Arte de equilibrar responsabilidades: crecimiento en entorno desafiante
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de marzo de 2018.- Se calcula que en 2015, por ser la última vez que el 21 de marzo cayó en fin de semana, casi 100 mil personas se dieron cita en Teotihuacán para recibir el equinoccio, subir a la Pirámide del Sol y cargarse de energía, costumbre que a decir del profesor Jesús Galindo Trejo, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, responde más a una moda mundial que a una tradición prehispánica, “pues no se tiene noticia de que los pueblos originarios hicieran algo parecido en sus centros ceremoniales”.
Sin embargo, añadió el arqueoastrónomo, esta fecha representa una oportunidad para que la gente aprenda más de la historia de estos sitios arqueológicos, “pues más allá de estas creencias esotéricas que llevan a muchos creyentes a congregarse en dichos espacios y a levantar las palmas al cielo mientras visten de blanco, lo que hay detrás son ganas de apropiarse de un legado cultural que es suyo”, según indica un comunicado.
Por ello, el también astrofísico señaló que aunque hay quienes abogan por eso, no es deseable limitar el acceso de las personas a estas zonas. “En vez de ello deberíamos reforzar las medidas de seguridad para evitar posibles daños al patrimonio, así como actos de vandalismo; pero de ninguna es recomendable manera poner trabas a quienes quieren acercarse a estos lugares que son parte de nuestra identidad nacional”.
Sobre las multitudes que se congregan en sitios como Teotihuacán, Chichen Itzá, el Tepozteco, Malinalco, Cuicuilco o Monte Albán, Galindo Trejo refirió que hay que aprovechar a tanta gente reunida para hacer labor de divulgación.
“Todo mundo tiene libertad de creer en lo que le plazca, y aunque quienes estudiamos al México prehispánico no coincidimos con esos visitantes, es nuestra misión aprovechar que hay tantas personas juntas para hablarles de qué tenían en mente los antiguos mexicanos al construir estos grandes edificios y por qué esas pirámides están ahí. En esta tarea debemos participar no sólo los arqueoastrónomos, sino los arqueólogos, lingüistas y todo aquel con algo que aportar”.
El mito de cargarse de energía
Galindo Trejo es doctor en Astrofísica Teórica por la Universidad Ruhr de Bochum, en Alemania y, a su parecer no hay un mejor y un peor momento para captar la energía solar, pues el Sol es una estrella constante que irradia de la misma manera a lo largo del año, “y si usamos aparatos de medición es muy fácil constatarlo”.
No obstante, añadió el especialista, se ha extendido una moda new age que asegura que hay fechas y lugares especiales en que las personas puede ir a cargarse como si fueran baterías fotovoltaicas. “Y una evidencia de que esta costumbre no es de origen prehispánico está en que durante los solsticios muchos europeos hacen lo mismo que los mexicanos en Teotihuacán, pero en Stonehenge, Inglaterra”.
Si bien para Galindo es indudable que hay individuos que sienten una conexión mística con el Sol cada 21 de marzo y que dan fe de ello, esto cae en el campo de la subjetividad, y ahí nadie puede rebatir nada. “Lo cierto es que existe la llamada constante de radiación solar y esto significa que, durante el año, el Sol emite la misma radiación”.
Y para quienes habiendo escuchado estos argumentos aún estén dispuestos a “cargarse” en la punta de una pirámide, el investigador hizo una recomendación. “Si de verdad quieren recibir la mayor cantidad posible de energía solar yo les sugiero no vestir de blanco, porque ese color rechaza la radiación, sino de negro, pues la absorbe. Se trata de un principio de física muy básico, pero eso sí, les advierto desde ahora, si van de oscuro les va a dar mucho calor”.