Teléfono rojo/José Ureña
La caracterización de Shepsle está basada en una institución, como es el Congreso de los Estados Unidos. Pero queremos detenernos aquí por dos razones: primero, porque la descripción hecha al interior de esta institución (el Congreso norteamericano) sólo abarca a quienes juegan en él y en la lectura completa de su obra no hay implicaciones sobre su impacto en la sociedad; y, segundo, porque hay otro tipo de instituciones que lo mismo pueden ser políticas (los gobiernos) que de otra índole (como las judiciales) en donde cabría preguntar si la teorización política de Shepsle aplica, o requiere de un modelo.
Si tomamos como estudio de caso una institución del orden judicial (un tribunal judicial electoral, por ejemplo), partimos de que las reglas del juego interno y operatividad, así como su impacto en los grupos sociales –partidos políticos- como en los individuos –los electores- son diferentes.
Mientras un Congreso se ocupa de legislar y sus integrantes recurren al establecimiento de reglas para alcanzar acuerdos en torno al contenido de las leyes, un órgano de justicia electoral ya dispone de reglas establecidas y le corresponde ejecutarlas.
Naturalmente, dado que en muchos casos los integrantes de esos órganos de justicia electoral son electos por congresos, con base en tendencias e ideologías, así como intereses partidistas, y que su número es impar para evitar la votación de empate, se impone también la necesidad de negociar y el establecimiento de reglas –incluso no escritas, sino determinadas sobre la marcha para la generación de acuerdos- como expone Shepsle en sus ejemplos de niños jugando un determinado juego. En las reglas no escritas de la sucesión presidencial, la irrupción y la incertidumbre de la participación de la senadora, Xóchitl Gálvez no se preveía, lo que de inmediato rompe esa retórica construida por el presidente que él es invencible.
La incertidumbre también es útil porque democratiza la búsqueda de otros factores de poder que ahora redistribuirán su influencia, poder y recursos a partir de la sucesión presidencial para impactar en el resto de cargos públicos locales.
Ser un candidato auténtico también juega a favor de las oposiciones, dado que cualquier pieza profesional opositora es infinitamente mejor que los concursantes del lopezobradorismo. Queda claro que Xóchitl Gálvez como fenómeno de presentación en el mundo de la política, mejora a sus colegas no en su profesionalismo sino en la expansión de lo auténtico y los mejora ante potenciales electores. Se trata de una irrupción sin rupturas ni desmembramientos y, obligará a abrir la selección de candidatos a cargos públicos locales en todo el país. En nuestra coyuntura crítica, se trata de elegir a un candidato que levante el estado de ánimo y, con capacidad de gobernar.
Adiós a Muñoz Ledo: El profesionalismo en el mundo de la política lo representó por décadas Porfirio Muñoz Ledo, con una biografía que recorrió todos los espectros. Se va una pieza fundamental y multifacética del sistema político mexicano contemporáneo.
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