Abanico
La alianza no atendería a ganar siquiera la elección misma de un distrito electoral, sino a que los partidos medianos ofrenden los votos de sus militantes para que el partido en riesgo de desaparecer conserve su registro, ya sea por razones ideológicas de afinidad, o porque eventualmente buscarán su respaldo y alianza en las votaciones legislativas en torno a políticas públicas, o para sumar su respaldo en futuras votaciones más importantes, como la Presidencia del país.
Y es que el voto no exclusivo de candidato, además de aparecer en el escrutinio total del candidato por el que se emite, afecta, asimismo, otros escrutinios totales utilizados para la asignación de escaños legislativos. En el caso planteado, efectivamente respaldar al partido en agonía de registro no sólo impactaría en su presencia electoral en todo el país y futuras alianzas, sino en el número de escaños obtenido por fuerzas políticas afines y con intereses futuros superiores.
Insistimos en que la hipótesis de que uno o varios partidos medianos de semejante ideología rescaten a uno que está a punto de perder su registro para contar en el corto plazo con su voto en las decisiones tomadas en el Congreso y eventualmente para formar alianza rumbo a una competencia presidencial pareciera no ser tan frecuente.
Sin embargo, si consideramos los casos de aquellos países de centro y Sudamérica que se caracterizan por disponer de un gran número de partidos pequeños en la competencia por las posiciones políticas, resulta por demás importante analizar e ir a fondo en el estudio de este planteamiento.
Otra de las motivaciones de los partidos medianos o grandes que compiten con el régimen para rescatar a uno pequeño renunciando a los votos a su favor puede ser que esa fuerza política no sea cooptada por el gobierno para fortalecerse, o que termine aliado a otro partido político, al margen de su ideología, y que le restaría votos de los pocos o muchos militantes y seguidores de que dispusiera, y que haría más atractivo al partido al que se sumara porque tendría mayores posibilidades de obtener posiciones legislativas y/o gubernativas en futuras elecciones.
Lo mismo el régimen puede optar por aliarse con partidos pequeños y proyectarlos a mayores niveles de votación para, a su vez, contar con un mayor número de escaños que respaldo en sus congresos, que las oposiciones rescatarlos de la desaparición para obtener mayor fuerza y ser más competitivos, aspirando con mayores posibilidades a acceder a escaños y competir por cargos públicos más importantes.
En gran medida, falta estudiar casos que salen de los esquemas tradicionales: Dentro de un distrito primario específico, los escaños siempre se asignan primero a los cárteles (si los hay), luego a las listas (si las hay) y finalmente a los candidatos. Sin embargo, la literatura ofrece una salida para demostrar que este tipo de alianzas con la coordinación estratégica de múltiples fases es posible, sobre todo cuando los políticos y los dirigentes de los partidos tienen la visión suficiente de plantearse un futuro más favorable, aunque de momento, en la elección en la que no son sus candidatos los postulados, o de abstenerse a ofertar candidaturas al electorado y ofrecer su voto cautivo a favor de un pequeño partido en vísperas de perder el registro, no obtengan el triunfo. En el sistema político mexicano de nuestros días, da la impresión que el partido Movimiento Ciudadano podría perder su costo de oportunidad (dirán los economistas) dada la inconsistencia de sus decisiones políticas.
Por lo que toca al sistema electoral mexicano, con todas las dificultades que implica el sistema de partidos, digamos que uno de sus objetivos (la insaculación de los cuatro consejeros electorales al Consejo General del INE) nos salvó de la captura del oficialismo de la presidencia del órgano electoral (con la señora Alcalde) y, de los cuatro consejeros surgidos del sorteo, a partes iguales representan lo mismo al oficialismo que a las entrañas del robusto sistema electoral mexicano que, es una de las virtudes de nuestra arquitectura constitucional diseñada para garantizar autonomía e independencia en las decisiones del órgano electoral. El partido dominante ya ha participado en la elección de ocho consejeros electorales del INE (en 2020 y en 2023) sin lograr aún su objetivo de capturar al Instituto Nacional Electoral. Es la primera vez desde su fundación que, los consejeros no tienen necesariamente como perfil al politólogo o al periodista; hoy, surgen de las entrañas del sólido sistema electoral de México. En las decisiones del Consejo General, se requieren ocho de 11 votos para su desempeño y, todos estamos llamados a defender la democracia para que siga siendo esa forma de gobierno al servicio de los ciudadanos y no viceversa como pretende el oficialismo.
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