Abanico
En el análisis del funcionamiento de las instituciones y sus resultados, es ineludible la contextualización y la caracterización para determinar si existen teorías que pueden predecir su buena operatividad y –por nuestra parte agregamos este elemento- éxito.
Problemas como el diseño institucional, como la selección de quienes presiden las instituciones, los mecanismos de evaluación y desempeño, también explican en gran medida el funcionamiento y hasta el éxito o fracaso de una institución, pero no son planteamientos que en la práctica necesariamente se aborden.
Entendemos este tipo de estudios que en la literatura es un acercamiento tanto a la génesis como la evolución de los análisis en torno de las instituciones y otros autores que, ofrecen un panorama más amplio del funcionamiento, evolución, los mecanismos del desarrollo institucional y las herramientas para medir tanto el liderazgo y conducción de quienes las encabezan, y la evaluación de sus resultados, para calificarlas de exitosas, o para reformarlas.
El esfuerzo hecho por diversos estudios sobre la evolución del análisis de las instituciones, la disputa con los economistas que en ciertos momentos tomaron la batuta en su estudio no precisamente enfocado desde la ciencia política, son muy útiles para comprender la necesidad del análisis de las instituciones y su impacto tanto en grupos sociales como en los individuos.
Entendemos también la valía de plantear la necesidad de separar muy claramente lo que es pensamiento político de la teoría política. Por sobre todo, es muy valioso descubrir cómo en la evolución de la teoría de la elección racional es posible percatarse de que “De la perspectiva filosófica se ha rescatado una preocupación por las instituciones como la “adhesión” que mantiene a los individuos -atomizados y egoístas-, unidos en una sociedad organizada”.
El paso dado por ejemplo con Shepsle ayuda a comprender por qué es importante el estudio –desde la ciencia política y no solamente desde la mirada de los economistas- de las instituciones, su funcionamiento, su impacto en los grupos sociales y los individuos. En gran medida, trátese de la institución que sea, sólo mediante su estudio podemos partir hacia el trabajo en su perfeccionamiento y en la creación de mejores resultados para la convivencia tanto entre grupos sociales, como la plena confianza y satisfacción con las instituciones desde lo individual.
Lo mismo aplica para toda forma de democracia que, al no respetar el diseño de las instituciones pierde la oportunidad de analizar y evaluar las políticas gubernamentales más convenientes para el desarrollo de un Estado.
Vivimos hoy la concentración del poder, dirá Don Daniel Cosío Villegas, dado que el estilo personal de gobernar del presidente, López Obrador ha pretendido poner en cuestión no sólo la evolución de las instituciones electorales, sino la viabilidad de órganos autónomos constitucionales del Estado que, como el INE, son la expresión de la confianza ciudadana y del arreglo democrático que sustenta elecciones libres, auténticas y periódicas como instrumento fundamental para la renovación de la representación política nacional.
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