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Libros de ayer y hoy
A la hora de medir la congruencia de los partidos y sistemas de partidos, para su incongruencia existen factores político-estratégicos (regionalización de las estrategias de las élites políticas y coordinación del electorado).
Si bien para la permanencia de los partidos pequeños, el mejor funcionamiento y avance en votos de los medianos y grandes opositores al partido en el poder, las alianzas estratégicas constituyen un arma para arribar a los comicios con mejores perspectivas de triunfo o al menos obtener un mayor número de posiciones ejecutivas y/o legislativas, para el electorado representa la búsqueda de la consecución de sus objetivos y de mayores posiciones de poder, pero no necesariamente la verdadera representación de todos los sectores sociales, ni siquiera a nivel ideológico muchas veces.
Así pues, bajo esta perspectiva, el voto estratégico bien puede emitirse a favor de un partido político, dejando de lado al candidato en turno, la ideología, el triunfo mismo de la posición, en aras de obtener el número suficiente de votos para disponer de un eventual aliado tanto en el Legislativo como en futuras elecciones que brinde su respaldo a quienes lo salvan de la desaparición.
El salvamento, como dijimos, lo mismo puede venir del régimen como de otros partidos políticos, sacrificando resultados inmediatos.
Por eso es importante analizar este planteamiento más a fondo, muy particularmente en centro y Sudamérica.
En México, ese voto estratégico lo persigue el lopezobradorismo dejando de lado el candidato en turno, la ideología, la victoria misma, en la búsqueda de controlar el sistema político mexicano a largo plazo.
En esa búsqueda, el presidente pretende socavar la resistencia democrática dentro y fuera de los partidos. Lo hace de facto como en la época hegemónica: una secretaria de la presidencia con dos subsecretarías, una en cámara de diputados y otra en el senado y, hacer más fuerte su alianza con la élite militar. Recurre primero a las instituciones (con sus aspirantes formales a sucederlo) y a las emociones (con una candidatura familiar, si algo sale mal). Se trata de desaparecer a la democracia como forma de gobierno al servicio de los ciudadanos y, a sus instrumentos: las elecciones auténticas, la oposición, la transparencia, el llamado a cuentas para fundar y poner en práctica su idea de régimen político cerrado.
En vida y muerte de la democracia, Jhon Keane nos hace un llamado fundamental a defender nuestra forma de Estado y de gobierno y a no ser apáticos.
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