Abanico
Es importante analizar que no necesariamente la multiplicidad de partidos posibles es igual al número real de partidos lanzados y mucho menos al de partidos conocidos. Esto depende del acceso a los medios masivos y al dinero. Aun así, lograr que un partido obtenga votos depende precisamente del voto estratégico. Más aún: lo fundamental es que los votos se conviertan en cargos públicos. Existe otra escala más importante: lograr que un partido pase de un ámbito local y distrital a una visión y presencia nacional.
Un proceso similar ocurre en la selección de candidatos. El número de los posibles candidatos se reduce a los reales, posteriormente a los candidatos participantes y, finalmente, al número de candidatos que obtiene votos y eventualmente escaños. El voto estratégico de élites y masivo determina a los candidatos ganadores en gran medida.
No obstante, .¿cómo decidir quién tiene posibilidades de ganar en un sistema electoral dado? Gary Cox nos dice que depende de las motivaciones de los votantes y del supuesto sobre las expectativas que genera el candidato. Sin embargo, hay maneras en las que el elector puede desperdiciar su voto: sufragando por el ganador seguro o votando por el perdedor seguro. Para la nominación de candidatos en algunos gobiernos no hay leyes que regulen cómo deben hacerlo los partidos políticos y en otros se ofrecen detalladas cláusulas para ello, a fin de garantizar que sus procedimientos sean democráticos.
Para la votación de los ciudadanos y la estructuración de sus votos, existen sistemas de una sola o varias vueltas.
Puesto que el estudio de Cox se centra en el ámbito legislativo, se define “el distrito electoral como un área geográfica definida legalmente en la cual se suman los votos y se asignan los escaños, y donde la magnitud del distrito es el número de representantes facultados para ser elegidos”.
Por lo que hace a las complicaciones que encierra el concepto de representación, Hanna Fenichel Pitkin nos adentra en las dificultades que entraña una definición concreta. Su trabajo nos remonta a los realizados por los grandes pensadores y filósofos políticos, sin ser una revisión histórica.
Nos aclara que su trabajo es un análisis conceptual. A pesar de ello, en materia política, nos dice que habitualmente el concepto de representación está íntimamente vinculado con democracia, libertad y justicia. Lamentablemente, en la práctica, la representación no necesariamente significa autogobierno del pueblo. Por tanto, plantea las siguientes preguntas: “¿Son todos los gobiernos representativos? ¿Ninguno lo es? ¿Lo es alguno?”
A la hora de definir el concepto representación, Fenichel se atiene en un alto grado a la “filosofía de Oxford” o “análisis lingüístico”, aludiendo a la familia entera de palabras con la raíz “representa”, tales como “representante”, “representar”, “representativo” en lo concerniente al ámbito político, pero también lo extiende a todas las áreas de la vida humana.
Representación significa en su origen etimológico, re-presentación, un hacer presente otra vez. Es hacer presente en algún sentido algo que, sin embargo, no está presente literariamente o de hecho.
Algunas consideraciones sobre la democracia en su forma participativa han sido forzadas, dado que no necesariamente las formas de democracia directa caben en la democracia representativa y en ese sentido, la lógica lopezobradorista de avanzar en la próxima elección presidencial es poniendo las bases de un régimen nuevo con el sustento de la polarización que, de acuerdo con especialistas podría derivar en violencia política en el rubro post electoral.
Uno de los objetivos para destrabar el conflicto que plantea el lopezobradorismo es no sólo una oposición unificada, sino la construcción de una alternativa que le pueda ganar a la élite en el poder y el voto estratégico es un elemento fundamental para lograr ese objetivo.
Facebook: Daniel Adame Osorio
Instagram: @danieladameosorio.
Twitter: @Danieldao1