de Miguel Ángel Osorio Chong, y al lado del entonces aspirante presidencial Enrique Peña Nieto, donde reapareció la maestra Elba Esther, contra lo que hubiese opinado su declarada enemiga, hoy recién confirmada embajadora de México en Brasil, Beatriz Elena Paredes Rangel, quien debió compartir espacio en la primera fila de ese acto con la lideresa magisterial.

Por supuesto que la maestra estaba obligada a protestar, así fuera mínimamente, contra la Reforma Educativa, al unísono cuando ésta era aprobada en lo general y en lo particular por mayoría en la Cámara de Diputados. No cuadraba hacer mutis, porque evidenciaría el acuerdo. El recurso del pataleo procede en política y no es mal visto.

Pero no hubo protestas callejeras ni toma de la tribuna camaral. Una pregunta básica: ¿dónde estuvieron las huestes beligerantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación? Estos irresponsables docentes saben que ellos sí son objetivo de la Reforma Educativa. Conste.

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QMX/msl

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