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Juego de ojos
Vigilar que la voluntad popular expresada en las urnas sea respetada, para que efectivamente los votos se conviertan en cargos públicos, es la principal victoria hoy, al disponer del Instituto Nacional Electoral, a pesar de todas las incidencias y dificultades observadas.
Naturalmente, tendrá que irse cada vez más lejos en la profesionalización y especialización de quienes se encuentran a cargo de las tareas electorales, para que asuman la toma de decisiones, so pena de ser removidos sin cumplir el tiempo por el cual fueron designados para cumplir su encomienda, como castigo por no honrar con sus obligaciones constitucionales y legales.
Queda claro que si bien no ocurre en todas las democracias, sí sucede en muchas de ellas que los partidos políticos definen, y no la autoridad electoral que, lo formaliza legalmente, lo mismo la selección de las autoridades y ciudadanos a cargo de los procesos electorales, que los registros de las candidaturas y hasta los resultados con base en su presión y poder.
Cabe decir que, la representación democrática de la sociedad mediante escaños en posiciones legislativas y ejecutivas no se cumple en muchos casos, particularmente en aquellos sistemas electorales hegemónicos o bipartidistas, incluso en muchos de los que presumen ser democráticos.
No obstante, insistimos, si bien el objetivo de los sistemas electorales no es garantizar una verdadera representación democrática, sino convertir los votos en cargos públicos, su alta influencia en producir gobiernos no necesariamente representativos tiene que ser analizada más a profundidad y con verdadera seriedad, para evitar todo tipo de subordinación ante los partidos políticos.
Si el voto transformado en escaño no basta para la verdadera representatividad democrática, acaso sea indispensable robustecer a los sistemas electorales para alcanzar un modelo cada vez más virtuoso.
De igual manera, a quienes ostentan posiciones tanto legislativas como ejecutivas, tendrán que aplicarse nuevas normas como complemento para la efectiva rendición de cuentas, para lo cual es obligado un sistema de transparencia más complejo y efectivo.
Sólo así, la sociedad podrá corregir lo que los sistemas electorales no hacen de origen, y, además sancionar a quienes en términos reales no cumplen el verdadero requisito de la representación democrática. Son algunos de los retos que debe asumir la democracia mexicana para continuar no sólo con un sistema electoral confiable y efectivo, sino sobre todo para garantizar la rotación en la distribución den poder político.
A partir de 2021, las oposiciones fueron votadas mayoritariamente para la integración de la cámara de Diputados y hoy, podrían alcanzar la mitad de las victorias de las gubernaturas en disputa que, establece y reitera una mínima conclusión: sólo con una única candidatura opositora en 2024, podrá ser derrotado el partido dominante.
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