Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Al referirnos al partido dominante, no queda claro qué hacer con el régimen autoritario saliente. ¿Conviene aplastarlo, mediante el encarcelamiento o pena de muerte para evitar eventuales brotes de rebelión?
-La aplicación de la ley a los gobiernos autoritarios puede ser utilizada como mecanismo de legitimación de un nuevo régimen de cara al pueblo, sediento de justicia, aunque quienes llegan al poder también estén repitiendo un gobierno autoritario.
-Nada garantiza que la intervención extranjera en los procesos de transición desemboque en la democracia, o en un gobierno sumiso a fuerzas externas.
-Los gobiernos extranjeros que intervienen en la redemocratización no lo hacen por sus afanes libertarios, sino en defensa de sus intereses.
-Las reformas al marco legal del país redemocratizado supondrán el sometimiento de las mismas a la defensa de los intereses extranjeros y hasta su expansión.
-Los partidos políticos opositores bien pueden no encontrar incentivos para rebelarse si el gobierno autoritario tiene para con ellos un trato preferencial y altamente remunerativo.
-La guerra revolucionaria es, en muchos casos, financiada por gobiernos extranjeros, de ahí que necesariamente, al deberles su acceso al poder, de nueva cuenta se hallen proclives a corresponder ampliando y defendiendo sus intereses y hasta legalizando su injerencia en la toma de decisiones.
Ninguno de los caminos a la democracia y a la redemocratización es sencillo. Comparativamente y dependiendo del contexto de cada nación, deben evaluarse ventajas y riesgos.
No obstante, invariablemente será preferible una transferencia pacífica y ordenada del poder sin represalias, que de inmediato genere leyes, garantías e instituciones fuertes, capaces de ofrecer seguridad sobre la continuidad del nuevo régimen democrático.
Cuando hablamos de México y la precariedad de su oposición, nos referimos también a sus debilidades expuestas y sin embargo, es verdad que al valorar al mismo tiempo las intenciones de voto de las oposiciones reunidas en un acto pragmático para restaurar las reglas hacia un régimen democrático en 2024, esas intenciones son mayoritarias para los espacios de oposición en 2021 y en 2022 y, de nueva cuenta conviene retomar al politólogo australiano, John Keane, para rescatar nuestra democracia y para que no seamos apáticos.
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