Visión financiera/Georgina Howard
Maurice Duverger sugiere que los partidos no tenían existencia por fuera de las cámaras parlamentarias, sino que eran un grupo de representantes que se reunían en algún club y nada más, y era justamente por su origen al interior de las cámaras que fueron llamados partidos parlamentarios. El modelo de partido parlamentario estaba constituido por una serie de asociaciones locales hermanadas bajo la misma etiqueta que funcionaban casi exclusivamente durante los períodos electorales, conducidos por algún notable que lo financiaba y utilizaba a la hora de renovar su banca o participar de alguna discusión de interés público. Según Weber, los políticos que encarnaron estos roles eran personas que vivían “para” la política porque su buena posición económica les permitía dedicarse a una actividad que por aquel entonces no era remunerada. Este modelo expresa la primera forma que tomaron las modernas organizaciones partidarias y la débil pero creciente relación que las vinculaba con la sociedad. Asimismo, nos sirve para entender el funcionamiento de la relación representativa. Podemos caracterizar la representación en las democracias parlamentarias del siglo XIX como una relación muy directa, posible gracias al reducido y homogéneo cuerpo electoral existente. Los candidatos eran individuos que, por su red de relaciones locales y su notoriedad suscitaban la confianza de los que vivían próximos o que compartían sus intereses. La representación individual, funcionó como base para la obligación política mientras los ciudadanos-representados no eran más que un pequeño número que visualizaba a sus representantes como pertenecientes a su misma comunidad, por lo que de alguna manera se daba por hecho que compartían los mismos intereses. La democracia censitaria estaba fuertemente marcada aún por los signos del mundo aristocrático: los elegidos en los hechos eran miembros reconocidos de la élite, la confianza depositada en ellos tenía mucho que ver con su ascendente sociológico y el Parlamento más que una asamblea moderna parecía en muchos sentidos un club. Sin embargo, el desarrollo histórico, junto con el lento pero sostenido crecimiento de los cuerpos electorales y la creciente radicalización que fueron tomando las disputas políticas a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, fue llevando a estos primeros partidos a “salir” de las cámaras y extenderse hacia la sociedad de manera más permanente, apoyando en su circunscripción electoral a un parlamentario “amigo” frente a otro de opiniones diferentes. Las posturas políticas comenzaron a externalizarse y se generalizaron en el seno de la sociedad. En la coyuntura más reciente, muy diversos actores de la sociedad mexicana están “saliendo” de su rol testimonial y elevan al contexto de exigencia y reclamación a la élite lopezobradorista en defensa del modelo de democracia fundado en instituciones que se oponen a un modelo de partido carismático (de una sola persona) y, esa sociedad organizada defiende desde la ética de su libre expresión, el corazón mismo de su propuesta: convertir auténticos votos en cargos públicos para que perdure la democracia en México. Facebook: Daniel Adame Osorio. Instagram: @danieladameosorio.Twitter: @Danieldao1 |